CANUTIEMOS
Prediquemos pues
Que el verso se nos meta
Entre el alma y el espíritu
Que nos anegue
Que nos embriague
Que nos posea
Salgamos a las calles
Cabezas de fuego
Lengua en llamas
Y escupamos
versos como libros
Versos como metralla
Versos como banderas
Que la única religión
Sea el poema
Que el único Dios
Sea la poesía
En el metro, en la micro,
Por las cuatro esquinas
De este usurpado Santiago
Prediquemos nuestro verso revolucionario
Liberemos a la palabra
De toda cadena
De cualquier condena
Propia de la sensatez
Y de aquellas mal llamadas
buenas costumbres
DE LA MUERTE COROLARIOS
Quiero escupir todas las serpientes
Con mi bronca, entre bilis y gusanos
Exiliar una a una las alondras
Que hacen nido en mi pecho y en mis manos
Quiero desplumarlas una a una
Y quebrar su vuelo matar su canto
Quiero descoserme los emblemas
Desollarme la piel en el calvario
Arrancarme las uñas y los cabellos
Arrastrarme en las piedras y el asfalto
Quiero vaciar todos los océanos
Con mi sed hambrienta de sicario
Quiero romper todas las palabras
Silenciar la sonrisa en los retratos
Arrancar todas las hojas de mis libros
Y desandar todas las calles de tu mano
Quiero quemar viva mi memoria
Que el fuego consuma sin piedad todo el verano
Quiero perder todos los caminos
Olvidar mi nombre y mis hermanos
Y arrojar mi cuerpo a la llovizna
En un savasana dormir 40 años
Y volver al vientre de mi madre
Donde no hayan moros ni cristianos
Quiero entender por qué es más difícil
Abrir el corazón que atrincherarlo
Quiero desaprender todos los mantras
Olvidar los Dioses con sus templos y mandatos
Olvidar las sinagogas, los sutras, los contratos
Nos matan los niños con su bombas
Nos matan los niños con sus bombas
Nos matan los sueños no soñados
Y en el nombre santo de sus credos
Van profanando lo único sagrado
Nos matan el alma con su guerra
Jugando en su patio de villanos
¡Lávame con barro ya los ojos
Que no me cabe en ellos el espanto!
Me ha dado la peste de los ciegos
Esa que contaba en cuentos Saramago
Déjame escoger Señor de nuevo
Que he hecho de mi cielo un pantano
REPUDIO AL SOL
Yo sé que repudiabas el sol
Que nacía tímidamente
Sobre mi espalda,
Que repudiabas
Cuando sobre las manos
Me florecían madreselvas
Y los pies me sonreían
Sin parar de hacer canciones
Yo sé que repudiabas
El color de mi alegría,
Mientras tu mundo
Se caía a pedazos,
Se hacía añicos
Y todo se derrumbaba.
Se quemaba la torre
Y todos los arcanos
Y tú eras jodidamente
Feliz conmigo,
No podías evitarlo.
El rompecabezas
sin rompernos
Y todas las piezas
Al fin,
Para los dos.
Era la certeza
más contundente
Y al mismo tiempo
era la contradicción
Más perra
Para ti.
Sonaba «en estos días»
En tu guitarra
Y al día siguiente,
La casa de las guitarras
Se cubría de llantos y gritos,
Orquestados por tu
Incapacidad de nadar
Y salir por fin del agua,
Que ya para entonces
Era tan turbia,
Tan turbia.
Yo no lo pude ver,
No lo pude ver.
Y no pude ver
Como el agua empezaba entrar
Por las cuatro esquinas
De mi mundo florecido,
Como volaban los pájaros
Asustados,
Cómo se llevaba su acantilado
Tu mundo y también el mío,
Sin piedad,
Sin ninguna piedad.
El puto egoísmo, la amargura
Y la tiranía de los tristes.
Con sus coronas fúnebres
Y su hedor de muerte
Cubriendo toda la luz.
Yo no lo pude ver,
No lo podía ver.
El mar en la montaña
Rodando cuesta abajo,
Descorazonándose,
Desangrándose,
Las sirenas, los poetas,
Todas la palabras,
Desnudas a la intemperie.
Yo sé que repudiabas el sol
Que nacía tímidamente
sobre mi espalda,
Porque en el silencio
Ébano de la oscuridad
del reino de los ciegos,
La luz del sol da miedo,
Tanto, tanto miedo.
