Entrevista Montaje a Victoria Ramírez poeta

 

Miguel: ¿Cómo ha sido este tiempo con Teoría del polen y Provincianos editores después de haber publicado Magnolio? ¿Cómo va esa exploración en tu poética después de un explosivo debut?

Victoria: Fue interesante el proceso porque son libros súper distintos: uno fue más experiencial, más desde el yo, más de la familia y tenía que ver más con una inquietud propia de mi historia familiar, pero también estaba muy presente el paisaje y eso es algo que los dos libros tienen. Y en el segundo libro sentí que podía tener una propuesta más conceptual de alguna forma, más crítica y más política en ese sentido. Entonces, el proceso fue súper distinto. De hecho, el segundo libro me costó un montón entenderlo; durante un par de años no entendía mucho lo que estaba haciendo y después lo pude macerar y fui entendiendo más lo que quería hacer: aparecieron distintas capas en el libro, distintas especies. Tuve mucha suerte en lo que estaba leyendo porque siento que me inspiró mucho, una poeta que se llama Inger Christensen o Mary Oliver. Empecé a leer poesía de otras partes, creo que eso igual me ayudó a configurar este segundo libro. Sobre todo, libros sobre inteligencia vegetal; algunos más científicos y en ese sentido más ensayísticos. Creo que por el libro quedó medio hibrido y tiene esos textos medio informativos en prosa y por otra parte hay verso libre que es muy lirico y de repente hay juegos versales que son como especie de estructuras que armé para el libro. Entonces, yo creo que fue un proceso mucho más intuitivo. El segundo libro quizás más libre en el sentido de que me sentía con una libertad distinta para a hacer cualquier cosa; porque en el primer libro creo que tenía otras expectativas que después me dieron un poco lo mismo.

M: Magnolio tiene cuarenta poemas. Aborda temas de infancia. Dibujas con la lírica muchos paisajes y también recalas un poco en esta intimidad provinciana. ¿Cuáles son esas reglas que tú crees que empezaste a quebrar en Magnolio?

V: Yo soy de Santiago, pero viajo harto al sur y tengo familia allá. Yo igual tenía ese conflicto entre lo provinciano y la capital; de la naturaleza y la sociedad en diferentes espacios. ¿Cómo romper las estructuras de mi primer libro? No sé si sé pueda hacer eso. La poesía juega mucho en romper la sintaxis en una oración, y todo el rato está rompiendo la sintaxis, está rompiendo el reloj biológico del lenguaje. Entonces en ese sentido, claro, había que desestructurar algo. Pero creo que eso es una tarea un poco genérica de la poesía. Creo que siempre es un poco anti-sistémica en ese sentido. Siempre está rompiendo con la lógica más tradicional del lenguaje. También hay una tensión en eso, creo que esa tensión me interesaba a nivel de jugar mucho con la cantidad de especies que hay y en Teoría del polen aparecen mucho los nombres comunes. Por ejemplo, no quise poner el latín el nombre de las especies, sino que poner los comunes y corrientes que la gente utiliza al hablar de las especies más cotidianamente. Creo que tiene que ver mucho con la oralidad. A mí me influyó en particular mi tío, siempre era una persona que me hablaba mucho de los cultivos porque él creció en el campo, entonces creo que de ahí tenía esa fascinación por los nombres que tienen algunas plantas. Claro también es una forma de rescatar esa memoria. De hecho, todas las especies que aparecen en el libro están en peligro de extinción o extintas. Y son de un libro que saqué, que hizo la Universidad Austral del jardín botánico de Edimburgo que justamente es sobre plantas en peligro de extinción del centro-sur de Chile. Entonces, por eso las especies no están al azar, no puse cualquier en el fondo. Puse justamente especies que tenían ese peligro. Además, que me interesaba mucho el tema de las categorías, porqué es muy raro esto de la gran cantidad de categorías que hay en términos biológicos y que muchas veces hay poca diferencia entre una y otra categoría. Me parecía interesante eso de poner todo como en saquitos. Hay algo muy colectivo en eso, por ejemplo, las especies que me eran familiares en el mundo vegetal actúan como especies de familias que se protegen me parecía muy humano y al mismo tiempo pueden ser egoístas: protegerse entre ciertos grupos y aislar a otros grupos. También tienen técnicas, en el fondo, para comunicarse. Se ha descubierto que los árboles tienen cierta estructura en las raíces que suenan de tal forma, que es una forma de comunicación. Además, del olor, de la humedad, de poder medir los minerales en la tierra. Me parecían que todas esas cosas eran formas de comunicación que podían extrapolarse a la comunicación humana. Yo creo que un poco el libro va por ese lado, como hacer todo el rato, la comparación como lo humano y lo vegetal y también lo animal y como se convive de forma armónica y muchas veces como de no armónica. Que por ahí va la crítica del libro en el sentido de cómo el uso de los recursos naturales de manera totalmente descontrolada.

