En Revista Montaje hicimos una pequeña selección del poemario JOM poesía casera de Natalia Camilo Cisternas, extractos que les dejamos a continuación:
LA VENTANA
Despertamos,
me levanto con la apurada urgencia de la mañana,
mi humana fotosíntesis se activa cuando abro la ventana
y me encandila la observación de este paisaje cotidiano.
Percibo la llegada del otoño en los árboles cercanos
y me viene la tristeza, una nostalgia, una melancolía,
como cosas perdidas de juventud,
puede ser la luz que penetre en los espacios oxidados de la memoria,
me trae al momento primitivo de cuando éramos libres
bajo la oscura sombra de las hojas.
Mi cuerpo anclado no puede andar (es una ventana, no una puerta),
sólo mis ojos deambulan enmarcados en la vista en cientochenta grados
de mi propia pantalla led con olores,
modernos fotones de mi visión que se mal acostumbró a la ficción,
y como en una película de acción, quiero salir corriendo.
Pero me aferro a este dentro, con miedo de adulto,
me acuerdo de los quehaceres, pestañeo y volteo,
le doy la espalda a este rectángulo retazo de una afuera,
un poco encarcelada y un poco contenta.
JOM
Es donde llegamos cada día
náufragos de pensamientos virtuales
el puerto real de nuestra isla mental,
desde una nube solitaria de memoria en gigabaits,
llueven recuerdos sobre los objetos y personas que nos circundan,
va escupiendo en lenguaje binario imaginario, impregnándolo todo.
En este
sacarme los zapatos
quitarme la ropa
y sentir la tibia ducha que me baña
tan segura que desnuda que a ojos cerrados
me entrego a la lluvia de agua real
que me limpia y se mezcla
con la lluvia de pensamientos virtuales,
en este bautismo pagano que se paga
en una boleta mensual.
Es donde llegamos cada día
a protegernos del sol en verano
y abrigarnos con fuego en invierno,
calmar las pasiones del cuerpo que generan calor
molestos de tanta realidad física.
En este
abrir las ventanas y activar el ventilador,
prender la estufa y secar mi ropa,
presiono el off a las sombras de la mentira
y enciendo la llama de la propia verdad,
entrando en mi dormitorio personal guardo
el disfraz de lo que no soy.
En donde llegamos cada día
a nuestro territorio privado,
pequeño trozo planetario,
donde descansamos nuestros pies de hacer caminos
de migrar y poblarlo todo.
En este
acallar mis pasos y asentarme
entrando en mi guorld,
untar mi pan en sopa generosa,
agradecer la compañía de siempre
el mismo sabor,
reconociendo como mío este pedazo de tierra
donde puedo comer, eructar y evacuar
en el lugar privado del baño que secunda
al lugar de encuentro de la cocina.
Es donde llegamos cada día
a silenciarnos por momentos de ruido exterior
y también discutir, en un lenguaje familiar,
los decires y callares que van moldeando el idioma.
Y en este
lavar los platos, lavar el piso y lavarme los dientes,
soy lengua permeable como esponja que chupa y suelta
de la mar de los naufragios flotantes, produciendo una espuma que
es generadora y víctima de la red de araña global que en otro idioma
leo, escucho y veo
y no sé si soy una serie, película, publicidad o vídeo casero,
o simplemente soy la boca que sopla el té o la leche caliente,
escupiendo mi particularidad en el jardín compartido del mundo.
Es donde soy más que una maquina,
y donde mi carne, depositaria de fragmentos ficticios,
se acurruca en posición fetal,
frágil y elemental, verdadera pieza latiendo.
La casita de la barra de herramientas me hace recordar
que esta es más que una house,
es mi Jom.
DOS GOTAS
Dos gotas de agua
opuestas por el vidrio
de una ventana cerrada
Una es de lluvia fría
La otra se condensa con calor
Ambas caen
a través del transparente y compacto
artificio del ser humano
que separa un fuera
de un dentro
Mirándose
permeables
compitiendo
por la gravedad
ESPEJO
Sea vanidad o necesidad
busco
en gesto o atención
algún indicio de mí.
Sea análogo o digital,
es un marco o virtual,
es geométrica imposibilidad
de vernos realmente.
NAFTALINA
El armario es motel de polillas,
el techo es motel de gatos,
la vereda es motel de perros,
la huerta es motel de lombrices.
Mi cama
es la solitaria testigo de un orgasmo frustrados,
el fruto maduro que cae al suelo
desprendiéndose de la vida,
incorporándose a la tierra lentamente,
antes árbol ahora semilla,
dulce durazno que nadie comió,
beso al viento,
sábana encogida,
mantequilla derretida.
Mañana limpio el armario,
me da envidia.
DE CERCA
Yo vivo en la periferia,
donde no llegan los turistas,
donde apenas llegan los buses,
a comer trabajadores y estudiantes
y vomitar gente cansada.
Vivo donde atraviesa el paisaje una larga y triste línea del tren,
y sobre sus cansados durmientes la nostalgia en movimiento,
y alrededor las casas de lejos
pequeñas pareadas parecen todas igual, pero de cerca,
de cerca cada rincón aloja universos.
Caminando entre las estrechas calles recorro detalles,
busco la particularidad y encuentro
hipótesis y estereotipos sobre la vida de los habitantes,
sé que están ahí,
alguien riega las plantas,
alguien barre la vereda,
alguien colgó la ropa al sol,
alguien asomó un gatito de porcelana por la ventana,
alguien puso la basura en la reja,
sobre esas líneas de mental que separa un tuyo de un mío,
es una extraña ilusión de lo privado.
Puedo entrometerme curiosa y observar
sin tener que dar un paso más,
el hogar que anida aquí dentro.
En la proximidad de nuestras viviendas,
somos gente, masa y unidad,
un código de barra, una cuenta rut.
En la estación final del día,
donde no puedo ir más cerca,
huele a pan tostado y margarina
y en todas las casas igual.
Natalia Camilo Cisternas (Santiago de Chile, 1985)
Profesora de Artes Visuales egresada de la Umce.
Artista Multidisciplinaria. Desarrolla su obra artística en tres líneas paralelas: Poesía, Artes Visuales y Arte de Acción, que confluyen en un lenguaje que denomina “Continuo”.
Con más de 20 años de creación autogestionada, ha participado en diversos festivales de performance y exposiciones de artes visuales. Recientemente lanzó el poemario “JOM. Poesía casera” con fotografías e ilustraciones propias.