AL OTRO LADO DE LA ORILLA
En tu ensordecedora ceguera
era tu ruina la bella luz de la reminiscencia
el destello de la
v e r d a d
no la encuentras plena,
enciendo
la
noche,
apagas el día,
me empapo de realidad
presencia corrompida…
inocencia robada, lobo hambriento
saber estar contigo,
me está (costando la vida),
un brazo,
y dos piernas,
30 noches de estrellas en insomnio
amanecer en aguacero,
¿así
es
amarte?
ser iridiscente,
resulto ser solo un sueño…
Llave de agua
Cuando
toques el azufre sentirás la voz
de acero, ondulante espesor, de
la existencia, inocuo espectador
de mariposas al borde de la muerte,
l l a m a embrutecida
por el sosiego de
l a s r e a l i d a d e s,
perennes
desvelos somníferos
enmascarados de recuerdos…
Alba de úteros
cercenados,
pobres muertos,
muertes febriles,
febriles
p r i m a v e r a s.
Primaveras en crucifixión,
crucifixión sin Cristo,
Cristo sin Dios,
Dios sin reino,
reino sin paraíso,
paraíso sin salvación.
Vida de
parásito,
llegas a
suicidarte…
Aquí, abajo
espectro,
absurda resulta tu existencia, donde duermo y me convierto en hielo, entre la cordura y el olvido.
Tú, que ya no gobiernas mi alma,
desaparece, macabro intento de encontrarme…
– n á u f r a g a –
ya me he ido,
huyo a mi puerto,
donde ahogaré
el daño
con el que maldices,
con brisa salina,
peces decorando mi espalda,
entre las redes inertes que me abrigan…
– p u e r t o –
el más grande dolor de todos, solo tú me lo has infligido,
me convierto en rocío…
– a l g a s –
insulsa bestia que parte mis entrañas,
jugando a devorarme las escamas…
tan frágil,
frívolo
inmerso en soledades…
hoy te derribó,
castillo de flores.
Mucho antes…
Qué bueno es el tropiezo de la roca con el mundo
la bulla y el nudo
la angustia y sus matices
porque no nacen de mi vientre
si no de mi corazón…
Danzas como la política
en las fauces de aquellos animales,
con desconfianza,
alumbrando celo…
Enrédame,
chica salvaje,
suspendida en un péndulo,
ya marchita,
eres solo fuego,
sulfuro corroído,
ecografía de la ternura
pusilánime como ninguna,
casi increíble como un milagro,
lecho asustado,
tronando como la aurora,
toma mi corazón de cianuro,
pártelo en mil pedazos,
como la marihuana,
como la algarrobina,
fúmame en tus falanges
ya es de noche,
se te hace tarde…
Emilia Justiniani (1997) psicóloga de vocación, pero sobre todo poeta de lo invisible e inmarcesible. Nacida en Arequipa, departamento al sur de Perú. A la fecha ha sido publicada en suplementos de cultura, blogs, en un periódico de la región y sus poemas se encuentran seleccionados en una revista de alcance internacional (Movimiento Cultural Internacional ERGO). Miembro de la Red de Escritores Arequipa – REA (2021). Miembro del colectivo «La Chimba» (2021). Con formación actoral en diversas casas teatrales. Actual redactora de artículos en una consultora psicológica de la región. Próxima a sacar primera plaqueta.