Por Belén Tapia de la Fuente*
Abro el libro y me encuentro con sus nombres, con sus quinientos noventa y nueve nombres, leo cada uno de ellos, tengo que leer cada uno de ellos: Luz, Rosa, Teresa, María, Paula; no puedo dar vuelta la página sin observar cada uno de sus nombres, pensar en ellas, recordarlas, sentir espanto, rabia, rabia profunda por sus muertes, sus dolorosas e injustas muertes.
No es una lectura sencilla, cada párrafo se incrusta profundamente en mi garganta, en mi cuerpo, el modo en cómo se habla de ellas, como se invisibilizan sus nombres, como se acomodan los relatos para quitarle importancia, para continuar soportando la ceguera insoldable que nos instala al borde del abismo, que nos recuerda que no podemos llegar demasiado tarde, que no podemos andar solas, que el chofer del furgón escolar, que el compañero de la u, que el ex pololo, que el jefe, que el médico, que el padre de las hijas. Porque son las mujeres asesinadas, pero también somos nosotras, nuestras abuelas y las que vendrán. Porque todas las mujeres hemos sido asesinadas alguna vez. Hemos sido violadas, penetradas sin consentimiento, hemos sido culpables, malas madres, putas, perras y zorras.
Cuerpos invisibles es un libro sentido, doloroso, amargo, una baliza prendida que desvela nuestro sueño, que no nos permite pasar por alto, que invita a mirar, a mirarnos, a buscar culpables y hacernos cargo: ¿Qué debemos hacer? ¿Qué debemos destruir para evitar el tenebroso círculo del femicidio? ¿A quién le exigimos justicia? ¿Cómo hacemos justicia por nuestras propias manos? Cuerpos Invisibles es un ejercicio de memoria, un registro histórico, sensible que nos recuerda que no podemos olvidar, que es necesario nombrarlas, una y otra vez, gritar sus nombres, honrar sus muertes. Roxana, Angélica, Clara, Susana, Francisca, Gloria, Nicole.
La crítica al relato periodístico se vuelve ejercicio agudo y urgente, lo hemos hecho antes, lo hace la autora, pero lo hacemos hace tiempo las que leemos entre líneas, el Observatorio de Mujeres y Medios, La Red Chilena contra la Violencia hacia las mujeres, La Radio humedales, Zarzamora Colectiva y todos los medios comunitarios y libres que utilizan las ondas sonoras para compartir información contra-hegemónica. Lo hace Cuerpos Invisibles, lo hacemos las que dejamos de confiar en los medios masivos de comunicación que legitiman la violencia femicida y normalizan la apropiación y pertenencia de las mujeres como objeto de disputa. Porque no existen crímenes pasionales, ni crímenes por celos. Son relatos periodísticos que perpetúan la violencia simbólica e invisibilizan que es un asunto estructural profundo, un modo de proceder que organiza nuestros actos y nuestras fantasías, narrándolo como un hecho puntual y aislado, producto de un arrebato romántico, de una psicopatía momentánea, de un arranque de rabia, de un amor tortuoso. El juicio moral y clasista del relato periodístico culpabiliza a las mujeres y las instala como merecedoras de castigo: Nabila, Fernanda, Mónica, Daniela, Carla, Paulina.
El lenguaje poético que acompaña el relato periodístico se vuelve oxígeno, ráfaga de aire fresco, gesto de justicia, escenario que dobla la mano al destino para, por esta vez, dejar de ocultar, de perpetuar, de invisibilizar las relaciones de poder, dominación y control que establecen los agresores sobre las mujeres. La poesía muestra con claridad lo que oculta el discurso patriarcal, evidenciando con sutileza y astucia la realidad misógina y tenebrosa en la que vivimos. Los cuerpos se hacen visibles, los podemos ver temblorosos, heridos, asfixiados, sangrando, gritando, latiendo, muertos.
Los feminismos hace tiempo venimos denunciando la crisis que tiene a la civilización al borde de la destrucción. La crisis ambiental, económica, de cuidados, que no solo destruye a los seres humanos, si no que a todos los otros seres que viven junto a nosotres. Urge retornar a una ética del cuidado, un modo de proceder, una metodología, un gesto sensible, situado, acuerpado, que nos permita ver y vernos con ternura, con respecto profundo, con cariño. Urge auto convocarnos para proveernos de energía política, afectiva y espiritual que rompan las fronteras y el tiempo impuesto, que nos sostenga para resistir y actuar contra las múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, capitalistas y racistas.
Cuerpos invisibles es un libro necesario, urgente, una ola que revienta una y otra vez en un océano calmo, agitando, estremeciendo, empapándonos de escalofríos e indignación, recordándonos la sociedad femicida en la vivimos, la cultura que nos subordina para mantener y reproducir el orden social, para castigar a quienes desafiamos la autoridad y el poder machista, para recordarnos que somos prescindibles, sustituibles, acuchillables, quemables, apiedrables y asesinables. Cuerpos Invisibles interpela al Estado, a las instituciones del mundo de los hombres, develando la misoginia, la ineficiencia e impunidad con la que gestiona y garantiza la protección de las mujeres, siendo incapaz de sancionar, esclarecer, prevenir y reparar a las víctimas, colaborando, por tanto, con la perpetuación de los crímenes más horrendos y crueles a las que estamos expuestas las mujeres. No olvidaremos jamás que fueron agentes del Estado, los que en una época reciente utilizaron la violencia sexual como forma de tortura, traumas horrorosos que se cargan en silencio y soledad a la espera de una justicia que ha demorado demasiado tiempo en llegar.
