De luces y sepia. Comentario al libro Diario de Salida
Por Jorge Cocio Sepúlveda
A veces escribir no es fácil, sea cual sea su motivo, porque el acto de escribir implica mucho más que usar lápiz o teclear; sino más bien es lanzarse al fuego en cuerpo y alma, en una suerte de “juego”, donde no todos saben perder. Es así que uno valora a quien se atreve con esa ruleta rusa, y por esta razón es que me ha parecido necesario comentar este libro a continuación.
“Elegí aceptar la incertidumbre/ para no caer en la desesperación”. Con esta frase quisiera partir, porque me es capaz de reflejar lo que a mí me parece el trasfondo de la obra Diario de Salida de Carla Herrera Loyola (1993, Chillán-Concepción), quien a lo largo de tres partes o estados va entregando un universo tan caótico como lleno de posibilidades mediante formas poéticas en prosa o verso en donde se produce una constante búsqueda a algo que sólo quien lea podrá revelar.
Así tenemos a la autora expresar desde el inicio “El corazón sigue latiendo un par de segundos luego de quitarlo del pecho,/ Sigues respirando por un momento” (pag 16), lo que lleva a ser parte de uno de los tonos en cuestión del texto donde quien escribe se vuelca hacia sus adentros de luces y sombras, dolor y vacío sobre una realidad interna o externa que le afecta.
Esto se va reflejando a lo largo del libro como un viaje hacia un océano profundo de múltiples sensaciones e impresiones como “¿Todo afuera es borroso o son mis ojos los que me hacen ver todo difuso?”(pag 38) o bien “Trato de ordenar este juego de ajedrez en el que no he ganado ni una sola vez, porque mis labios están teñidos de sangre, mi sangre está teñida de dolor” (pag 66). Versos que aunque dispersos van construyendo ese viaje al laberinto del lado oscuro de la mente, pero donde también el cuerpo está presente como en el verso “Me duelen los labios, Me duele esta desconexión, Esta sordera” (pag 53).
Pero aunque la obra pueda parecer oscura en su primera impresión; ello no significa que dentro de sus páginas no hayan momentos de otra interpretación como “Debería aprender a rendirme, A soltar batallas como animal/ Que se desprende de la vieja piel” (pag 73). Lo que a mi juicio permite encontrar la contraparte del constante vacío o tristeza, que puede generar por su construcción poética, pero que si lo ven de otra manera la palabra se convierte en posibilidad.
Pero además debemos mencionar la suma de imágenes, citas o referencias presentes en el libro que le da más particularidad e identidad pues pone presente a figuras de la filosofía, poesía y música como Nietzsche, Rosario Castellanos, Miles Davis, Bill Evans, John Frusciante o John Klinghoffer, que pueden interpretarse tanto como la conexión que esta obra tiene con esos autores o bien como aquella compañía que hubo durante su gestación y donde también puede verse reflejada esa contraluz.
De esta forma Diario de Salida no sólo es una bitácora de la intimidad donde la temporalidad pasa a segundo plano para dar pie a la profundidad, sino más bien es un sincero ejercicio poético personal, que permite encontrar en quien lo lea más allá de las imágenes varias la posibilidad de igual atreverse a ir a hacia su oscuridad para abrir algo más y no quedarse en el eterno silencio. Porque si quisiera pensar en un color que refleja a esta obra sería el sepia, por su interesante tonalidad y matiz que genera que nos recuerda el estado gris de las cosas, pero que no por eso sea sólo oscuridad.
Carla Herrera Loyola (Chillán,1993) es Psicóloga y siempre tuvo interés por las artes desde pequeña. Actualmente reside en Concepción y Diario de Salida es su segundo libro.
Muy agradecida de este comentario, y por sobre todo en que Jorge haya captado tan acertadamente la importancia de las referencias del libro. También me alegro de que existan estos espacios de difusión literaria.