Reseña: Lo digo para ver de Sophia de Mello Breyner Andresen. Por Enrique Arias Beaskoetxea

 

Lo digo para ver

Galaxia Gutenberg, 2019

Selección y prólogo de Álvaro Valverde

Traducción de Ángel Campos Pámpano

 

Sophia de Mello Breyner Andresen nació en Oporto (6 de noviembre de 1919) y murió en Lisboa (2 de julio de 2004), toda su vida personal y literaria transcurrió en estas dos ciudades. Proveniente de la vieja aristocracia por parte de madre (de Mello Breyner) y de emigrantes daneses (Andresen) por parte de padre.

Desde los doce años y durante toda su adolescencia y primera juventud escribió versos de manera compulsiva, antes de trasladarse en 1936 a Lisboa para matricularse en Filología Clásica.

Regresó a Oporto al cumplir treinta años, contrajo matrimonio con Francisco Sousa Tavares, con quien tuvo cinco hijos, y con el que volvió definitivamente a Lisboa. Mientras tanto continuaba escribiendo y luchando contra la dictadura de Salazar (1933—1974). Escribió libros de poesía, relatos, infantil y ensayo.

La última antología aparecida es «Lo digo para ver» con selección y prólogo del poeta Álvaro Valverde y traducción del poeta Ángel Campos Pámpano que ya había participado como traductor en otras antologías de la poeta. Lo destacable de esta última antología es que recorre todos sus libros y todos sus temas recurrentes (mar, luz, casa, personajes históricos o Grecia) por lo el que el lector puede tener una visión completa de su poesía.

«Lo digo para ver» es el último verso de un poema dedicado a Lisboa, La veo mejor porque la digo / Todo se muestra mejor porque digo / Todo muestra mejor su estar y su carencia. En este poema, como en el resto, Sophia de Mello usa una puntuación particular, comienza todos sus versos con mayúscula, no usa el signo de la coma y no finaliza los párrafos ni los poemas con un punto final. Digo el nombre de la ciudad: / Lo digo para ver /

Este poema además es una declaración de principios, el mundo existe porque se nombra, el universo nombrado puede mostrar su estar y su carencia. Una concepción poética a la que la poeta fue siempre fiel, siempre buscando lo esencial de las cosas, del mundo, lo inmanente, para aprehender la sustancia y nombrarla.

 

El mar. El tema del mar recorre toda su obra poética, desde los veranos siendo niña en una casa en la costa hasta el final de sus días, ella misma inscribe su lápida en el poema “Epitafio” de apenas dos versos: Cuando yo muera he de volver para buscar / Los instantes no vividos junto al mar /

El mar es el lugar al que regresar, el lugar esencial donde se siente la plenitud del ser. En “Los amigos” el mar es un lugar que sólo se entiende si se comparte, La espuma, la niebla el horizonte la playa / Guardan intacta la impetuosa / Juventud antigua /; como en todos sus poemas, prescinde del signo de la coma, dejando que sea el lector el que vaya buscando el ritmo y el significado.

Lo opuesto al mar es el desierto que aparece en “Camino”, un lugar donde la muerte espera, donde bajo el cielo inmenso se pregunta: ¿Dónde / El límite de mi amor de mi fuerza? / El desierto es el antagonista del mar, lugar para no ser, el desierto es un lugar para morir sin alcanzar ese espacio que es casi un espejismo, Yo sabía / Que alguien / Antes del próximo oasis moriría /

Pueden aparecer juntos en un poema el lugar desolado y el lugar esencial, “El hospital y la playa” enfrenta el fenómeno de la luz, liberador en el mar, pero que en el hospital es su negación, su desaparición, Donde el blanco es el color que queda donde no hay color / y donde la luz es ceniza/

El hospital, pese a estar cerca del mar, presenta un rastro inevitable de dolor adherido al edificio, Y he visto la luz como ceniza en la pared / Y he visto el dolor absurdo y desmedido /

La luz. Junto al tema del mar, probablemente el tema más nombrado en la poesía de Sophia de Mello sea probablemente la luz. La luz está como fenómeno que marca los momentos, los sucesos, las pérdidas. La luz está, por supuesto, junto al mar y la playa, una luz poderosa que todo lo abarca, así en “Mediodía” la luz domina todo el espacio, / Mediodía. Un rincón en la playa sin nadie. / Frente a la luz del mediodía, vertical, casi una quemadura, está la luz de la tarde, inclinada hacia la desaparición, “La luz oblicua”, La luz oblicua de la tarde / Muere y arde / En los cristales. /

