Un susurro crepuscular
El sol y su inclemencia indómita
golpea el asfalto craquelado
de la avenida Lo Espejo
y sus poblaciones colindantes.
Frente a frente
las ciudades chocan sus órbitas.
Los camiones de basura industrial
Llegan a morir al acopio exhumado,
mientras en la autopista
danza la esquirla hostil
liberando el puñal de la astilla
en la esquina desmembrada
por bocanadas de acero criminal.
Tres perros de petróleo,
antes abrazando el orfanato,
abren el portal, siempre alertas
detectando almas hostiles,
para caminar hacia el
firme látigo de los metales.
Una tímida lámpara de aceite
refugia en secreto
a un taciturno peoneta,
buscando con torpeza
el correcto grabado de falso fieltro.
Los más antiguos extienden
un susurro crepuscular
hacia la cabina
ornamentada por el rosáceo desnudo de afiche tiznado,
alzando un verbo macizo
de febril código
de minerales que se agolpan
para siempre
en los nudillos engrasados
en las uñas de los más viejos
un empuje de instantáneo renacer
cada vez que se abre el portón
aunque más tarde
la crueldad necesaria del juego de azar
no cambie este destino.
Un pequeño carril
Un pequeño carril
que se arrastra oxidado.
Empolvada cuna
abriendo camino
entre el barrial y la basura.
Dentro del cubículo,
los pequeños ojos fijos
en el resbalín olvidado
y su pintura azul craquelada.
La criatura agita sus brazos.
Un viejo columpio cruje
jugueteando con el viento,
levantando polvo de ángel
sobre el pasto seco.
Ella dirige el cochecito,
cansada y resignada
de este escenario de maravillas,
segregación
y soledad.
La siempre repleta panadería
La siempre repleta panadería,
con sus clientes de cabellos plateados,
siempre fieles,
juntando monedas,
formando filas en las afueras,
impacientes en un umbral de aromas de masas dulces
y hallullas recién hechas,
atiborradas como rocas volcánicas
en canastillos de mimbre.
En la baldosa tibia
siempre un perro-lobo espera,
maravillado por aromas que surgen
del olimpo culinario.
En el mostrador generoso
se filetea el fiambre rosáceo
con rápida parsimonia,
mientras la anciana advierte
que es sólo 1/4,
para las visitas.
A esta hora el té caliente,
humilde y proletario
sopla su vaho de reencuentro y descanso,
frente a la teleserie de turno.
Desde lejos de este mundo,
los calmos sorbeteos
son eco de una tarde de abril.
Maestro
Sacando fotocopias
de sus arrugados cuentos
en un local de la calle Carmen,
recogiendo y alimentando gatos
en 10 de Julio,
bebiendo vino en caja
en Lira con Ricaurte.
Husmeando en la basura de Los Pollitos Dicen.
Él siempre fue el protagonista de sus historias incompletas.
Un narrador dentro de su propio mundo,
porque estaba en todos los rincones de la ciudad
y sabía todo.
Cuántas veces enseñó lo mismo
-el narrador omnisciente-
en la escuela de Pedro Aguirre Cerda.
Antes de meterse en su personaje.
La divina matrona
La divina matrona
de la educación municipal,
venerada en el santuario
de sus años de servicio inagotable.
Muchos la vieron
en una tarde de agosto
reemplazar a dos profesores,
consolar con ternura
a la adolescente preñada,
regalar dipironas,
enseñar las tablas en el pasillo,
mientras abrochaba cordones de zapatos
y regalaba monedas a los niños.
En su escritorio
recibió el resultado de su evaluación,
que rezaba amenazante
el dictamen de «Nivel Básico».
Pero nadie jamás pudo encasillar su corazón.
Un gigante umbral
Sería raro ver a un niño caminar por estas calles,
incluso ver una jauría de perros hambrientos desfilar en calma.
No veo el platear de los cabellos en risa asfixiar.
Un gigante umbral
que avanza lento y nocturno
de vuelta a casa.
En un vidrio invernal
el paisaje secular
de un domingo que ya no volverá.
Pero en este asfalto del eterno retorno a casa,
Todas las fábricas dormidas y bodegas ocultas
en el tierral de los pueblos,
las longevas maquinarias y templos de metalurgia,
susurran al mundo la verdad de una presencia absoluta.
Saludan al capitán que emprende un último viaje.
Y mientras dibujo en el vaho
y ya pasan pocos autos en la carretera a Melipilla,
entiendo que en la ferocidad de los sistemas
y en el palpitar de la vorágine,
el empuje del martillo siempre fue incesante,
desde llegado el alba.
Su fuerza inagotable derrumba hoy la injusticia
que castiga a la sociedad.
Y en medio de esta sentencia brutal,
el núcleo alcanza la quietud necesaria,
al evocar siempre, a un maestro que jamás abandonó.
Un guerrero de mil contiendas contra la premura,
un héroe proletario.
Mientras siga vagando en este mundo feroz,
la energía de su mano cálida
la plenitud de su presencia íntegra
su alegría valiente e indispensable,
serán el instrumento para vivir todos los días.
Astro
A través de un arrebol sublime,
cuando los rayos de primavera
en su esplendor lozano
arrullan con afecto el jardín,
un hombre de fiel roble retorna de su faena,
ya sin cansancio.
Porque en el germen de un nuevo trayecto,
la conciencia es plena y colmada de vida.
En un crepitar de voces y presencias perpetuas,
nos encontramos cara a cara
deambulando errantes, buscando respuestas.
Luego de haber abrazado piel y ojos.
Pero lo extraterrenal
contiene la parsimonia que las mustias almas efímeras exploran.
La única materialidad:
es en el olimpo que buscamos,
donde yacen las almas de los héroes.
Cuenta la leyenda milenaria
que en Santiago existió un ángel,
que protegía a los niños del brutal frio matinal,
las largas esperas y filas en paradas grises y de hojalata.
Ellos no conocían la hostilidad
del vaivén de la monstruosa máquina.
Las criaturas, por derecho sacrosanto,
nunca viajaban en transporte público,
bajo el amanecer glacial,
por desconocidos y lejanos parajes.
Las alas del ángel en la garita desierta.
Marco Martínez (Santiago de Chile el 15 de mayo de 1981). Es poeta, músico, profesor de Lenguaje y director de Radio Artefacto Sonoro. En sus textos, recoge una inspiración lírica desde la marginalidad y el asfalto, incorporando historias, situaciones y escenarios que rinden homenaje y culto al mundo proletario, docente y de personajes antiguos. Dentro de sus referentes literarios, está el escritor chileno Jorge Teillier, Enrique Lihn y la crónica de Pedro Lemebel. Ha publicado tres discos de poesía y música bajo el seudónimo de Marcotasonico, siendo una propuesta Spoken Word difundida en medios de México, Argentina, Colombia y ha tenido variadas apariciones en Radio Universidad de Chile (programas Perdidos en el espacio, Altavoz y Mal Andanza). Junto con ello, el video clip “Astro” fue presentado en la 4ta versión del Festival de Poesía y Música en Centro cultural San Joaquín de Santiago. En su discografía ha contado con la participación y colaboración de variados músicos, escritores y artistas del circuito underground nacional, tales como Yanko Tolic (Massakre) y Evelyn Fuentes (Christianes), Descargo y Maleficio, Rosario Ferreiro, entre muchos otros. Su último disco “Astro” se encuentra en plataformas de difusión digital y a la venta en formato físico en disquerías Sonar, La tienda nacional, Triangel, entre otras