Poemas. Mía Gallegos

 

Selección por Sebastián Novajas

 

 

RESPIRACIÓN AZUL

 

Es mi noche,

en ella recorro y preparo el día

en que pueda encontrarte

bajo el concierto de la lluvia.

Y entonces seré yo una ciudad de viento,

delgada y sombría.

 

Cuando vuelvas

y el aire alce

su respiración azul

y sus graderías de montaña,

yo le avisaré a la sombra

de mi corazón

en flor,

para que no olvide

tu palpitación de paloma

en el verano.

 

Cuando miro está ciudad

desde mi vocación de nube,

y sé que soy tan solo

un llanto presentido,

sé que te encuentro

bajo el concierto de la lluvia.

 

 

AUTORRETRATO

 

Heme aquí

con mi elemental pobreza:

dos piernas, dos brazos

y un cuerpo hecho de agua en el espejo.

 

Si me deslizo entre perfiles

nadie puede hallar la otra cara

de mi rostro en el espejo.

 

Mas si muestro lo que soy,

quedan desnudos e intactos los deseos:

los ojos, la frente alta, el dedo con el que designo lo que es mío

y lo que amo.

 

Y, por último,

escondida está la boca

acompañada de pliegues imborrables

que nadie, ni siquiera tú,

podrás borrar con besos.

 

 

ASTERIÓN

 

Hay algo que más allá

De tu fuerza

Me fascina.

 

Camino por sobre tus pechos de piedra.

Eres color de pulpo y lagartija.

Me envuelvo en tu lengua de misterio.

Tal es tu forma de estar

cercano al sol.

Acuden hacia ti, extrañas mareas matinales

donde todo se oscurece y se bifurca,

Asterión mío, único.

¿Quién eres?

¿Un toro o un hombre?

El ausente y derramado

entre infinitas cerraduras.

 

Eras el aire, el aire mismo

de la primera mañana

en que los hombres labraron

tu cuerpo de ausencias.

Estoy tan lejos de tu piel.

Más ¿qué recodo hay en ti

donde pueda dormitar

y ser párpado

y la forma más honda del silencio?

 

¿Eres hombre o bestia?

Eres hombre,

un ruiseñor,

o talvez un niño dormido

entre sábanas de azúcar.

 

Asterión mío, único, de mil ojos de agujas.

Tus manos son múltiplos del sol.

Ayer cacé una mariposa

y era catorce veces arpa y movimiento.

Uno y uno no son dos,

son el universo y la nada,

las puertas de todo fin

y del infinito.

 

Me adentro en ti,

a través de tu cuerpo

aún permanecen los reductos del sol.

Eres oscuro y caliente.

Me enredo en el pasadizo

de tu lengua de vidrio.

 

Asciendo hasta tus manos.

Eres un espejo

de otro que antes fuiste.

Y yo tengo miedo de perderme en ti,

en el hilo

que son todas las puertas

y la oscuridad.

 

Asterión mío, tan alto y pagano.

Me adentro en tu cuerpo empedrado, altivo.

No tengo escapatoria.

Apenas soporto tu clima de asfixia.

Pero eres una almohada dulcísima,

Asterión mío, Asterión.

 

 

ALQUIMIA

 

Amor

déjame besarte las arrugas,

déjame embrujarte con té de mandarina,

déjame ser una Salomé vencida

entre las sábanas.

 

Amor

déjame quitarte el periódico

de enfrente de los ojos

que ningún átomo nos vigile.

 

Amor

déjame plancharte una camisa

con alquimia,

déjame apagar la luz y besarte.

 

El Aleph empieza en tu voz

y estoy rendida.

Al I Ching jugaremos después:

cuerpo a cuerpo

labio a labio

como dos gatitos de angora vencidos.

 

 

EL CLAUSTRO ELEGIDO

 

No busco nada.

A nadie aguardo en este día.

 

Esperar es una de las raras

estratagemas de Dios

para detenernos en un punto.

 

Mi país:

montaña verde y lluvia.

Un caballo se pierde en la llanura

imaginada,

que ahora está vedada a mis ojos.

 

Busco la intensa reflexión:

la de los libros amigos,

la luz interna que preciso para vivir,

el candil de oro,

el Eclesiastés y la paciencia de Job.

 

A mi edad y en un país de lluvia,

el claustro es una elección.

Ahí se pierden los contornos.

La vida se diluye en un ir y venir

del trabajo al café,

del café a la taberna.

Busco la infancia que soy:

la llanura, la sombra del árbol gigantesco,

el único mar sin fondo,

el caballo desbocado en su furia,

el verdor de la montaña junto al cielo.

 

Me gusta quedarme a solas

sintiendo como la sangre me nutre de nuevas vestiduras.

 

A solas me pertenezco.

No hay dicotomía entre el espejo y yo,

una vive y la otra sueña.

Juntas recordamos a un hombre.

Juntas hemos escrito estos versos.

 

 

MIS HERMANAS

 

Mi vida es un brutal accidente

sin sangre.

Tan solo la frente suda

y la cabeza se deshace.

