Poesía: Hay ovejas y ovejas y otros poemas. Rosabetty Muñoz

Créditos: Juan Galleguillos

 

 

Hay ovejas y ovejas

 

Las que comen de cualquier pastizal

y duermen con una sonrisa de satisfacción

en los potreros.

Las que caminan ciegamente

por los caminos acostumbrados.

Las que beben despreocupadas

en los arroyos.

Las que no trepan por pendientes peligrosas.

Esas van a dar lana abundante

en las esquilas

y serán sabrosas invitadas

en las fiestas de fin de año.

Hay también

las que tuercen las patas

buscando campos de margaritas

y se quedan horas y horas

contemplando los barrancos.

Esas balan toda la gran noche de su vida

encogidas de miedo.

Y hay, por fin,

las malas ovejas descarriadas.

Para ellas y por ellas

son las escondidas raíces

y los mejores y más deliciosos pastos.

 

                                    

A Rimbaud

 

“Para volver a vernos mañana,

como siempre”

(Inscripción en Nicho 31, Cementerio de Valdivia)

 

Si supieras, Rimbaud

cómo está la vida en estos días

volverías a irte

y con los nuevos adelantos,

le darías unas cuantas vueltas

a nuestro pobre mundo.

Porque es verdad que todo es difícil.

Es verdad que solemos pasear nuestra precariedad

en los colectivos, gritando por la salvación del alma.

Es verdad que nuestros cementerios crecen

los llenamos de flores

y mandamos a escribir las esperanzas en cemento.

Y es verdad también

que necesitamos fuerzas como la tuya

para tomar por asalto la poesía.

 

Sí, seguimos sufriendo por las mismas cosas.

Pero tú elegiste meterte de cabeza en el engranaje

Declarando inalcanzable la maravilla

y nosotros sólo desearíamos

que hayas estado equivocado

o que algún resabio de perversidad

te haya hecho callar otra verdad definitiva.

Porque Rimbaud,

el hombre no puede ser tan poca cosa.

 

 

Deseo.

 

El deseo es un barco poderoso

arriando anclas y cadenas

en medio de la noche.

 

Estallando con el estrépito

de las posibilidades.

Bajo el silencio crispado

el ansia apenas perceptible.

 

Es también, el despliegue de luces

en las islas de canales tan angostos

donde un barco, más que navegar,

acaricia.

 

 

La flor de la dicha

 

Aquí, a orillas de la mesa

con la ventana entreabierta

y una tetera silbando monocorde,

el instante despliega su andamiaje.

 

Descanso el rostro sobre el brazo

y me dejo recorrer por esta paz.

Ya antes de todo, ahí

en ese sitio

estaba concentrada la plenitud.

 

El fuego, la luz, los objetos amados

reunidos en capullo

se abren sin aspavientos.

 

Es la flor de la dicha

que estalla unos segundos

y perfuma, al extinguirse,

los demás momentos del día.

 

 

Miniatura.

 

Me veo de espaldas a los postes

que sostienen el muelle.

Como las doncellas de estampas infantiles

que esperaban la embestida del toro

rezando iluminadas.

 

Así me veo.

 

No estoy de blanco. Ni arrebolada

por el amor eterno:

firmes las piernas sobre la arena

mi palpitar se acompasa en el rugido

de ese mar

que habrá de descuajarme.

 

 

Elaboración de la casa permanente

 

Uno

 

Mi hermana a veces regresa

y en esos días

construye maquetas

casa en miniatura ventanas armarios

puertas que se abren y – sobre todo –

se cierran.

Elabora muñecos vestidos de fiesta

copa en la mano, ninguno está solo

Cada vez son más pequeñas las varillas

preciosos los trajes

fina la cristalería.

 

Mi abuela dice que somos víctimas

del fin de los tiempos

que mi hermana llora porque no puede entrar

a su casa.

 

Dos

 

Los nuevos tienen discurso, dicen

“nadie quiere una casa con vecinos”

No se hablan, no se hacen señas

de una casa a otra.

Demasiada distancia.

Copas de árboles frondosos

extensiones de la propiedad.

 

Sueñan una casa una persona.

 

Aprendieron varias lenguas

Y han viajado

Pero mudos en su heredad

Sin herederos

 

Tres

 

Termitas en los envigados

Termitas en los poyos que lo sostienen

 

Cáncer de los edificios.

Ingresos brillantes, portones eléctricos

Que nada más inaugurarse

empiezan a morir.

 

Peluquerías     pinches    copias de llaves

un ciego en la ciudad

se deteriora el espacio de los privilegiados

llegan los otros.

La palabra cargada que expulsa hacia los márgenes

y va colonizando

subiendo con sus escogidos trepando.

 

Allá van los solos

que no quieren vecinos.

 

Cuatro

 

Sobre la mesa,

la jarra del agua transparente.

 

Al final de la cena

cuando los comensales han salido

cada cual detrás de su sombra

la densa materia líquida

se ha enturbiado.

 

Afuera es el espanto del mundo

Allá van los heridos

Los desmembrados rotos

 

Dejando atrás

un refugio en llamas.

 

 

Rosabetty Muñoz. Nace en Ancud, Chiloé en 1960. Ha publicado Canto de una oveja del Rebaño, Ediciones Ariel, Santiago (1981); En Lugar de Morir, Editorial Cambio (1987); Hijos, Editorial El Kultrún, Valdivia (1991); Baile de Señoritas, El Kultrún (1994); La Santa, historia de su elevación. Lom ediciones (1998); Sombras en el Rosselot, LOM ediciones (2002) Ratada , LOM ediciones (2005) En Nombre de Ninguna (ediciones El Kultrún, Valdivia, 2008 );  Polvo de Huesos (Ediciones Tácitas, 2012); Chiloé, ovejas en la memoria (Quito, Ecuador, 2016); Hijos (Ofqui Editores, 2016); Ligia (LOM Ediciones, 2019); Técnicas para cegar a los peces (Ediciones UV, 2019); Misión Circular (LUMEN, 2020); Santo Oficio (UDP Ediciones, 2020). La Voz de la Casa (ediciones Universidad Católica del Maule, libro liberado 2021) UCM, libro en papel 2022. Ha recibido distinciones por su trabajo, algunas de ellas son: Premio Pablo Neruda, por el conjunto de su trabajo (2000); Beca Fundación Andes (2000); Premio Consejo Nacional del Libro por Sombras en El Rosselot, como mejor obra inédita (2002); Premio Regional de Arte y Cultura (2012). Premio Altazor 2013 por la obra Polvo de Huesos. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua (2014); Premio a la trayectoria 2018 otorgado por poetas jóvenes y Fundación Neruda. Premio Manuel Montt otorgado por la Universidad de Chile por la obra Ratada (2018). Candidata al Premio Nacional de Literatura 2020. Premio del Círculo de Críticos 2021 por el libro Misión Circular (Lumen 2020) Premio Municipal de Santiago en poesía por el libro Técnicas para Cegar a los Peces (2020-2021) Premio Atenea 2021 por el libro Santo Oficio. Poeta Residente Universidad de Concepción (2022) Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier (2022)

 

 

 

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