A la deriva
He deseado tanto, esperado tanto
que no noté cuando las horas pasaron sobre mí.
Es fácil ir hacia lo absurdo,
me hace pensar en la plaga distraída de polillas
estrellándose contra el parabrisas de los autobuses
las tardes de aire caliente en el verano.
Allegro
Durante la tormenta nocturna
los relámpagos dibujaron
el contorno de los árboles sobre el cerro.
Una gama de lilas estalló en el cielo,
el gallo confundió el día y cantó.
Un trueno surgió entre las nubes y regresó a ellas.
En la sala, banderas coloridas adornaban el pastel
y la arena fue ligeramente desordenada
por el paso de los perros que olisqueaban la comida.
El número de sillas era menor
pero nadie mencionó la fragilidad de ese instante.
La música recorría en las gotas del tejo al lastre
la sombra de las hojas del ceibo se agitó en la pared,
el caballo silencioso sacudió la montura.
Era un fragmento único de tiempo y espacio
similar al rayo que agrieta y vuelve a la opacidad
dejando seres partidos o con una nueva apariencia.
El agua corría turbia por las calles de tierra.
Hasta los opas, los jorobados, los añorados ausentes
y las nanas con bocio en el cuello y trenzas blancas
desfilaban al borde del camino
rozando las flores que crecen en forma silvestre
como si tuvieran un lugar a donde ir.
Jam Session
Mi amigo decía: “Todo lo que vive tiembla y provoca temblor”.
El domingo por la mañana frente al supermercado
la fila doblaba la esquina
para entrar a uno de los cajeros automáticos.
En la puerta del otro, un indigente dormía
ante el espasmo de los usuarios
que miraban las repugnantes heridas de sus manos.
Por cada ligero movimiento que hacía
todos sujetaban sus tarjetas de crédito.
Él sin embargo, ya había cruzado el límite,
casi adormecido babeaba en cada ronquido
hasta que levantándose de un sobresalto
sacudió el polvo en sus rodillas
y se alejó como un contrabajo balanceándose lentamente.
Piezas del sol
Llevo la tristeza
como la relación de un campo de girasoles
con la luz.
Entiendo y admito con vergüenza:
¿qué son veinte años de melancolía?
Apenas dos centímetros
entre los anillos de la anchura del tronco
que Madelaine señala con el dedo.
Cometa
Sostengo un cometa
que intento dirigir en vano:
el hilo está tenso
la figura planea sobre la calamina
pero el viento no sopla a mi favor.
La estructura de paja se arquea
la bolsa de plástico se estremece.
Quizá debiera bastarme
la ligereza con que asciende
creando líneas imaginarias
tras la vibración de sus flecos:
las nubes pasan sobre la infancia.
Apenas un corto vuelo
para terminar enredado entre los cables eléctricos
mientras el cielo atardece en tonos morados
pero yo no regreso a mi órbita.
Anahí Maya Garvizu, Bolivia. Ha publicado su primer libro Las estaciones, en la Editorial Libros del Cardo 2018, Chile; Isto Edições 2023, Brasil y Buena Vista Editora 2023, Argentina. El resto de su trabajo continúa inédito.