El cuerpo de las mujeres es utilizado como botín de guerra, como premio de la victoria, como instrumento de genocidio nos recuerda Rita Segato, es usando y abusando hasta ser aniquilado y expropiado, es dominado para la satisfacción del asesino. Piel descubierta, exterminada con una muerte expresiva, dramática, simbólica, un gesto discursivo que lleva una firma, la marca del agresor, es un mensaje de censura, disciplina y soberanía, un texto explicito que les recuerda a las mujeres su posición, un acto comunicativo capaz de sembrar terror, una pedagogía de la crueldad (Segato, 2016. La guerra contra las mujeres.1 ed. Traficantes de Sueños.) que al igual que un ave de rapiña nos despoja hasta dejar solo restos. Cuerpos hipersexualizados, culpabilizados, cosificados, estereotipados y expuestos como objeto de consumo masculino.
Porque el cuerpo es un territorio en disputa, es la frontera flexible y sutil que separa la experiencia personal de la otra experiencia, como dice Margarita Pisano (Pisano, M. (2004). El triunfo de la masculinidad. http://pmayobre.webs.uvigo.es/pdf/pisano.pdf). Es la experiencia encarnada que nos permite situarnos, el cuerpo es un territorio con memoria y geografía propia, es un punto de vista, es el primer lugar de enunciación y emancipación. El cuerpo es un territorio, es cuerpo-territorio, conjunción inseparable entre lo humano y lo no humano, renuncia a la compresión del cuerpo como propiedad individual, relevando su dimensión de cuerpo en relación, tanto con otros cuerpos como con cuerpos no humanos, donde nadie se encuentra desposeído ni de cuerpo ni de territorio porque no pueden poseerse, están en la medida en que son interdependientes. Cuerpo plural, cuerpo paisaje, cuerpo-territorio, cuerpo magullado, cuerpo herido.
Es Anna, Karina, Lidia, Cecilia, Angélica, Sonia, es ella y somos nosotras. Son las mujeres, todas las mujeres, cada vida arrebatada, cada cuerpo violentado. Mujeres asesinadas en manos de sus parejas, de sus ex parejas, hombres con los que tenían o tuvieron una relación afectiva, sexoafectiva, con las que compartían la vida. ¿Cómo estamos entendiendo el amor? ¿Cómo estamos entendiendo las relaciones de pareja?, parece que las cuestiones amatorias ocultan relaciones de poder, organizan los vínculos y los afectos de manera agresiva, normalizando los celos, el control, el dominio y la posesión como modo de proceder; instalando el grito, la patada, el golpe como práctica cotidiana.
En este escenario adverso, los feminismos construyen redes invisibles de cuidado y protección. Compañeras pensantes, sintientes que hace tiempo vienen escribiendo, reparando, ritualizando las violencias que cargamos en el cuerpo, las del presente y las que nos fueron heredadas. Creamos un cosmos propio, tejimos una comunidad de afectos, recuperamos los saberes ancestrales, atávicos, zurciendo colectivamente las heridas, reivindicando las memorias que nos habitan.
Urge fortalecer la política feminista, ese modo de proceder colaborativo, horizontal, rizomático, sensible que favorece nuestra autonomía, emancipación, soberanía y libertad. Urge popularizar el concepto de feminicidio, visibilizando la impunidad estatal que impide condenar los asesinatos a mujeres, colapso institucional que devela la fractura del Estado de derecho y favorece la impunidad. Urge denunciar y nombrar a los asesinos, responder colectivamente a un asunto que nos compete a todas, a todos. Es necesario identificar, sancionar, develar, funar, inhabilitar a agresores de cargos públicos. Urge desconstruir el amor romántico. Urge destruir al patriarca que llevo dentro.
Por Yesenia, Laura, Oriana, Natalia, Camila. Por las mujeres que escriben y dejan registro de las historias del pasado, por Cuerpos Invisibles y por todos los ejercicios de memoria que nos permiten recordar que ninguna está olvidada como dice Ignacia.
*Belén Tapia de la Fuente es psicóloga, psicoterapeuta feminista, diplomada en género, Magister en Psicología Comunitaria por la Universidad de Chile y Pasante del Instituto de Investigación Feminista por la Universidad Complutense de Madrid.
Es activista feminista e integrante de Prisma Cooperativa. @prisma_feminista
Es bordadora, creadora de Bordala Livre: espacio de investigación, reflexión y recuperación del bordado como práctica de resistencia feminista. @bordalalivre. Ha realizado más de 60 talleres y espacios de encuentro en Latinoamérica y Europa. Ha expuesto su trabajo textil en museos y espacios comunitarios.
Ha investigado, presentado en congresos y escrito artículos y ensayos sobre lo común y la comunidad desde una perspectiva feminista
https://www.instagram.com/belentapia_psicologa/
Texto de presentación preparado por Belén Tapia para el lanzamiento de Cuerpos Invisibles de la autora Ignacia Godoy. Fue leído un el miércoles 16 de marzo del año 2022