Tentempié
Mis manos parvada de abejas sin alas
te tocan ahí donde la miel lamida
descama con suavidad el atajo
la proximidad de una casa que se aleja
como dedos entre agua
o la renuncia a amellarse los parpados
frente a una extinción
-ambas opciones sobre la mesa-
junto al olor cítrico y la fiebre cuchareable.
un poco más a la izquierda
-cerca de un plato servido que nadie comerá-
el tacto se abrevia carece de vuelo
se queda detenido en medio de la casa y la extinción.
Esbozo para un haikú
Kabayashi Shiki lee lo que acaba de escribir:
«Dijiste que nuestra casa
sería refugio en invierno
sin tu carne
proyectando sombra en mi carne
la tibieza salta en los charcos
formados por la lluvia» .
Kabayashi se desborda en el haikú
la ausencia de un cuerpo
no cabe en diecisiete sílabas.
Culpa al sentimiento amorfo
un quiste del otoño
en la blancura de sus dedos.
La desmesura solo ha traído a una rana
a sorber el azul que no tienen sus ojos,
como si el croar
hiciera de él una melancolía jugosa
capaz de humedecer
las diecisiete sílabas del haikú
introducir en esa red
el cuerpo que extraña.
Implosiones
Nacer no es un dulce deslizarse
entre unas piernas
Nacer es estallar,
porque ahora ocupas un espacio
es el llanto el que solidifica el cuerpo
es el espacio el que crea una cadena trófica
para no ser devorado por tu cuerpo que estalla.
No nacemos como un mugido
en los brazos de una mujer,
nacemos como el hacha
que corta el mugido
y libera a la mujer de sus brazos.
Nacemos cuando unos ojos nos miran
y nos bautizan con la espesura de su llanto
cuando enlazados a otro
depredador o presa
entramos en el influjo de su gravedad,
en la marea que despedaza
y vuelve a sujetarnos.
Cada cosa que amamanto
está herida en la garganta
como yo
cansada de gastar la mirada
en los contornos del cuerpo
digerir la orfandad.
Quisiera aprender a gasificarme
entrar en lo voluble
estar a un paso de la materia,
pero los pescadores han recogido sus redes
y las fronteras del espacio
se han contraído en un pez muerto
y yo solo tengo los animales que pastan en mis manos,
animales del fin del mundo
poblando de nuevo la tierra.
Daniela Pérez Taborda (Colombia, 2002). Integrante del Taller de Literatura Rayuela, estudiante de filología hispánica en la Universidad de Antioquia. Sus textos han sido publicados en diferentes revistas y antologías, tanto nacionales como internacionales, algunos de estos son: Luz al vórtice de las palabras: cartografía poética de mujeres colombianas (Colombia, 2022); Revista Luna Nueva (Tuluá,2022); Boundless (E.E. UU, 2021); Revista Kametsa (Perú, 2021); Revista Vórtice (Chile, 2022); Revista Vislumbre (México, 2023) ; Alter Vox Media (Colombia, 2022). Además, ha participado en festivales y encuentros de poesía. Un pequeño poemario en formato digital “Paisajes remotos” (2020) fue editado por el colectivo poético Nuevas voces.
Que le podría decir a mi Amiga, Daniela Pérez… además de que sus letras meejan absorto, de que su talento me llena de admiración, de que en su momento fue y será un honor haberla conocido y tenido l placer, de compartir palabras con ella…
Solo me queda una gran admiración a los nuevos talentos Colombianos, además resaltar que ella hace parte de esa fuerza de la palabra Antioqueña, y del compromiso con el Arte, de nuestros actores Culturales.