M: ¿Crees qué en esa capacidad de criticar la perspectiva del gran relato, de cómo se entienden la naturaleza, un poco dispuesta para el arbitrio del capital? ¿Cómo nace la postura poética, la sensibilidad?

V: Yo creo que eso es súper interesante, en el fondo, estamos viendo un momento en que todo el rato se habla de cambio climático, todo el rato se habla de desastre ecológico o derretimiento de los glaciares. Por ejemplo, la extracción de los recursos de manera indiscriminada. Pero claro, llevarlo a algo que tiene que ver con obras artísticas, es otro lenguaje. A mí me sirvió mucho una obra de Manuela Infante que se llama Estado Vegetal. Es una obra que me gustó mucho, porque aparte trajo un disco que a mí me encantaba en la adolescencia, que es un disco de música hecho para plantas. De música electrónica de Mort Garson. Como que esa obra mezcló muchas cosas que me gustaban a nivel personal. Y creo que hay otra gente que está trabajando estos temas en libros, en cine, en arte visual. La misma Cecilia Vicuña es una artista con la que yo tengo cercanía y he trabajado más. Ella tiene una perspectiva ecológica en su arte visual, pero también en las instalaciones que hace, las performances, las películas que ha hecho, en su poesía. Entonces, creo que son temas que ahora están apareciendo, pero que en el fondo quizás, la pregunta es cómo se trabajan estos temas. Y creo que ahí entra el tema de la disciplina y para mí tenía interés en trabajar de lo post-humano desde otras perspectivas que no fueran humanas y por ahí creo que fue apareciendo el libro. Y eso junto a lecturas de poesía que me ayudaron un montón a definir la voz o las distintas voces. Porque al final el libro igual termina teniendo varias voces y distintas estructuras. O sea, para mí hay por lo menos tres estructuras versales que se van repitiendo en el libro.

M: ¿Cuándo Teoría del polen se une a lo personal, como surge esa inspiración? ¿En qué momento decides yo soy la autora de esta voz, de este poema, pero voy recogiendo desde la naturaleza el conocimiento?

