MATCH
―Y tú, ¿qué buscas? ―preguntó él, después de haber respondido lo que todos responden. Nada en específico, ver cómo se dan las cosas y dejar que pasen. Fue él quien comenzó a hablar sobre el tema. Ella no había preparado ninguna respuesta. Nunca lo hacía porque confiaba en los efectos del alcohol sobre su cuerpo y en su finísimo sentido del humor, que lograba conquistar siempre a los hombres, sobre todo a los de ese tipo, que se piensan que una mujer como ella no existe, porque dentro de sus cabezas solo las hay de dos tipos: las que son bonitas y las que son simpáticas.
―¿Me esperas un momento? ―dijo―. Necesito ir al baño.
―Claro ―dijo él, haciendo un gesto con su mano como diciendo ‹‹adelante››.
Mientras él espera, ella aprovecha de pensar sentada en el baño. No sin antes haber colocado dos capas de papel higiénico sobre el inodoro. Cuando solo hace pis no es necesario porque sus piernas resisten la breve sentadilla, pero en casos como esos no se sabe cuánto pueda demorar el asunto y es mejor que sus nalgas se sientan cómodas. ¿Qué buscaba ella en una relación?, ¿buscaba algo saliendo con tipos diferentes todas las semanas? Llevaba bastante tiempo soltera y ya había olvidado qué era lo que le gustaba de los hombres, quizás se tratara de una simple costumbre. Quiero a alguien que me sepa valorar. Si lo sé, es lo mínimo, pero una ha permitido tanta cosa. Quiero a alguien que me desenrede el pelo hasta quedarme dormida, que acaricie a los gatos de la calle y se acurruque a mi lado cuando esté cansado. Quiero a alguien que me bese con sabor a té de hierbas y le gusten los poemas de Idea Vilariño. Eso quiero, quiero a alguien… Interrumpió su pensamiento al escuchar el ¡Poop! en el agua. Se limpió. Tiró la cadena. Lavó sus manos. Volvió a la mesa.
―¿En qué estábamos? ―preguntó acomodando su pelo detrás de la oreja.
―Te había preguntado qué buscas en una relación ―dijo él, dándole un pequeño sorbo a su cerveza y dejando un bigote de espuma sobre sus labios.
―Ah sí. Eso. Nada, dejemos que las cosas fluyan. Que todo fluya y nada influya ―dijo ella con un tono juguetón.
Él se rio y pensó que había encontrado a la mujer perfecta. Ella, por su lado, supo que aquel fin de semana tampoco volvería sola a la cama.
María José (25). Profesora de Filosofía y entusiasta de la literatura, los dramas adolescentes y los gatos.