Amuletos
iba a dejar todo lo que tenía
en los bolsillos
para caer
más lento
la creencia en ciertas cosas
me ha hecho pensar que miro una escena distinta
cuando un niño juega a enterrarse en la arena
y al fondo los cormoranes confunden a los turistas
yo solo buscaba una conchita tornasol para llevar a casa
que hoy tendría de cenicero
de niño en el patio
hacía hoyos y buscaba tesoros para mi abuela
una piedra que brillara
o se pareciera a un corazón
las guardaba en mis bolsillos para tenerlas a mano
por si hubiera que salir corriendo
ante un terremoto o una estampida
solo quería estar seguro
de que las cosas fijadas en mis ojos
tendrían un valor para las palabras de calma
que me decías por las noches
Observaciones del que espera
esperar la noche
era entender la oscuridad
en cada piedra lanzada
iba un sueño
mirar cada concha de mar
como un hogar abandonado
despertar a las polillas
al revisar en los bolsillos
la sombra de cada cosa
se evapora del suelo
saber que este color
solo dura unos segundos
el viento persiste en una vida despierta
porque todas las hojas de un árbol
pueden ser pájaros dormidos
“Así, por mucho tiempo, cuando al despertarme por la noche me acordaba de Combray, nunca vi más que esa especie de sector luminoso destacándose sobre un fondo de indistintas tinieblas, como esos que el resplandor de una bengala o de una proyección eléctrica alumbraban y seccionaban en un edificio, cuyas restantes partes siguen sumidas en la oscuridad”.
Marcel Proust
no es necesario encender la luz en casa
cada objeto pertenece a la memoria
por un vaso de agua
es posible llegar desde la cama a la cocina
una luz interrumpe el ejercicio
los focos del auto del vecino
que otra vez llega tarde
se trata de comprobar que todo está ahí
los recuerdos tienen esa iniciativa propia
de completar los espacios vacíos e invisibles
no hay tiempo para mirar todos los días
estas fotos
se pierde la nitidez de la imagen
es repentino
y no vemos ese cambio en el color
por eso un día en que toca limpiar
cambiamos de orden los muebles
sin saber por qué
buscamos entre lo perdido
la casa de la infancia
“apoyaba blandamente mis mejillas en las hermosas mejillas de la almohada, tan llenas y tan frescas, que son como las mejillas mismas de nuestra niñez. Encendía una cerilla para mirar el reloj… y la esperanza de ser confortado le da valor para sufrir”.
Marcel Proust
todo lo que tocábamos era de nuestro mundo
aunque quisiéramos que fuera de otro
descubrir era crear para los ojos que brillan
de igual manera ante el asombro
alegría y miedo
las noches de no poder dormir
eran eternas
y cambiaban de posición las sombras cuando había luna
hasta perder el tiempo en la imaginación
de que volviera a dormir en la pieza
de donde alguna vez creí que nunca saldría
pero el sol apaga a la luna
le quita ese brillo misterioso
todo azul ahora con los colores reales
levantarse estirar la cama
salir y volver para encontrar la forma
de generar calor con un solo cuerpo
y mantenerlo
Interrupción de un paseo
eres un temblor
luego de cualquier noticia que lleve un nombre conocido
las manos reproducen el ruido
como única distracción posible
damos sentido a lo insignificante
proteger el cigarro de la lluvia el papel de las manchas
porque salvar las cosas que son capaces de sostener un mundo
nos lleva el corazón nuevamente a flotar en una poza
hasta borrar a toda una montaña que temblaba en el suelo
rompemos la imagen con nuestro movimiento
salvamos nuestras pertenencias olvidamos
dejamos que los pasos molesten a las aves
caminamos con una mano en el bolsillo
sin ritmo sin buscar
inútilmente monedas y papeles
que suenen y recuerden el día de ayer
caminar al fin
es mirar lo que va quedando atrás
Recordatorio
a C.B.
yo solo quiero que me digas
si ayer
la noche
tenía los mismos ruidos que hoy
el viento desgranando árboles en el techo
el nacimiento de las polillas que desvela a los gatos
situaciones cotidianas que envolverían
cualquier momento años después
arrastrado un elástico vencido
a la noche en que no dormí
para así recordarla:
dejar estos detalles
como un recordatorio
para cualquier día
en que pise arena
y vea un glaciar
intentando los colores de la luna
Estábamos en la orilla preparando el desayuno
el lago tranquilo como todo en esa mañana
nunca sabemos cuánto durará un espejo flotando en el agua
o una ventana quieta que no mueva puertas a golpes
de niño escribía encima de las canciones
son las mismas que he cantado todos estos días
pero no recuerdo ninguna de las palabras que yo agregué
a esos ritmos que hoy no encajan
te dije que buscáramos otra orilla
otro lago donde pasar una mañana
esta vez con la certeza de que lloverá y se nos mojará todo
aunque tú solo querías la de aquella vez
con la sorpresa como palabra
siempre en la punta de la lengua
aun sabiendo de la lluvia
Hernán Contreras R. (Santiago, 1990). Forma parte de Memorias Colectivas, agrupación que trabaja en el área del patrimonio inmaterial. También integra el equipo del Colectivo Abierto. En lo literario, fue finalista en el XVI Concurso Literario Gonzalo Rojas Pizarro 2019. Aparece en las antologías poéticas Pánico y Locura en Santiago (Editorial Santiago-Ander, 2018) y Voces Territoriales – La Revuelta Callejera (Estructuras Rotas, 2020). Ha publicado la plaquette Proyecciones (La Maceta Ediciones, 2018), el poemario Trayecto hacia algunos días (Ediciones Filacteria, 2018), mención honrosa en I Premio de Poesía “Rostros”, Colombia. También el poemario Voces a la barricada (Editorial Camino, 2021) y la plaquette El agua que baja (Porlasmias Ediciones, 2022). Actualmente reside en Puerto Montt.