V: Creo que un momento muy clave fue cuando estábamos en pandemia y que escribí súper poco porque estaba muy pendiente de lo que estaba pasando y más bien me encerré y me paso eso que a mucha gente le habrá pasado, de tener un tiempo introspectivo. Me acuerdo cuando tuvimos uno de esos primeros espacios de libertad, fui a la playa con un grupo de amigos y en un momento estaba mirando a una familia jugando en la playa, gente corriendo, etc. Y como que vino está idea de lo que todavía podíamos hacer, porque extrañaba mucho la vida social que tenía antes de la pandemia: ir a fiestas, por ejemplo. Entonces me pregunté mucho, la necesidad de ver gente. Tenía muchas ganas de ver gente y creo que en ese momento me empecé a preguntar, en este tiempo medio bisagra que teníamos de la pandemia, las cosas que íbamos a hacer y las cosas que dejaríamos de hacer en el futuro. Creo que de ahí surgieron esos poemas que son más personales que aparecen en el libro y que comienzan con el verso de: ‹‹aún es posible››. Y de ahí las distintas posibilidades que van apareciendo. Son tres poemas que van cerrando cada sección del libro. En eso igual fui súper ordenada. Pero mi idea era un poco eso, era destacar lo que todavía podíamos hacer porque me imaginaba que iba a llegar algún momento en que las cosas que disfrutamos cotidianamente ya no van a ser tan posibles. Y lo pienso un poco con el tema del agua o con otro tipo de cosas que son placeres cotidianos que en algún momento; quizás diez, veinte años, no sé, yo pienso en los niños de ahora cómo van a sobrevivir en un futuro de treinta años más o cómo va a ser su relación con el agua en diez o veinte años más. Entonces, creo que ahí iba más la parte personal porque estábamos viviendo un momento de mucha incertidumbre. Muy extraño. Un momento histórico al final.

M: ¿Tú crees que esta fórmula que ocupaste para Magnolio, también la ocupaste de alguna forma para Teoría del polen?

V: Son fórmulas distintas, no lo pensé como que tenía que seguir una línea y que tenía que hacer lo que había hecho antes. Aparte que recién he publicado un libro, lo que me pasa es que estoy explorando, que después termina siendo algo muy distinto y me parecía súper bien tener esa libertad.

M: ¿Qué estudiaste?

V: Estudié periodismo en la Chile y después de terminar, recién ahí me metí en algunos talleres, primero de narrativa y de poesía. Tomé un taller de poesía experimental con Carlos Soto Román y que me abrió mucho la cabeza; ahí conocí referentes, ahí también conocí a Juan Luis Martínez. Pero también a otros artistas visuales que me mostraba Carlos; que creo yo me ayudaron a pensar en lo que me interesaba hacer. Y después vi que había todo un circuito y empecé a concursar en premios y de alguna forma se hizo más rápido.

M: ¿Y en esa experiencia tú entraste a un colectivo de poesía al Frank Ocean?

V: Estuve en una residencia en EE.UU. que se llama McDowell. Y ahí también había estado Carlos Soto Román. De Chile han estado algunos artistas visuales, músicos, y escritores. Ahí tuve un primer borrador del libro. Estuve un mes y después volví cuando fue el estallido. Y en el estallido empezamos a trabajar con el colectivo Frank Ocean y comenzamos a hacer traducciones de poemas muy políticos del inglés al español, algunos que sabían portugués también al español y así.

M: ¿Te sirven esos elementos identitarios para el arraigo, para identificarte?

V: Yo diría que quizás en Teoría del polen sí, porque usé hartos nombres chilenos para nombrar plantas o especies… En las traducciones no lo sé porque yo en el colectivo lo que hemos hecho, sí, es hacer revisiones colectivas y ver cómo iba quedando finalmente. Por ejemplo, en un poema que decía Fuck the pólice, nosotros los tradujimos como Pacos culiaos. El poema de hecho se llama Pacos culiaos. Entonces, eso sí, es totalmente chileno. Esas fueron decisiones que se tomaron como colectivo.

M: ¿Cómo es tu proceso creativo?

