El seminarista
Rubem Fonseca
Tajamar editores, 2010, 156 páginas.
Por: Sebastián Novajas C.
Fonseca no se viene con ironías y va al hueso guste a quien le guste. Esta novela como sus demás obras, no está exenta de violencia y alta cultura. Es una novela que se lee rápido, esto se debe principalmente a que usa muchos diálogos y que la trama no es compleja. Un ex seminarista se convierte en un sicario. Mata a tantos y lo hace de forma tan eficiente que sus servicios siempre son requeridos, pero llega un día en que se cansa y se quiere jubilar. Ahí comienzan sus problemas, le dice a su empleador que no continuara, claro a él esto no le parece, y el protagonista en su estilo le dispara. Un tiempo después conoce a una mujer en una librería; una alemana y se enamora y se van a vivir juntos. La felicidad dura poco, todo comienza a arder en su vida. Lo buscan para matarlo por lo que sabe y así comienza un recorrido por las calles de Río buscando respuesta sobre quiénes son sus perseguidores, entre medio de esta cacería el seminarista como buen estudioso ocupa una serie de latinismos que a mi parecer si corresponden por la naturaleza del personaje. No entorpecen la narración, al contrario le da la profundidad psicológica. Tampoco la serie de referencias literarias que pululan por el libro. Se puede decir que es la menos compleja de sus novelas, y deja con un gusto a poco a decir verdad, eso no quita que sea entretenida. Claro que en cuanto a los otros personajes no existe un gran desarrollo salvo un par que son los que más se relacionan con él; la alemana y otro ex seminarista ahora empresario. Quiero hacer una precisión más, a diferencia de otros sicarios, este tiene un código ético, algo peculiar, pero propio de la narrativa de Fonseca que nos tiene acostumbrado a un caldo de cultivo de las más diversas materias que puede ofrecer la locura de un hombre atrapado entre las normas de la sociedad.