Créditos: imagen cedida por Rafaela Lahore.
Revista Montaje junto con librería Aldebarán tienen el agrado de presentar la entrevista a la escritora y periodista Rafaela Lahore.
Miguel Echeverría: Quería comenzar por felicitarte, porque fuiste una de las galardonadas con el Premio del Consejo Nacional del Libro 2019 en la categoría de novela inédita. Además, ha sido todo un éxito de crítica tu novela Debimos ser felices. Ha tenido una muy buena acogida. También me siento muy orgulloso de presentar a alguien de una editorial, que en lo personal me gusta mucho que es Montarcerdos. Bueno, también destacar que tienes un Diplomado en Escritura Creativa en la Universidad Diego Portales.
Rafaela Lahore: Fuimos compañeros.
M: Sí, muy buena instancia. Bueno, Rafa comencemos con las preguntas. ¿Debimos ser felices es una novela autobiográfica o es una novela que se apoya en la realidad para tener coherencia?
R: A mi gusta llamarla, tratarla como una novela, no, o sea, no es mi autobiografía. No tiene ningún interés de ser algo periodístico, histórico, ni nada de ese estilo. Yo he contado varias veces que al principio sí, trataba de ceñirme mucho a la ‹‹realidad››. A lo que me contaban, que sabía, pero a medida que fue pasando el tiempo me fui desprendiendo de eso y fui jugando cada vez más con la ficción. Entonces, en realidad estar en un intermedio entre una cosa y otra; porque juega mucho. Este… O sea, me permití poder jugar con los personajes, con las situaciones. En ese sentido estaba marcado dentro del terreno de la ficción. Y es eso. Lo que me interesaba era hacer una novela basada en muchas cosas de familia. Cosas que me parecían interesantes, personajes, algunas situaciones, eh, pero es una novela, así, así me gusta llamarla, tratarla.
M: ¿El libro se desarrolla en la ribera de Uruguay?
R: Sí, yo hace cuatro años que estoy acá en Santiago. Pero el libro transcurre en… Haber, por un lado, en Montevideo, una gran parte está en Montevideo donde vive la protagonista y su madre. Después en Rivera, que es un departamento de Uruguay que está bien al norte, que es límite con Brasil. En esa parte. En la parte rural y en la ciudad misma. Y después en la última parte aparece un poquito pincelado Santiago. Ahí aparece la presencia de Chile. Pero el noventa y cinco por ciento de la novela sucede en Uruguay.
M: En alguna medida es una novela bastante cruda. También tiene una intimidad sumamente desarrollada y que va acompañada con tu propia prosa, que alguna medida roza lo poético, pero también pasa a ser ascética. ¿Cómo vas estructurando tu novela? ¿Cómo vas buscando tu voz, tu estilo?
R: Sí, acercarme a la estructura fue lo más difícil en realidad; el proceso de escritura duró cerca de tres años. Desde que escribí el primer fragmento. Yo iba escribiendo los fragmentos, las escenas que me iban ocurriendo. También entreviste a mi madre para recoger muchas cosas de su vida. Entonces, fui tomando esas cosas y fui escribiendo todos los fragmentos sin saber mucho como los iba a ordenar. Como iban a estar interrelacionados entre sí, y después que tuve una gran cantidad, estoy hablando de más de cien, ya casi al final fue, como bueno, voy a empezar a darles un orden. Era difícil para mí, porque yo estaba súper metida en la novela, ya lo sabía de memoria y sabia la historia que quería contar detrás. Y al estar tan fragmentada; hay cosas que no se cuentan porque es la historia de tres generaciones de mujeres, que son infinita las cosas que se pueden contar de una familia. Entonces a mí me daba un poco de inquietud que hubiera cosas que no se entendieran o que quedaran confusas. Y en ese sentido, ahí fue cuando yo tuve que recurrir a gente de afuera que me dijera, sí, esto está perfecto y mi editor de Montacerdos: Luis Lopéz-Aliaga; en ese sentido fue fundamental, fue el que me ayudo también a ir ordenando e ir cortando, también. Diciendo, bueno esto es una cosa larga, se pueden dividir en distintas partes y eso creo que fue lo más desafiante porque en un momento antes de terminar la novela yo estaba, literalmente, con todas las hojas impresas en el piso de mi casa tratando de ordenarlo y era… Me volvía loca. Pero bueno, al final creo que se logró hacer algo que funcionará. Sí, eso creo que fue lo más difícil. De hacerlo en este estilo fragmentario.