 

No debí nacer pero aquí estoy,

escondida en una esquina de la casa.

 

Otras mujeres, que como yo,

tampoco debieron nacer, me acompañan.

Escucha sus nombres vanos,

tal vez a ti no te digan nada

pero ellas son de la misma estirpe maldita,

maldecida, negada,

oscurecida.

Eunice, la apátrida,

Camille, la mujer hacedora de los oscuros recintos, la bella

que acaso evoca la tristeza de su hermano,

Alejandra, la hermosa muerta que reivindicó París.

Violete, la bastarda,

Teresa, la maga de Valparaíso,

Yolanda, la que realizó su ruta,

Alfonsina, la que encontró a su madre en el mar,

Mariana, la portuguesa, cuyo amor brilla en la eternidad,

Juana Inés la de conciencia cósmica

en cuya soledad me hallo,

me encuentro,

y soy como un Ícaro de espuma

y camino y cavilo

en esta casa interminable y sola,

envuelta en un silencio sórdido,

de prisión,

de miedo,

de negación.

 

Estas son mis hermanas,

mi familia.

Otra no tengo.

Somos de la misma maldita sangre

que me recorre,

que nos recorre.

 

Somos las parias, las mujeres hechiceras

que en cada siglo aparecen para ser castigadas,

quemadas,

incineradas,

olvidadas.

 

Solo yo no las olvido.

Están aquí conmigo en este árido cuarto,

el de las palabras,

el del conjuro.

 

Soy familia de estas mujeres

que pecaron,

que miraron emerger la vida en lo profundo.

La vida es cíclica.

La rueda que gira

nos vuelve a colocar frente a los mismos verdugos.

Siempre habrá un poder masculino

y cruel que nos acabe.

Yo soy de la misma estirpe.

Miradme.

Estoy sola,

Muy sola.

Mis verdugos están aguardando

que acabe,

que me acabe,

Pero no puedo,

Estoy atada a mis hermanas

a través de hilos infinitos.

 

Y ellas me piden escribir,

para disentir,

para increpar.

 

Y yo no me rindo.

 

 

TRAZOS

 

Estoy sola

en un café.

Espero a un hipotético invitado

que jamás llegará.

 

Dibujo con las palabras,

me trago la música

de anónimos cantantes que sufren

por lo mismo que yo.

 

Sufro, estoy viva.

Vivo en este trópico.

Estoy viva. ¡Maldita sea!

La mesa es blanca.

Escucho a los hombres hablar de paz.

Sonrío.

¡Si los hombres nunca han sido pacifistas!

Es tarde ya, y las palomas de la plaza

se han dormido.

 

Dibujo letras, jeroglíficos,

palabras, mensajes, signos

para que se los trague el aire,

para que quede escrito que yo no me quiero morir.

 

Y te espero, óyeme, te espero,

como quien aguarda

la lluvia mansa,

el abrigo hermano,

el encuentro.

 

 

NO MIRES

 

No, no mires de frente

hacia el espejo.

No veas a la otra que

habita dentro de ti.

 

Quédate de perfil

con las manos en el regazo.

Mira a través de la ventana

la nube que pasa,

la rosa que se detiene y muere.

 

No, no te mires de frente,

no te abismes buscando

palabras,

respuestas,

razones.

 

Guárdate y no quieras saber más.

Ya todo está hecho.

Ya todo está dicho

desde tu amplia frente

hasta tu rictus.

No hurgues más.

Apártate del espejo.

Observa la llama que se extingue.

No esperes mayores cosas.

La vida va y vuelve

enroscándose como una cuerda.

 

No deshagas la madeja,

-menos aún debes cortarla-

Ya todo está hecho.

Ya todo está dicho.

 

No mires hacia ti misma.

La llama ya se extinguió.

Abre la puerta.

Sal.

Deja que el tiempo corra

como el destino,

como la aguja que penetra loas tela,

como la hoja que cae muerta de improviso,

como el ojo que parpadea,

como la cadena que arrastras con tus pies.

 

Cubre el espejo

con una tela blanca

para que no sepas nunca

cuando vas a luchar

contra la muerte,

contigo misma,

porque la del espejo

es la que sabe lo que está por venir.

 

 

Mía Gallegos nació en Costa Rica en abril de 1953. Es escritora, periodista, ha publicado libros de poesía, de cuentos y de ensayos.  Sus libros de poesía:  Golpe de Albas. Los Reductos del Sol, Los Días y los Sueños, El Claustro Elegido, El Umbral de las Horas.  Cuentos y prosas poéticas: La Deslumbrada.  Ensayo:  Tras la huella de Eunice Odio. En el año 2020 se publicó una Antología de su poesía en la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.  La Editorial Nueva York Poetry Press publicó en el 2021 su poemario Es polvo, es sombra es nada. Sus poemas figuran en antologías latinoamericanas y de España. En 1985 participó en el Programa de Escritores en la ciudad de Iowa en los Estados Unidos. Ha recibido en tres ocasiones el Premio Aquileo J. Echeverría en la rama de poesía. Pertenece a la Academia Costarricense de la Lengua.

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