Convocatoria: Isabel Valenzuela. Narrativa

 

LIBERACIÓN

 

Lo pienso día y noche, ¿es cobardía o coraje?, no lo sé, esto ya es inaguantable, me vigila, me acecha, me acosa. No me deja dormir, no me permite soñar, no deja que mi subconsciente escape, ya que mi cuerpo no puede hacerlo.

Veo a mis niños tristes, los golpea y creo, sospecho, que ha abusado de Melissa, la veo más triste de lo normal, cuando lo normal ya es horrible. Se arrincona cuando él llega, ha mojado la cama y cuando trato de preguntarle, solo baja la vista, llora y me abraza. Ayer volvió a castigar al Vicente, porque quebró un vaso. Vicente ni siquiera lloró, solo lo miró de reojo con odio, no puedo definir de otra forma lo que vi en su mirada. No puedo permitir que siga dañando a mis hijos.

Debo trabajar en el almacén desde temprano, ordenar la mercadería, hacerme cargo de los niños y del aseo, atender a las vecinas mientras él observa desde la caja, donde se sienta todo el día. La señora Ana no ha venido, quiero hablar con ella, me hace bien desahogarme, me sirve. Hace dos semanas que no aparece, creo que ya no viene por que él la mira acusador, él sabe que ella sabe, y la mira, para intimidarla, callarla, como lo hace con todos.

Mi familia ya no viene a verme desde que él los echó a gritos porque trataron de defendernos. Ya no puedo llamar a mi mamá, él sabe con detalle cada palabra que cruzo con ella, lo adivina todo, como si fuera un brujo, más como un demonio.

Lo pienso día y noche, creo que no es cobardía, es liberarme, liberarnos. Mi plan ya esta casi listo, andando. Ha dado vueltas en mi cabeza hace tiempo, es la solución, es lo que tengo que hacer. Él mañana va a viajar, es mi oportunidad, “esto no es vida” me repito diariamente. Y si ya no hay vida que vivir, debo hacerlo, por nosotros.

Se despide, con su mirada amenazante, dejando claro todo lo que debo y no debo hacer en su ausencia. Pero hoy lo haré, por fin seguiré mis instintos y haré lo que yo deseo, lo que he planeado. Él no lo sabe, no puede leer mis pensamientos, aún no llega ahí.

Hoy cerré temprano el almacén y preparé una comida rica para mis niños, los dejé elegir y cómo no se pusieron de acuerdo, cociné dos cosas distintas, la comida favorita de cada uno. Estaban tan contentos, conversamos mientras cenábamos y jugamos a imaginar, como lo hacíamos antes, imaginar viajes, imaginar juegos, imaginar una vida que no teníamos. Ya es de noche, les preparo sus leches, he molido las pastillas que conseguí, para que no sientan, para que no despierten.

Enciendo primero el piso de abajo, paradójicamente, me siento contenta, me quedo por un rato viendo, casi hipnotizada mirando y disfrutando los distintos colores del fuego, amarillo, rojo, negro. Las llamas crecen rápido, abrazando todo, es hermoso.

Disfruto el aroma, el sonido.

Enciendo las escaleras, ya no es necesario que yo lo provoque, las llamas me siguen, bailan conmigo y para mí. Voy a la habitación de los niños, ya no reconozco sus siluetas. Son libres, por fin.

Me acuesto en mi cama, el fuego y su crepitar me rodea. Sonrío.

 

Isabel Valenzuela, (Santiago de Chile). Más conocida como Isa, 42 años. Desde siempre ha amado la literatura. Su sueño no cumplido (aún) es publicar un libro. Participó en talleres literarios desde hace tiempo y disfruta escribir cuentos cortos.

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