M: En este rompecabezas, que terminó de alguna forma, llevando a cabo la parte final de tu novela. ¿Cómo lograste seleccionar los elementos que emocionalmente fueran más potentes, que tu dijeras, esto tengo que contarlo? ¿Cómo fuiste seleccionando esas escenas más personales, más emocionales?
R: La verdad, me fue saliendo muy natural. Había cosas que por el propio peso emocional tenían para la historia que sí o sí tenía que ponerlas. De hecho, te diría que saque algunas porque hubo momentos en que me parecía que era mucho y que si bien la historia real a veces tenía elementos que todavía eran más terribles, más dramáticos; dije bueno por acá creo que estamos bien y me centre en los que estaban puestos. O sea, la novela es dura, sí, creo que también tiene momentos de cierta iluminación, momentos más tiernos y eso la compensa. Pero no quería sobrecargarla tampoco.
M: ¿En ese marco, tú tienes alguna referencia literaria, algún autor o autora que te haya hecho sentido en el estilo que tú querías desarrollar?
R: Sí, sobre todo, en esta prosa poética que yo quería conseguir que era lo que más me interesaba. Más allá de la trama, o de la historia que estaba contando, me importaba la mirada que había sobre esa historia. Como esta niña, sobre todo, veía las cosas que le estaban pasando a ella, a su familia, a su abuela; esas cosas tan duras. Y en ese sentido me interesaba potenciar el lenguaje lo más posible y llevarlo lo más cerca de la poesía. Yo no soy poeta, pero si me gusta mucho la poesía… O sea, quería alcanzar una prosa que fuera potente, este, y que tuviera bastante condensación de significado y de fuerza y en ese sentido hay escritores que te pueden decir miles, miles de cosas. Hablando de poesía Idea Vilariño que es una poeta uruguaya que falleció hace ya varios años, ella me encanta, ella lo hace súper bien en muy poco tiempo poder darte, así como una patada con lo que te dice y eso si lo tenía en cuenta. Después, hay otros escritores que me gustan, no sé, te podría hacer una lista eterna, y si bien no es como dije ay, quiero escribir como ellos, obviamente se atraviesan y están presentes ahí como, no sé, miles, eso.
M: ¿Has pensando en algún otro proyecto?
R: Sí, ahora…
M: ¿Estás trabajando en algo?
R: Sí, es difícil a veces, claro como la primera cosa, el primer proyecto que uno termina, después reengancharse con otra cosa nueva, pero sí, desde el año pasado tengo algunas ideas de una historia que de hecho en las últimas semanas se me fue cerrando un poco más en la cabeza y que también tiene que ver con estas historias familiares. En este caso una historia de dos hermanos que transitan la enfermedad y la muerte del padre y bueno hay muchos temas que claro, uno, que en Debimos ser felices a veces siento que estaban tratados o que estaban tirados un poquito ahí de la piola. Pero que no estaban desarrollados del todo, y que en esta novela si me dan ganas de tratarlos, como puede ser, por ejemplo, el tema de la vejez, o sea, del envejecimiento, de lo extranjero también, este, bueno, en fin. Y estoy súper insipiente con eso en realidad porque empecé hace poquito y me he dedicado este último tiempo, sobre todo, a poder pensar en los personajes, a tratar de entender quiénes son, a tratar de entender cómo se comportan, hasta cosas básicas, bueno, cómo se llaman, en qué trabajan. Hacerles como ese perfil a cada uno de ellos. En eso es en lo que estoy ahora dándole máquina para poder ir avanzando de a poquito.
M: Claro, en esas trayectorias narrativas, a veces, sobre todo, en las novelas se privilegia y se desarrolla mucho más los personajes. La psicología de los personajes. ¿Cómo es para ti la posibilidad de incorporarte en la psiquis de alguien que ha tenido tal trayectoria de vida, que es de otro país? ¿Cómo juegas un poco a desdoblarte, a transfigurarte?