En el poema “Biografía” recuerda a los amigos muertos, los perdidos, pero no los evoca en la memoria, sino que vuelve su mirada a sí misma, a sus elementos esenciales, Me he buscado en la luz, en el mar, en el viento./

Porque las mañanas son rápidas y su sol roto dice / comienza diciendo enMitad de la vida”, y en la otra mitad están las sombras de la casa, la casa prepara la tarde /; de nuevo aparecen los elementos complementarios luz/sombra, exterior/ interior. Y de todo ello queda, Desnuda y aguda / La dulzura de la vida/

En uno de los poemas que dedica a sus cuadernos, rotos pero recompuestos, hoja a hoja por un amigo, cuaderno que son territorio donde haberse perdido, divagado, dolido, “Cuaderno I” termina con un hermoso verso en el que la luz es un elemento vital para la autora, Y me duele la luz como un jardín perdido /. “Cuaderno II” termina con otros versos sobre el tiempo, Y cada día pienso que regresa / Su esplendor de fruto y de promesa /

Ausencia, amor. El tema del amor está tratado en muchos de sus poemas, no como la celebración de la pasión sino la de la derrota, la soledad, el desconcierto que viene después de amar. El mundo no es un lugar propio para el amor, es inestable, imperfecto, mortal; más aún, la idea de hacerlo en este mundo le provoca un miedo anticipatorio. “Terror de amarte” comienza con el verso. Terror de amarte en un sitio tan frágil como el mundo /

Frente a ello construye un mundo donde llorar la ausencia. En apenas tres versos “En nombre” nombra el marco de esa carencia de amor: ausencia, casa y luz, En nombre de tu ausencia / Construí con locura una gran casa blanca / y a lo largo de las paredes te lloré /

El poema dedicado a “Sor Mariana – Beja”, monja de clausura, autora de las «Cartas portuguesas» (1669) es aún más breve, en dos versos resume la vida de la monja escritora de cartas de amor, Segaron el trigo: ahora / Se contempla mejor mi soledad /

La casa. La casa que aparece en los poemas de Sophia de Mello siempre es aquella de la infancia, casa donde nace su visión del mundo, casa a la que retornar en tiempos de inquietud o casa que construir para renacer. El poema “Casa blanca” habla de todo ello y se cierra con una redención, En donde nada se perdió / Del milagro de las cosas que eran mías./

Cuando no hay vida, luz, aire como en “La noche y la casa”, La noche une la casa y su silencio, entonces todo camina hacia la sombra, la ausencia, un destino inevitable, El vacío camina en sus espacios vivos /

Puede engañar el título del poema “La casa de planta baja” puesto que aparentemente se refiere a una construcción sólida, pero para la poeta también es la metáfora del espacio de refugio, verdad, forma de estar en el mundo. La esencial metáfora de la poeta, Que el arte no se vuelva la compensación de lo que no supiste ser /, para ello recomienda construir una casa entre montaña y mar, en la línea costera y que sea humilde, de planta baja, Construirás a partir del fundamento /

La casa es concepto anterior a cualquier tipo de construcción, la casa es el primer espacio propio, Al principio / la casa fue sagrada, dice en “Vivienda”, Eso después fue saqueado /; mas el arte, el ser, siempre permanece en el interior de Sophia de Mello, No obstante la poesía permanece / Como si no se hubiera hecho división alguna /

Y dentro de la casa sencilla hay lugar y tiempo para concentración, rememoranza, observación de la luz, renacimiento del ser, en “Casas” va un paso más allá, en un juego de magia y espejos, La pasión habita su juego más secreto / Su trágica y precisa / Perfección /

Personajes. Aunque el soneto no sea habitual en Sophia de Mello, muestra su maestría poética en “Soneto a la manera de Camões”. Un poema dedicado al amor, a ese breve, fugaz, cuyo último destino es no durar, como muestra el último tercero del soneto, Amor perfecto dado a un ser humano / También mueren las flores del frutal / Y se rompen las olas en el océano./

“Fernando Pessoa” es el gran poeta con pocos poemas firmados con su nombre, pero también es el creador de otros autores, heterónimos, poetas con nombre, biografía y estilo literario propio, Tu canto justo que dibuja sombras / Limpio de vida abandonado / Tu afanoso atreverse a no ser nadie/

