Poemas. Alicia Ortolani

 

 

Pavor

 

Regresa como sombra de viento

en las palmas de la tierra

a quebrarse su latido.

La ceguera del hombre

convierte cantos e himnos

en estallidos y truenos.

La inocencia es arreciada

ante la muda y hambrienta ignorancia.

El diminuto círculo

que en el espacio gira

tiñe su lodo de un color

que huele a ultraje y muerte.

Vuelve como sombra de viento

el desgarro de tantos

que gimen, se retuercen, agonizan

y se marchan.

Las voces se apagan

ante la mirada necia

de insatisfechos dioses

hechos de polvo efímero y minúsculo.

Ilógica la ilusión siniestra,

Ilógicas las lágrimas,

el desvelo del miedo que corroe,

lo humano bestializado,

ilógico el odio sin nombre

de ciertos hombres.

 

 

Hachazo

 

Cayó pesado tu cuerpo.

Hachazo que quebró tus ramas y partió tu torso.

Tu verde se desmayó en el césped,

y en tu agonía se suscitó mi ahogo.

Desnudo quedó el rincón

que ahora exhibe vacío.

No quise mirar esa ausencia,

tras el inusitado crimen.

Tus raíces quedaron sepultadas,

doliéndose también

del cuerpo fenecido

que fue mutilación y sacrilegio.

El pájaro se detuvo en el muro.

Aturdido, observó la nada

de lo que apenas hacía instantes

había sido su casa.

Nos hermanamos en el dolor

y los dos nos sentimos rotos.

 

 

Súplica de flor

 

Déjame ser aroma,

hechizo del alma,

soplo de Dios

y agonía en la rama.

No me arranques

ni acortes así

mi breve existencia.

Deja que sean los días

los que me destiñan,

perfumen el suelo

y me destejan.

 

 

            Candidez

 

Cantó la torcaza

y él le respondió simulando su gorjeo.

Volvió a entonar su canto el ave

y él afinó su voz como un eco.

La tarde se adentraba en la siesta

de algunos que ya dormían.

El hombre eligió ser niño

y prefirió hablar con el pájaro.

Ninguno profanó la cita mágica,

casual, no acordada.

El hombre quiso ser ave

y el ave quiso ser hombre en su rama.

 

 

A veces

 

A veces, solo a veces

puedo recordar el color de sus ojos

o el tono de esa voz que alguna vez era.

El tiempo va amputando recuerdos

y figuras que los espejos ya no espejan.

A veces, solo a veces

quisiera que las fotos se graben en la memoria

para derribar los laberintos que los años erigen

sobre las tierras del olvido.

A veces, solo a veces

quisiera encontrar alguna respuesta

y un susurro que suene a canción de cuna.

 

 

Enigma

 

 ¿En qué punto tu estela, la mía, la de ellos, emprenderá el vuelo?

¿Cuál será la hora en que emigren y el espacio que escojan para hacerlo?

 ¿Cuál será la aurora que cierre sus sueños y los nuestros que no fueron?

¿Quién será nuestro último testigo, los póstumos ojos que veamos?

¿Dónde se grabará nuestra pisada final y el aliento sosegado después de tantas batallas?

¿Qué música sonará adentro y la que lo hará afuera?

¿Cuál ha de ser la suerte última?

¿Será allí, en esa infausta hora,

en que el misterio sea develado?

 

 

Desasosiego

 

Es la hora en que las sombras

dejan de ser sombras

y trocan su esencia

para tener forma y tamaño.

Es la hora en que el sueño ya no sueña

y los ojos son asidos por relojes impiadosos.

No hay cayado ni báculo

donde sostener el cuerpo,

ni espacio donde asilarme.

Desprevenida en el desamparo,

es la hora en que la penumbra se vuelve eterna

y el clamor interno se torna grito amordazado

en la negrura inhóspita.

 

Alicia Ortolani (Argentina, 16 de diciembre de 1962). Graduada en derecho en 1987, desde el año 2006 ejerce el cargo de Juez Civil y Comercial de San Isidro Provincia de Buenos Aires, Argentina.  Publicó su primer poemario A orillas del Alma en Septiembre de 2023 en editorial Botella al mar, mención en género cuento Sade Lomas de Zamora octubre 2022, Primer Premio Internacional de Cuentos en Trujillo, Perú. Tiene otro libro en proceso de edición. y fue seleccionada para colaborar en antologías internacionales. Instagram: @aliciaangelaortolani

 

 

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