V: Soy más de tener periodos en los que escribo harto, por ejemplo, ahora estoy escribiendo mucho porque quiero presentar un libro al Fondo del Libro y justo he estado leyendo cosas que me han interesado un montón. Hoy me terminé un libro de Tamara Kamenszain, como que he estado leyendo hartas cosas, en poesía, sobre todo. Y cuando leo mucho y tengo tiempo para leer generalmente escribo bastante. Pero también he tenido periodos en los que escribo poquito. Por ejemplo, estuve haciendo mi tesis de magister y no escribí nada, cuando tengo mucho trabajo también dejo de escribir. En el fondo soy bien tincada para mis tiempos de escritura. Lo que sí me pasa, es que cuando ya estoy empezando a escribir, generalmente soy súper periódica, por ejemplo, en estos dos últimos meses que estoy escribiendo más, lo hago todas las mañanas o al menos un ratito en la micro. Me gusta mucho leer y escribir cuando voy viajando. Si necesito hacer un viaje en bus o en avión lo disfruto un montón. Son momentos en los que me encierro en eso. Entonces, yo diría que es mi forma. Y también me es más fácil escribir de madrugada, siento que tengo la cabeza limpia, en el sentido que estoy despejada de ideas. Me gusta harto leer en voz alta. Creo que son cosas que me ayudan y que en las mañanas puedo hacer con más libertad porque no es una cosa que uno pueda hacer en el trabajo leer poemas en voz alta, sería rarísimo.

M: ¿Te acomoda destacar en una parte de esta ola de escritores y voces femeninas en la narrativa nacional?

V: Creo que está súper bien que se reconozca más la escritura de mujeres y que se publique más. También me parece que a nivel latinoamericano hay escritoras muy interesantes. En poesía también creo que hay cosas muy buenas. Claro, también pasa que en el fondo lo ideal sería que no fuéramos solamente como parte de un espacio exclusivo, sino que pudiera acceder a todo el espectro como de la literatura. Me acuerdo mucho de Mariana Enríquez que decía que a ella no le gustaba que la metieran en mesas solo de literatura de terror o solo literatura de mujeres porque ella en verdad quería estar en todas las otras mesas. Es lo que me pasa con la pregunta. O sea, sí es interesante que se de todo esto y que sea mucho más fácil publicar, pero que también creo que no sé si llamarlo movimiento porque hay mucha diversidad dentro de eso. Incluso dentro del panorama de poesía hay cosas súper interesantes, súper distintas y yo creo que eso habla de un momento muy rico para escribir y para nutrirse en grupos de lectura, en talleres, en festivales.

M: ¿Crees que, en este momento de cambio social, también fue un momento en que las posibilidades creativas fueron colectivas y que incentivó a mucha más gente a reflexionar y a crear?

V: Yo no sabría decirte si hay más gente creando. Lo que sí creo es que hay muchas más instancias de trabajo. O sea, lo mismo que pasó con el colectivo que tenemos. Nosotros pegábamos afiches en la calle y empezamos a hacer un trabajo colectivo de traducción. Pero así mismo aparecieron un montón de otros colectivos y también trabajo como en las ollas comunes. Yo siento que hubo un trabajo territorial que hizo mucha gente y que es súper interesante y nos llevó a la idea de hacer una nueva constitución.

M: ¿En el lanzamiento o en la difusión de tu libro tuviste alguna experiencia comunitaria?

V: De partida los talleres que tuve antes de sacar mi primer libro me ayudaron un montón a terminarlo, como a editarlo, a ver los detalles. En ese sentido Overol se portó súper bien; nos juntamos varias veces a revisar el libro y quedé muy contenta con el resultado. Y en cuanto a lo socialización del libro, creo que se fue dando naturalmente. También al ir a lecturas, conocer gente, ver el libro en librerías que también es muy raro. Creo que esos procesos se dan naturalmente. Como son editoriales independientes y suelen participar en las ferias del libro, son instancias de socialización. Con el segundo libro me han llegado más sorpresas, porque en el fondo pensé que era un libro más raro o que iba a costar más que llegara a un público. Me he llevado muy buenas sorpresas. Una sensación muy rica. Me pasa mucho que me han recomendado textos, después que saqué el segundo libro, que ahora de repente los miro y digo debería haber leído esto antes. Como que sacar un libro también es eso, abrir diálogos con otras personas y que quizás una sola no puede tener. Ahí, yo creo que viene la parte menos personal de escribir un libro.