CREDO
Hoy me reconozco
Pájaro y espina
Hoy me reconozco cauce
Hoy me reconozco pez
Y golondrina
Vuelo, primavera
Sortilegio y pluma
Me reconozco llave
Hoy me reconozco
Y me contemplo,
Me entrego al coraje de mirarme
De sentir piel bajo los huesos
De sentir sangre en la sangre
Beso, sombra y luz altiva
Ser luna, ser boca, ser hambre
Reconozco el lodo de mis charcos
Reconozco el amor que me nace
Habitar la costra y el camino
Huella sobre el viento
Azaroso itinerante
Flor de caracola
Verso silvestre, que pulsa,
Que arrastra, que arde
Hoy me reconozco pies de bailarina
Tejedora de nanas y de enjambres
Hoy me reconozco
alma distraída
mujer de fuego, mujer de mar,
Mujer indómita y salvaje
Hoy me reconozco
Hoy me sé y la vida me sabe
Y me regalo este instante
De la pausa
Sagrario del tiempo
Refugio profundo
Para fundar el credo
Y profesar absoluto
De esta forma de amarme
Creo en ti Camila
Creo en ti
Y en el corazón
Que en abrazo
Te late
COLLIGUAY ARDE
Tarde gris anacarada
Cielo muerte golondrina
Se me desangra la carne
Madre selva bailarina
Colliguay arde en lo alto
Primavera consumida
Fumarola cruz de Peumo
Quillay, quebracho y hungalina
Tarde gris anacarada
Cordillera mal herida
Se propagan los sicarios
Combustión de mi semilla
NO ME NOMBRAS SANTIAGO
Me gusta esta ciudad
Que me recibe profana
Con su boca de luces
Con sus calles torcidas
Nombres de generales
Y aristócratas
Que anquilosados
Apuestan aun nuestra suerte
En sus esgrimas
Me gusta esta ciudad
Con sus colores de valle cansado
entramado cotidiano y absurdo
Contraste divertido y belicoso
Entre aceites pudendos
Y lluvia recién nacida
Con el río que mece la miseria cuesta abajo
Paraderos sin parada
Y los pies que brotan
De mandatos engarrotados
Siempre custodiados
Entre vayas papales
Por las anchas alamedas
Santiago,
refugio de mujeres
Que surgen del pavimento
Con sus pañuelos verdes
Que cantan su grito con metralla
Con la rabia que ha silenciado la muerte
Santiago,
dame un sitio en tu costilla
Para derramar la tinta
Que manara entre tus pieles
Deja que te cante, que te llore,
Con esa luz que perdida
En tu noche me conmueve
Santiago,
Me pregunto qué te falta
Para honrarme con la libertad
Que la sangre me confiere
Patrimonio de adoquines
Y de emblemas
Que fundaron sus entrañas
En mi vientre
Me gustas aun tanto Santiago
Pero no me hace justicia
La ciudad que me prometes
Porque camino solitaria entre tus luces
Entre tus calles torcidas
Por las enrejadas alamedas
Y me castiga la suerte
De nacer mujer en tu regazo
De querer ser dueña de mis leyes
Porque me matas cuando me siento viva
Porque en cada paso
me juego la vida y la muerte
ÚNICA CASA
La poesía en mi vida siempre ha sido una ventana
Y no a la calle, no al gentío
ni a la demencial constante de su murmullo,
No al jardín que frágil
Se abre paso en primavera.
Ha sido una ventana siempre abierta al mar,
El mejor refugio para deambular
En este sitio eriazo de cemento y pasos apurados
Una ventana donde el mundo es
Lo que yo quiero que sea
Donde yo soy
Sólo soy y es suficiente
Y no me parezco a esa imagen gris
Que un día pensé que podía ser
Cuando tenía veinte años
La poesía en mi vida siempre ha sido una puerta
Una puerta ancha y cotidiana
Pintarrajeada de flores y rojo
como las que florecen en las calles del puerto amado
Una puerta que puedo abrir y me encuentro
Y encuentro a todos aquellos
Que siempre quise hallar
La puerta del encuentro,
La puerta de lo humano,
De la colita compartida
Y de la chela declamada
La puerta del abrazo que reúne
a los hijos de esta tierra azafranada
De los que te regalan un libro
Aunque no puedas pagarlo
De los que te ponen en el bolsillo
Un sticker de PALESTINA LIBRE
Y lo encumbran en lo alto
La puerta de los que se sientan en el suelo
Y no necesitan nada más
Que escuchar
La puerta de dos pies izquierdos encontrados
Para entre versos y besos
Empaparse el alma de veranos
La poesía es una ventana
Pero no es sólo una ventana
La poesía es una puerta
pero no es solo una puerta
La poesía es la única casa
en la que puedo habitar
Camila Caro Pinilla (Seudónimo Camila Luna). Profundamente Cronopia, alma musical y voladora, con 33 vueltas al astro mayor. Intento poco riguroso de poeta, mamá feminista y enfermera de la Pontificia Universidad Católica, dedicada al área crítica del adulto. Inquieta aprendiz de la palabra, escribe desde la adolescencia, comienza a compartir sus poemas recién en agosto de 2023 en Mapocho poesía SLAM, declamando en distintas lecturas desde esa fecha. Publicada en Revista Entre paréntesis y Revista Hambre. Editada en letra 5. Caótica, rebelde, eternamente soñadora, amante permanente del mar y coleccionista itinerante de atardeceres.
Salgamos a las calles
Cabezas de fuego
Lengua en llamas
Y escupamos
versos como libros
Versos como metralla
Versos como banderas.
Bello, la poesía debe estar en la calle no en los salones.
Que cada esquina sea un barricada de poemas.
Para todos todo para todos poesía.