R: Que pregunta tan difícil. No sé. Porque creo que es una mezcla, por ejemplo, en esta hermana que te comento, son dos protagonistas, un hermano y una hermana. Y que se me ocurrió el año pasado. Al principio siento que era bastante parecida a mí; en varias cosas. Pero a medida que fueron pasando los meses y también uno tiene otras lecturas, y bueno se va abriendo y también vas dejando atrás Debimos ser felices, que en muchas cosas coincidía conmigo. A medida que va pasando el tiempo, sí, siento que ahora se está alejando muchísimo más, que ya es otra persona, otro personaje. Y que tiene muchas cosas que yo no comparto. Cosas que hasta esta bueno, que creo yo, crear personajes que te caigan un poco mal. Que no sean siempre perfectos y que no entienda lo que hicieron y porque piensan lo que piensan, sino llevarlos un poco más al límite. Entonces ahora estoy probando en ese sentido de poder, no sé, exagerarles, no sé, hacerlos con ciertas manías, con ciertas cuestiones, estoy medio divagando, pero estoy en esa búsqueda ahora de poder definir a los personajes. Y creo que también es algo que a medida que uno va escribiendo pasan años y va descubriendo cosas nuevas de los personajes, cosas que no sabías, que se te van ocurriendo que pueden pasar, entonces es siempre dinámico, eso. No es que tampoco uno cierra y pasa la raya, bueno hasta acá esto es mi personaje, si no es algo que se va definiendo durante la escritura también.
M: Claro, es válido amar u odiar a algún personaje.
R: Claro.
M: No son de carne y hueso. Lo mejor que tiene la literatura es el poder definir el destino, de uno u otros. ¿Tú cómo has tomado tu proceso creativo, hoy, en este contexto de pandemia? ¿En este manifiesto generacional que nos toca vivir?
R: Sí, durante la pandemia, todo el primer semestre no pude hacer mucho, yo personalmente no escribí casi nada. También, como te comentaba, o sea, el libro salió en agosto acá en Chile y en Uruguay salió hace poco.
M: ¿Otra editorial, no?
R: Claro, por Criatura editora. Y ese primer semestre, era cerrar el libro… Estaba como en otra yo. Y recién hace poco, te diría, empecé a escribir realmente. Y bueno leer, leí durante toda la pandemia y eso también está bueno porque te sirve de insumo, no, pero bueno recién, no sé si necesariamente por la pandemia, hace poco, dos meses empecé a conectar un poco más con la escritura de una forma así más disciplinada.
M: Porque parte de las entrevistas que hemos hecho acá para librería Aldebarán y Montaje; con editores principalmente en un comienzo me dan a entender un poco que había cambiado o estaba mutando la manera en que iban presentando los proyectos. Como iban llegando los manuscritos. Antes de la pandemia tenían un sistema semi digital, mucho más pobre, ahora en adelante todo se comenzó a desarrollar de esta manera, ¿no? Teletrabajo, situaciones a distancia, presentar algunos manuscritos a la usanza electrónica. Pero también a los autores que hemos ido entrevistando nos dan muestras de que hay una suerte de apertura en el mundo editorial y en el mundo de los lectores principalmente. De cómo están recibiendo estas nuevas novelas, de cómo quieren el realismo y a la vez un poco de fantasía que no sea tan trasgresor. ¿Cuál crees tú que es un poco este nuevo escenario donde los lectores están teniendo un poco más de influencia en lo que se vive?
R: Ay, no sé qué decirte, no sé. ¿Pero tú me decías como que ellos te contaban como fue cambiando la perspectiva de los lectores también?
M: Sí.
R: Claro, no sé, es difícil, no… Quizá por estar un poco más por fuera… No sé. No sabría que decirte porque no tengo mucho registro de lo que quieren los lectores, no sé, eso.
M: Desde Montarcerdos también han desarrollado varios proyectos, no. Yo destacaba un poco la editorial porque me gusta lo que hace Romina Reyes, también esta A tontas y a locas de María Moreno.
R: Sí, sí, este año sacaron muy buenos libros. Y esto también fue una apuesta porque dentro de la pandemia que estuvo todo muy complicado y salieron pocos libros. Poder haber sacado esas obras igual es una apuesta y un mérito que está bueno destacar.
M: Esta acá el Viento que arrasa de Selva Almada.
R: Tremendo libro. Sí, ellos hicieron una reedición, es hermoso ese libro.
M: Tú comentaste que no eras poeta, poetisa, pero si nombraste a Idea Vilariño. ¿En qué momento, quizás, tomaste la decisión de irte por la prosa o siempre tuviste claro ir por narrar o hiciste cuentos ¿Cómo fue tu acercamiento a la escritura?