“Tumba de Lorca” es el canto al poeta mítico, prototipo de poeta asesinado, En ti lloramos todos los demás muertos /, muerte que no puede ser asumida mientras la tumba del poeta siga siendo un misterio, No podemos aceptar. Tu sangre no se seca /

“Homenaje a Ricardo Reis”, Este es uno de los heterónimos, creados por Pessoa, que escribe a menudo sobre la muerte y está interesado en el mundo griego como Sophia de Mello. En camino perdido ajeno el paso / Vive, sin ser él, tu destino, / Inflexible asiste / A tu propia ausencia /

“Maria Helena Vieira da Silva o el itinerario inevitable”, pintora contemporánea de la poeta, pintora de laberintos, tablas de ajedrez, encrucijadas, siempre estructuras misteriosas. En el poema se repite la palabra itinerario para calificar estas formas pictóricas a la que la poeta encuentra una salida, Pero un día emergemos y las ciudades / De la equidad mostrarán su blanco / Su cal su aurora su prodigio /

Poema. Sophia de Mello ha tratado el tema del oficio en numerosos poemas, “En el poema” comienza afirmando su concepto de que el poema es objeto inmanente que ha de ser sacado a la luz, En el poema ha quedado el fuego más secreto /. Mas el texto tiene vida propia cuando pasa por las manos del lector y habita otros ámbitos hasta encontrar su lugar dice en “El poema”, Su paso se confundirá / Con el rumor del mar con el pasar del viento /

La poeta usa una cita clásica para convertirla en su propio poema, “La palabra”, Heráclito de Éfeso dice: «El peor de los males sería / la muerte de la palabra» La palabra es el centro y la esencia del poema, la palabra es el sonido, el secreto, el recuerdo, la base donde elevar el poema.

Para la poeta, véase “Regresaré”, recoge el lenguaje, la infancia, la casa, mas, el poema es lo único que merece ser llamado patria, el lugar donde ir a buscar la sustancia de todas las cosas, Regresaré al poema como a la patria a la casa / Como a la antigua infancia /

Cree la poeta que podría elevar una ciudad nueva en un mundo justo, una ciudad basada en la libertad, empezar desde cero para construirla con la perfección del universo, con “La forma justa”, Por eso vuelvo a empezar sin tregua a partir de la página en blanco / Este es mi oficio de poeta para la reconstrucción del mundo /

En “Arte poética” subraya una idea sobre el poema, este no es sentimiento, sino la construcción de una voz propia desde el fondo del ser, La dicción no implica estar alegre o triste / Sino dar mi voz a la vehemencia de las cosas /

Grecia. La antigua Grecia fue para la poeta el descubrimiento de un mundo que le lleva al origen de todas las cosas, un mundo poblado de mitos que se convierten en el tema de su poesía. Hay un lugar que destaca sobre todos, la isla de Creta, así lo declara el poema “Resurgiremos”, Resurgiremos aún en la dura luz de Creta / Resurgiremos allí donde las palabras / Son el nombre de las cosas /

Escribe sobre lugares, el cabo “Sunion” o la isla “Epidauro” llenos de templos a Apolo, Poseidón, etc. y de la isla física y mítica “Ítaca”, Habrás recuperado tu sello tu sabiduría inicial / Emergerás confirmada y reunida /

Escribe sobre mitos como “Euridice” o el “Minotauro”, Porque pertenezco a la estirpe de aquellos que recorren el laberinto / Sin perder jamás el hilo de lino de la palabra /

En “Lamentación de Adriano”, el emperador mientras llora la muerte de su amante Antínoo promete no usar el alfabeto griego, pues ha muerto no sólo el amante sino el futuro dios.

Y finalmente sobre “Homero”, el primer poeta, autor de la Odisea y la Ilíada, aquel que escribe Sin que tropiece en el metro el pensamiento /

Ciudad, país. Las ciudades son vistas como lugares distantes de los que hay partir para saber qué es lo que siente, qué es lo que duele, Y tengo que partir para saber / Quién soy… / “Hay ciudades”, dice la autora, En este país de niebla y no ser /

“Nocturno de Graça”, Graça es uno de los barrios de Lisboa, su barrio, desde sus miradores (miradouro), Hay un rumor de bosque en el pequeño jardín, / la poeta observa callejones y escaleras, bares y cines, iglesias y ruinas, la luz de la ciudad en la noche, No estoy sola contra la ciudad ajena / Conmigo / … / El silencio de los astros continúa. /

