Sentada en la butaca de la sala de estar, observaba con aburrimiento el pasar de las horas en el reloj. Llevaba varios meses incapacitada y debía guardar reposo, a estas alturas estaba segura de que la butaca no se separaría de mí al levantarme. El dolor en el costado derecho y en el abdomen era más intenso que de costumbre y ni tan siquiera la morfina aliviaba mi tormento. Un calambre recorrió mi cuerpo y coloqué mi mano en mi vientre.
Juraría que se movía algo en su interior, algo punzante, algo con voluntad propia. Convencida de que había perdido la razón, cerré los ojos, intentando dormitar.
Fuera de la casa se había desatado la característica y brutal tormenta eléctrica de verano y cada rayo iluminaba mi oscura sala de estar. Un escalofrío y un calambre devoró por dentro mi cuerpo. Un nuevo rayo iluminó la sala de estar y un fuerte trueno sacudió los cimientos de mi casa. Abrí los ojos y en la oscuridad pude discernir unas sombras que antes no estaban y no correspondían a ningún mueble o lámpara de la casa.
Un dolor nuevamente atravesó mi vientre, la agonía me hizo caerme de la misma butaca, incapaz de permanecer quieta, intentando huir de lo que fuera que se encontraba en mi abdomen. Durante un minuto, los pinchazos se repetían, cada uno más intenso y tremendo que el anterior. Me giré en el suelo, boca arriba, la mano en mi vientre bajo, el cual estaba más abultado, palpitando. De refilón, vi a las extrañas sombras tornarse en figuras encapuchadas con garras ensangrentadas, emitiendo rugidos similares a los de una bestia hambrienta.
Un trueno hizo temblar la casa y gemí de dolor al notar un pinchazo inhumano, me giré en el suelo, llorando de rabia, mientras escuchaba extraños murmullos que provenían de aquellas figuras macabras. Empecé a convulsionar, gritando, llorando, maldiciendo mientras el dolor me desgarraba y devoraba por dentro.
Y entonces, ante mi espanto y horror, un arpón salió de mi vientre, destrozando mis vísceras, notaba la sangre deslizándose por entre mis piernas. Incapaz de gritar, en shock, vi como una figura se acercó a mí y sin dudar, agarró el arpón y lo sacó de mis tripas, dejándome moribunda en el suelo.
La figura se quitó la capucha y mostró el rostro de una mujer con los ojos inyectados en sangre, dientes desfigurados y unas garras que se asimilaban a las de un ser del inframundo.
―Levántate ―me ordenó con voz grave y de ultratumba
Sin voluntad alguna, noté como mi cuerpo se elevaba del charco de sangre, mis vísceras cayendo al suelo. Mis manos se cubrieron de fuego, consumiéndose por las llamas mientras mis inhumanos gritos y las risas de aquellas figuras retumbaban en la sala de estar. Miré hacia mis manos, ahora convertidas en espantosas garras. Mi vientre abierto en dos me mostraba que esto debía ser obra de brujería o del mismo demonio.
Miré a los ojos a la figura delante de mí, quien sostenía un espejo. Lo colocó frente a mí y ante mi incredulidad, mis ojos no eran marrones, sino rojos, inyectados en sangre.
Reí histérica y sonreí al espejo una vez más, sentía un mal, un resentimiento, una ira, una necesidad de dañar y quemar que me revivía.
―Bienvenida a casa ―me dijo la figura una vez más, sujetando el arpón que me había atravesado en dos. Me lo cedió. Lo agarré y miré sonriendo a las demás sombras que me rodeaban.
―Es hora de seguir jugando, chicas ―gruñí sacudiendo el arpón.
Un rayo iluminó la sala de estar nuevamente.
Una sala de estar, ahora, completamente vacía.
Celia Espadas Robles. Granada, España (1993). Filóloga inglesa (2016) y Máster en profesorado en Educación Secundaria, Bachillerato, FP y escuela de idiomas (2018) por la Universidad de Granada. Actualmente, ejerce como traductora y correctora para la Editorial Derkálih y colabora como correctora en la Revista Autores. Ha trabajado en academias como profesora desde el año 2021 y aún se dedica a la enseñanza del inglés y otras asignaturas como latín, griego clásico, francés o historia de la filosofía. Ganadora del premio de narrativa por su relato «Típico» en 2011. Ha publicado con la editorial Artificios en la antología de relatos «Amor con Humor» en el 2017 y con poesía en la revista literaria «Autores» N°4 (2022) y prosa en el Nº5 (2023). Recientemente, ha publicado en la revista literaria chilena “Revista Montaje”. Ávida lectora de Cormac McCArthy, Mary Shelley, Sylvia Plath y Paul Auster. Taekwondista de corazón. Instagram: @celiaespadasny