Cosmética del enemigo
Amélie Nothomb
Anagrama, 2017, 96 páginas.
Por: Sebastián Novajas
Esta belga nacida en Kobe, Japón. Que ya tiene acostumbrado a todo el mundo a escribir tres libros por año y publicar uno solo. Con un ritmo envidiable que la mayoría de los escritores quisieran, salvo César Aira, que tiene el mismo superpoder.
Breve. Intensa. Sin fisuras. Una historia desarrollada en la sala de embarques de un aeropuerto presumiblemente europeo. Jérome Angust un empresario que espera su vuelo como cualquier otro mortal. Hasta aquí todo bien, pero Nothomb no demora en presentar a su segundo personaje y para mi gusto el más interesante Textor Texel. Un individuo perturbador y con sesgo de festividad en su personalidad.
Se crea un dialogo entre ambos tan intenso, tan lleno de tensión que uno no pueda imaginar lo que depara el final. De hecho es una narración prácticamente sostenida a puros diálogos directos con muy pocos intervalos en los cuales estos desaparecen por un instante otra muestra del talento y oficio de la autora.
Comienza Textor a preguntarle a Angust con insistencia sobre su vida hasta llegar a su pasado, y es cuando Textor le revela que ya lo conoce, incluido lo más oscuro de su propia existencia. Sí, esta historia a pesar de ser breve se vuelve siniestra. Acosa al protagonista al punto que solicita el auxilio de un par de policías que pasan cerca y ante la mirada de los demás pasajeros que se muestran desconcertados ante lo que pasa con él. Para su sorpresa le sale el tiro por la culata y casi es arrestado por estos. Luego vuelve al ataque Textor con sus conjuras y revelaciones hasta desencadenar con un final sorpresivo.
Una historia que ejemplifica de manera magistral la locura y obsesión que nos pueden provocar nuestros propios demonios.