R: Esto de la prosa poética, de lo que te comentaba, a mí siempre me gusto y siempre fue lo que más hice. Haber… Cuando era adolecente me interesaba mucho el tema de la música. De las canciones. Entonces, en verano me acuerdo, durante la hora de la siesta me ponía a escribir letras de canciones, porque en esa época aparte me interesaba mucho el rock y en Uruguay había varias bandas que justo habían explotado, entonces, estaba la escritura que vehiculizaba por ahí y después, no sé a los veinte y algo, ya empecé a escribir estos como fragmentos de pensamientos, reflexiones, imágenes, pero que escribía en un Fotolog, o sea, imagínate el tiempo del que te estoy hablando y…
M: ¿Pudiste recuperar algo de eso?
R: Sí, mira, hay un fragmento que… Me da mucha vergüenza contar esto en realidad, pero bueno. No debería tampoco avergonzarme. Hay un fragmento en Debimos ser felices que esta, no te digo textual, pero casi igual de uno que yo escribía de joven en el Fotolog, y habla sobre una tortuga y ese lo retome porque antes de cerrarlo, guarde varias cosas y quedo la nada y ahora, claro son cosas que te vuelven, entonces me volvió ese tema de la tortuga y se coló en la novela.
M: ¿Recopilaste información?
R: Sí, porque me había quedado grabado eso que había escrito sobre la tortuga… En realidad, la novela es una tortuga que le regalan a la protagonista y aparece al principio y después se retoma cuando la tortuga se muere y qué pasa con esa tortuga, en fin. No quiero contar mucho. Y eso me había quedado y lo retome para la novela, sí. La mayoría, casi todas, son fragmentos nuevos, pero claro lo que tiene también es escribir una novela, tantas referencias a la vida de uno, a su familia; es que casi que uno la esté escribiendo durante toda su vida, no, porque siempre hay alguna cosa que escribir o alguna cosa que quizá no la escribiste, pero te quedó en la memoria como un momento. Tampoco tiene que ser algo fuerte o traumático, si no que puede ser una visión mínima de alguna cosa que por alguna razón te impresionó y poder rescatar eso. Así que eso. Volviendo a lo de la prosa poética, sí, por ejemplo, poemas nunca se me dio por escribir mucho que recuerde, pero siempre fue como en esa misma onda de textos cortos con ciertas, no sé, espíritu poético o búsqueda de la poesía.
M: Sí, me quiero quedar un poco con estos detalles, porque el libro en si es un rescate de la memoria de una familia. También de un personaje principal. ¿Cómo tú puedes lidiar algunas veces con dejar personajes que recalan en tu familia cómo te lleva después a esta relación? No sé si lo viste, un video, donde Alejandra Costamagna habla de cómo escribir una novela sobre la familia sin que tu familia te saque de casa.
R: Sí, supe, me hubiera interesado verlo. Es todo un tema. Por ahora no me ha pasado que yo sepa, al menos. Espero que nadie me odie. Pero también lo que paso es que el libro salió en agosto acá, pero en Uruguay, yo quise mandar unos libros para que los leyeran allá mis amigos y mi familia y por la pandemia se complicó y no pude. Entonces, recién ahora cuando el libro salió en diciembre… Aparte allá entre las fiestas y todo el mundo se va de vacaciones en enero. Y creo que eso recién ahora como que también me están llegando comentarios de familiares de: uy que fuerte, uy lo leí. Y por ahora si hay cierto extrañamiento quizá con alguna de las cosas que se cuentan: wow esto no lo sabía, pero enojos no, y espero no hayan. No sé. Pero hay que ver qué pasa.
M: Vamos viendo según las próximas novelas, las siguientes reacciones que surjan.
R: Sí, todo puede pasar.
M: ¿Cómo ves el escenario literario actual? ¿Crees que estamos un poco complicados? Digo en este ecosistema de librerías, editores, distribuidores. ¿Crees que todavía hay un ánimo de los lectores de seguir consumiendo o estamos destinados a la extinción?
R: No. Yo creo que no. La parte de mercado, distribuidores la desconozco totalmente. No tengo idea. Pero si puedo hablar como lectora y creo que no. De hecho, siento que este año tan complicado, el año pasado, si no fuera por los libros y la cultura en general no sé qué habría pasado con nosotros. Creo que salvo un poco la cabeza y también, yo siento, no sé, es algo súper subjetivo, pero yo siento que se leyó mucho, yo al menos leí mucho. Consumí mucho al estar encerrada. Vi más series que nunca, leí más libros que nunca. Este, no, creo que estamos lejos de la extinción. Lo que no quita que igual el mercado este complicado y sea siempre un desafío y haya problemas de presupuesto y todo eso, no lo dudo, pero a nivel de interés de los lectores creo que sigue existiendo.