M: ¿En Provincianos editores cómo fue tu tema con la edición?

V: Con Andrés trabaje montones los detalles de los versos, a veces los sonidos sonaban un poco raros o no se entendía la idea. Yo creo que uno piensa que, al completar un verso en tu cabeza, todo el mundo lo va a entender igual y en verdad no, solamente tú lo estás completando de la forma que a ti te acomoda. Entonces, creo que en eso Andrés fue fundamental. Él me ayudó mucho con la idea de ecosistema, que era un poco como estas distintas especies, distintas estructuras versales, que finalmente terminaron haciendo una especie de comunidad de distintos poemas. Hubo un momento en que yo tenía una dispersión de poemas y me dijo: ‹‹tienes que hacer un montaje››. Ahí fue cuando dividí el libro en secciones e hice algo muy estructurado; como va a funcionar cada sección, que significa cada sección, como termina cada sección. Trate que cuando hubiese poemas en prosa no hubiese dos poemas en prosa pegados, sino que después en el fondo seguir una especie de línea para las distintas secciones. Y el proceso del libro en si como objeto fue súper lindo porque me metieron mucho en el tema del diseño, yo pude conversar con la editorial y la diseñadora que en ese momento estaba en Barcelona. También el color del libro. Entiendo que también se usaron tintas especiales para que tuviera esos colores más fosforescentes, yo ahí no sé mucho, pero siento que materialmente me preguntaron muchas cosas que para mí fue nuevo.

M: ¿Cómo crees que se da esta relación en los talleres cuando empiezan los primeros borradores, los primeros ejercicios?

V: Los talleres son fundamentales, sobre todo cuando uno está tratando de descubrir que quiere hacer. Y sobre todo para crear comunidad. Conocer gente que está en la misma. Tener lecturas de referencia, para todo eso sirve un montón. Yo igual estuve en hartos talleres. En el último taller que estuve; fue el de la Fundación Neruda. También he hecho talleres que en general han sido de escritura y lectura, he aprendido un montón de las conversaciones que se dan. Sobre todo, cuando hay gente de otras disciplinas; me ha pasado con amigas que son artistas visuales y que a una amiga en particular que se llama Macarena le pasé Teoría del polen, ella lo miró desde las artes visuales y fue muy bacán porque en el fondo se fijó mucho en la forma de los versos; que era algo que me servía mucho; la mirada desde ese lugar. Considero que compartir el texto antes de publicarlo también es importante. Si, también me pasa, que hay un momento cuando uno está escribiendo, es aislarse un poco y hacer lo que uno quiere hacer. Porque si estás muy pendiente de la opinión de los demás no puedes escribir. Por lo menos a mí me pasa eso. Me gusta mostrar las cosas cuando ya están terminadas o en el proceso final. Porque si las empiezo a mostrar al principio, es como que me cohíbo con lo que quiero hacer. Fue algo que fui aprendiendo con el tiempo. Porque creo que cada persona tiene sus propios mecanismos para pensar la escritura.

 

 

Victoria Ramírez Mansilla (Santiago, Chile, 1991). Ha publicado el libro de poemas magnolios (Overol, 2019) y el fanzine Alud (Amistad, 2018). Obtuvo el Premio Roberto Bolaño en 2016 y el Premio Juegos Literarios Gabriela Mistral 2017. En 2019 fue becaria de la residencia Macdowell en New Hampshire, Estados Unidos, y del Goethe Institute en la residencia “entreLíneas”, que conecta a escritores de Alemania y Chile. En 2019 obtuvo el Premio Mejores Obras Literarias, categoría poesía inédita, que entrega el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Ha sido parte de antologías en España, Francia, Argentina y Chile. Actualmente forma parte del colectivo de poesía y traducción Frank Ocean.

Link entrevista completa: https://www.instagram.com/p/CiRGkX9q05C/

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