Elixir de descomposición. Comentario al libro Bathory
Por Jorge Cocio
¿Qué es más impactante, la ficción o la realidad? Si hay algo que siempre nos deja esta interrogante no es el dar una respuesta categórica de cuál es mejor, sino más bien reconocer que por ambas vías se pueden generar grandes efectos en el arte de contar historias. Porque, aunque la realidad es siempre el material de origen de lo que escribimos es nuestro ser quien le da la vuelta a la moneda.
Bathory es el título de la segunda novela de Alfredo Torres (Victoria, Chile, 1970), autor radicado en Lebu y que ya tiene a su haber otro texto narrativo llamado La Conciencia Mutilada, el cual permite reconocer un interesante cambio de perspectiva al pasar de un relato introspectivo y crítico, a una metaficción histórica con una estructura que juega con la temporalidad. Así, Alfredo entrega un interesante punto de vista al tomar un personaje histórico y lo coloca en la actualidad para proporcionar puntos de vista sobre cómo vemos el pasado que tanto olvidamos y tergiversamos.
De esta forma la escena que da inicio a la obra plantea lo siguiente: “La mujer lleva años encerrada en un cuarto a oscuras, solo con una vela titilante por la noche. Padece hambre, frío, su cabello ha crecido, sus uñas parecen garras de animal salvaje…Pero el poder y la belleza perdidos, aún no la tumban del todo: sobrevive, nadie sabe cómo, tal vez porque tiene pacto con el demonio, como aseguran los aldeanos”. Entregándonos información para comprender todo lo que se va a desarrollar en las siguientes páginas donde el poder, la familia, religión, violencia e intrigas de palacio conforman un contexto que podemos conectar con nuestra actualidad para preguntar qué cosas realmente han cambiado con el paso del tiempo.
Entonces, ¿hacia dónde nos lleva esta obra? Personalmente me parece un ejercicio fascinante de retratar a través de la violencia de la protagonista, una suerte de manifestación de todo lo oscuro que tenemos cuando superamos los límites del libre albedrío acercándonos así a una conexión contemporánea de una sociedad a la deriva de su libertad. Por lo que me lleva a preguntar ¿Es Bathory una sombra de lo que negamos a ser o no será la fuerza de la naturaleza humana que siempre busca manifestarse, pero que al encerrarla se termina convierto en lo demoníaco?
Por lo tanto, Bathory se enmarca en la categoría de obras donde realidad y ficción se entremezclan, elaborando un tejido narrativo que puede tanto poner en entredicho lo que se conoce de alguien, pero al mismo permite acercar esas vidas complejas y con matices. Porque toda figura histórica que perdura en la memoria colectiva no deja de ser un ente de ficción para el deleite y morbo de quienes no les conocimos ni vivimos en su tiempo y que juzgamos rápidamente, pero olvidamos que bajo todas esas historias también amaron y sufrieron buscando dejar algo en el mundo.
Alfredo Torres