M: Lo planteaba un poco por lo que pasa con las librerías que están bastante ahogadas con el tema de las cuarentenas, con el tema de los permisos, como vender, con la propia distribución. En los meses más complejos, que todavía no acaban, hubo una muy difícil posibilidad de hacer promociones y hemos optado por este tipo de mecanismos para seguir promocionando las nuevas voces, las editoriales independientes, sobre todo. Creemos que impulsándonos de a poco y en conjunto podemos tirar para arriba entre varios. Y tú hablabas muy bien de como tomaba un valor mucho mayor la cultura. La posibilidad de recurrir la literatura para escaparse, no, ya que estamos encerrados la literatura se convierte en nuestro único vehículo en el que la mente se desarrolla como un gran valor. O sea, la imaginación, la creatividad, la posibilidad de empatizar con otros se desarrolla mucho más cuando leemos. ¿Tú tomas en cuenta, en alguna medida, en tu narrativa a la hora de escribir, no esto en particular, quiero ser más sencillo con mis preguntas, cuándo narras a veces te preocupa el valor cultural que pueda tener tu obra? ¿Te fuerzas en generar buenas prosas, en cerrar bien las ideas, a los personajes, o a veces es mucho más natural y como tu bien decías vas con una idea preconcebida de lo que quieres narrar y te sueltas y ya o eres más metódica para escribir?
R: A ver si entendí bien. Metódica, no soy. No es que tenga tanta experiencia así, en escribir proyectos. Esta es mi primera novela, entonces también supongo que irá cambiando dependiendo de una y otra novela. Pero en esta que era súper personal, súper íntima y no me guie por nada exterior. Sí, claro que me esforcé, en eso que decías, en poder tratar que la prosa fuera buena, en que cerrara, eso sí, pero después fue un proceso súper personal y sobre todo porque la primera novela en general y en mi caso también, uno no piensa o no da por sentado que la va a publicar. Uno escribe para uno, entonces no tenía mucho en cuenta nada del exterior. Ya cuando estaba terminándola surgió la idea de publicar y la invitación de Montarcerdos y todo eso, pero antes como te digo, fue un proceso muy personal. No sé si respondí la pregunta.
M: Sí, me refería un poco a eso, al método. ¿Cómo fue el vínculo con Montacerdos? Nosotros salimos del diplomado de la Diego Portales con un proyecto, y tuvimos un mini taller. ¿Con quién lo tuviste? ¿Con Alejandra Costamagna?
R: Sí, con ella. Claro y en realidad este diplomado me dio el punta pie para empezar a escribir la novela porque justo cuando llegue a Chile y tenía un par de fragmentos, te juro que eran más de diez máximos y a partir de entonces empecé a trabajarlos ahí y después que salimos yo había avanzado un poco más, ahí los seguí trabajando: dos mil dieciocho, dos mil diecinueve y paralelamente me había anotado en un taller con mi editor, con Luis y también había comenzado a trabajar estos textos con él. Y en un momento el taller se terminó y yo segui con la novela y la presente a los premios, que estuvo bueno el premio, porque yo no la tenía terminada en ese momento y fue… Me acuerdo que me entere un mes antes y comencé a darle, a meterle a la escritura como para poder llegar a presentarlo; entonces me sirvió para avanzar mucho y ahí lo presente y justo por esos momentos me escribieron de Montacerdos para decirme que les interesaba publicarla más allá de que ganara o no. Que les interesaba tenerlo. Y ahí, bueno, y se empezó a editar.
M: Voy a pasar a una pregunta que nos dejó nuestro amigo Claudio. Que tiene que ver, que él encontraba similar tu voz a la de José González Vera, ¿no sé si lo conoces?
R: Me acuerdo perfecto, no sé si está mirando. Cuando en el diplomado me habló de él y siempre lo tuve pendiente. No sé si habré leído alguna cosa corta de él. Pero me acuerdo perfecto que me lo dijo y siento que es un escritor que me gustaría mucho, pero le tengo que…, tengo tanta cosa por leer, que lo tengo súper pendiente.
M: Nuestro próximo invitado será Claudio. Vamos a hablar de la obra Carrascal boca abajo.
R: Que bueno, lo voy a mirar.
M: Nuestra última invitada. Otra escritora que hace poco sacó su libro, que fue Bernardita García dejo una pregunta para ti. Tiene que ver con: ¿sí tú tuvieras la opción de escribir de lo que fuera, sin concesiones, sin límites morales y éticos. ¿Sobre qué escribirías?