“Algarve” es la región más meridional del país, de clima seco y sin lluvia, predomina la luz sobre todas las cosas, Sophia de Mello crea un poema con párrafos de dos versos, La luz más que pura / Sobre la tierra seca /

“Patria” habla de una tierra seca, luminosa, ventosa, un país duro para los habitantes con la miseria marcada en sus rostros, pero hay algo que emerge ante tanta aspereza: la palabra, Y por la nitidez de las tan amadas / Palabras siempre dichas con pasión / Por el color y por el peso de las palabras /

“Lisboa”, junto al Oporto natal, Lisboa es la ciudad a la que regresar, casi una segunda ciudad natal, el poema recrea la llegada a la ciudad de las colinas, del río que se ensancha camino al mar, el placer de pronunciar su nombre para recrearla, sólo lo nombrado existe, sólo lo nombrado puede ser visible, Digo el nombre de la ciudad: / Lo digo para ver /

Revolución. Su vida transcurre entre la poesía y el activismo contra la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar. La libertad y la justicia son temas centrales para la poeta, su compromiso con el 25 de abril le lleva a ser elegida diputada de la Asamblea Constituyente por el Partido Socialista, tras la Revolución de los Claveles.

El poema titulado con el nombre de la revolución, “25 de abril”, Esta es la madrugada que esperaba / certifica su despertar al nuevo tiempo, En que emergimos de la noche y el silencio. /

Dos días después de la caída de la dictadura escribe “Revolución”, un poema sobrio, límpido, de versos cortos y estrofas mínimas, Como página en blanco / Donde el poema emerge /, la revolución supone la caída de lo viejo y la posibilidad de crear un tiempo nuevo.

“En esta hora” escrito un mes después deja clara su postura, lo que ha de llegar ha de estar unido a la verdad, a toda la verdad, Una verdad a medias es como habitar media habitación /. Alerta sobre la posible llegada de demagogos que usen la media verdad, que jueguen con la verdad porque piensan que el pueblo no entiende nada, No basta gritar pueblo es necesario exponer / Partir de la mirada de la mano y de la razón./

Tiempo. La cuestión del tiempo no es para la poeta una cuestión estática, sino impermanente, el tiempo sucede con sus propias normas, la poeta debe estar atenta para captar ese instante, como aconseja en el poema “No busques”, Todo cuanto sucede es solitario / Al margen del saber y de las leyes /; asimismo el tiempo es perecedero, pues se destruye dice en el poema “En el tiempo dividido”, Ando como un monstruo donde el tiempo / Como un monstruo se devora así mismo /

Con versos cortos, claros, sin añadir calificativos innecesarios, para atrapar justo el instante necesita que paredes y aire estén limpios, el resto es silencio, finaliza el poema “Instante”, Dejadme con las cosas / Fundadas en el silencio /

El poema “Las islas” está compuesto a su vez de 7 poemas, el primero finaliza con el verso Y se extinguieron en nosotros memoria y tiempo /; mientras que la navegación abstracta por las islas es revelación, luz, el quinto poema comienza con los versos Allí vimos la vehemencia de lo visible / La aparición total expuesta entera /

Esa revelación es parecida a la creación del mundo, en “Descubrimiento” afirma, El mundo parecía creado esa misma / Mañana /

Escrito en septiembre de 2001, el poema “Pérdida” probablemente sea uno de sus últimos poemas, comienza diciendo, Aún hay luz y ya el rumor de la tarde /; para finalizar con una especie de rendición al paso del tiempo, la vida ha sido alegre a veces, pero más tarde ha envejecido y lo que queda es una sensación de pérdida, Después he perdido sin saber cómo el andar / de mis pasos /

 

Enrique Arias Beaskoetxea (Bilbao, 1958) tiene varios poemarios publicados en revistas digitales de literatura de España y Francia. Sus poemas se han publicado en revistas de España, Francia, Colombia, Venezuela, México, Uruguay y Estados Unidos. Ha publicado reseñas literarias en revistas de España, Uruguay, México, Colombia y Estados Unidos. Libros publicados: La lejanía de las cosas (Ápeiron Ediciones, 2017), Visible-Invisible (Editorial maLuma, 2017), Un mundo, una atmósfera (Ediciones Ruser, 2019), Condición terrenal (Editorial Literarte, 2019) y Aún hoy recuerdo (Ediciones Passer, 2023). Participa en la antología Nueve poetas frente al espejo (Ediciones Passer, 2023).

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