R: Me encanta la pregunta, siento que nada de lo que diga va a estar al nivel de la pregunta. Que difícil… Justo recién estaba, me voy a evadir un poco de la respuesta, pero hace un rato que estaba leyendo una entrevista, no me acuerdo ya, pero eran unas cuestiones sobre la cultura de la cancelación y justo decía que provocación hoy en día, no, hay que hablar con cuidado sobre todo y hay que tener cuidado, porque parece que todos los personajes tienen que tener buena voluntad y hablar correctamente de todo… Que provocación para los escritores y para los artistas en general poder cruzar ese límite o llevarlo un poco más hacia atrás. Me hizo acordar a eso la pregunta. Y sobre qué tema podría ser… Que difícil, no sé, a mí los temas de infancia en general me interesan mucho, pero no sé, me quedó con la pregunta para seguir pensándola.
M: La cultura de la cancelación es bastante nociva para el arte, el arte también muchas veces trata de ser corrosivo, trata de ser incorrecto; buscando otros fines. Porque muchas veces en lo políticamente correcto, en el buenismo, el mostrarse con una estampa moral superior no es real. Es un fenómeno que solo pueda estar en las mentes, pero no en las relaciones cotidianas, sobre todo la provocación.
R: Tal cual, como decis le hace súper mal al arte, no. Porque si uno está buscando un arte apacible, correcto, que vaya según las normas sos una porquería, no sirve y justamente la idea del arte es que sea transgresor y que moleste y que enoje. Entonces cuando empiezan a poner esos corsés, bueno esto se puede decir, esto no, este personaje… O sea, te diría que el ochenta por ciento de la literatura universal quedaría por fuera de esos códigos. Porque es difícil estar en una parte, en otra época, otra concepción muy distinta a la nuestra, pero eso. Me voy a quedar pensando en la respuesta a esa pregunta.
M: Te quería hacer una pregunta más dedicada a las palabras, a la simbología. Hubo una polémica con un uruguayo Edison Cavani. Por ocupar la palabra negrito. En Inglaterra fue suspendido, fue una polémica total porque un amigo le dijo esa palabra y era considerado racista y se provocó un debate muy interesante con la respuesta de Cavani en que explica un poco que, para los sudamericanos, los latinoamericanos en general la palabra negrito no es de una connotación racista. Casi una connotación cariñosa, amistosa y que es producto de la historia y de la esclavitud inglesa que a ellos le provoca este problema de no poder tratar a nadie con una palabra coloquial. ¿Tú crees que todavía hay una tensión de la narrativa anglosajona y la narrativa hispana que no tiene los mismos códigos que por muy parecido que sean? ¿Hay elementos en que todavía nos tratan como colonia?
R: Sí, no me siento capaz de pasarlo a la narrativa, sí ese caso lo tengo súper presente porque aparte me leí los comentarios y estaba indignada así, como es que se les ocurre. Yo creo que hasta en mi novela sale también la palabra negrito. Es lo más común del universo, viste, decirlo en Uruguay. Entonces eso, te juro, que me indigno. Y sí, esta esto sin duda, de superioridad colonial, no sé cómo llamarla de creer que la forma en que ellos entienden esa palabra es la forma que tiene que ser y la nuestra como que está mal, incorrecta o no sé. O no se preocupan en entenderla, no sé, me surgieron muchas preguntas desde ahí… Sentí que hubiera sido bueno que hubiera todavía más apoyo. Porque ya era un tema, obviamente, excedía al futbol, no tenía nada que ver con eso, sino con el lenguaje y con lo que significa Latinoamérica en general. Entonces, ya te digo, indignada.
M: Tienes que dejar una pregunta al siguiente invitado.
R: Uy, una pregunta al siguiente invitado. ¿Sí tuvieran que elegir una obra, ya sea un cuento, poesía, o una novela, que exista, que te hubiera gustado escribir? ¿A quién se la robarías o apropiarías básicamente?
Rafaela Lahore (Montevideo). Periodista y escritora. Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Católica de Uruguay. Diplomado en Escritura Creativa Universidad Diego Portales. Desde 2017 reside en Santiago de Chile. Trabaja como periodista freelance. Debimos ser felices es su primera novela. El 2019 obtuvo el Premio del Consejo Nacional del Libro en la categoría de novela inédita.
Entrevista completa en: https://www.instagram.com/p/CKw-eDlpJ7z/