Mi corazón
Mi corazón no es un pájaro muerto
ni un bosque tupido de neblina,
ni un aguacero azotando los ventanales.
Mi corazón tampoco es un enjambre
ni un campanario anunciando la misa
ni un simulacro contra incendios
ni un verso triste de nadie.
Mi corazón no es un jardín imaginario,
palabra que explota en tu rostro frío
bofetada que rompe en pedazos la ausencia.
Mi corazón es un tronco a mitad de un paisaje de Van Gogh.
® Karen Valladares
Aquí mi cuerpo
Volverme, cariño, la mujer deseada, que se toca frente al espejo, pensando en vos.
Mientras humedezco y gimo, y toco el clítoris en círculos
Y con mi otra mano, apretó mis pechos de amapola
De puñado de ceniza dorada
Y cierro los ojos y te imagino subido en mí
Como pájaro en la copa de un árbol.
Volverme, cariño, la mujer deseada que se toca frente al espejo
Pensando en vos mientras humedezco y muerdo los labios y digo tu nombre
Mientras lo dibujo con la yema de mis dedos en mi vientre abultado.
Olvido la habitación a oscura, el espejo al frente e introduzco mis dedos adentro de la vagina
Gimo, encorvo el cuerpo pienso en vos, cariño,
Saco los dedos rozo mis piernas, subo las manos húmedas de fluidos embarro mi pelvis
Mi ombligo, mi abdomen, mis pechos, vuelvo a mi clítoris, vuelvo a moverlo en círculos, algo explota dentro de mí y te maldigo mil veces, por no ser tú el que provoca mis gemidos.
Tomado del poemario cartografía del deseo
Al fondo
Al fondo suena Patti Smit (Pissing in A river) en la ventana a penas la luz, apenas la lluvia, a penas fuerzo la boca para no decir tu nombre
Pero lo escribo en el aire, en el agua que corre despacio por mi cuerpo. Al fondo Patti Smit insiste en que debo olvidarte, su ronquido su ritmo hace que quiera llamarte y maldecirte. Pero te amo, no con todas las fuerzas, pero te amo. Al fondo quisiera tenerte acá y leerte todas las cartas que he escrito, al fondo suena Rita Lee, también me trae tu nombre entonces lloro, porque si te amo, porque tu ausencia duele, no tristemente, pero duele, no quiero hacer la tregua, pero te amo y quiero dedicarte mi cuerpo desnudo y todos los gemidos cuando me toco y digo tu nombre y te imagino besándome con locura como si fueras agua o fueras lluvia sobre la ventana, o como si fueras un animal despotrado. Te amo, no sé con qué intensidad, no sé si con dolor, no sé si con locura, no sé con qué intensidad, entre nosotros todas las ausencias son las canciones que más se repite, ámame, sin miedo, así frío, distante, en silencio, donde solo yo pueda descifrar tu lenguaje a señas.
©Tomado de ninguna tarde azul
Canto a la neblina
I
Se rompe la neblina, querido.
Y acá la ausencia es una bala que rasga las cuerdas vocales.
Acá la desnudez se pronuncia sola.
– No hay moneda, querido, para lanzarla al aire mientras el orgasmo explota en la punta de mis dedos
II
Se rompe la neblina, querido,
Con ella escribo tu cuerpo sobre mi cuerpo y no permito que ningún pájaro parpadee ante su caída
Después de crucificar su vuelo
– pero no somos esos pájaros, querido-
A penas somos el suspiro del deseo olvidado ese que se vuelve un tango fúnebre cuando pronunciamos la muerte.
III
Se rompe la neblina, querido,
Y la mañana es un tigre que abandona sus rayas incoloras, sus colmillos que marcan la piel donde tantas veces te he pronunciado.
Somos nada ahora querido
Ambos en rutas opuestas
Donde no podemos tocar ni la lluvia ni el mar ni la última distancia que ahora se convierte en un árbol abandonado atrás de la casa.
©Karen Valladares.
Tomado del poemario canto a la neblina.
Poética
Desde el viento amor
Desde lo más ácido de la palabra
Desde el abandono
Desde el olvido
Desde la madrugada donde hablamos sin la soga al cuello
Desde tu voz llamándome y pidiendo que no me aleje
Desde las horas más profundas del insomnio
Desde el primer y el último conjuro para que regreses o te vayas
Para que pensaras en mí y todo me nombrara.
Desde el deseo más profundo y húmedo
Donde mi desnudez es el último eclipse que roza con tu recuerdo.
Desde la promesa
Desde la cicatriza que tu ausencia dejó
Estrella fugaz
Naufragio interrumpido
Auto secuestro
Habitación sola, muy sola, muy sola.
Donde el llanto es la única entonada de la tarde y también de la noche.
Desde el viento amor,
Desde la oscuridad, desde la luz que muere cuando ya no me tocas
Desde la última palabra que te dije mientras te ibas
Desde ahí mi amor, desde ahí escribo para no morirme.
No tengo el sueño que descifre o deletree tu nombre.
Donde diga que tu desnudez es laberinto
Donde me pierdo cuando el deseo se vuelve constante.
Donde la desnudez es la caligrafía que quiero entregar a tus manos-
No tiemblo esta vez como antes.
No tengo el sueño que parpadee mientras las imágenes se rompen
Sufro nada más por la ausencia
Va desvaneciendo la angustia por saber del sueño que descifre tu nombre
Humo que sale del papel quemado
Animal que asusta al corazón apaciguado
Aguacero que acorrala la noche y me trae tu recuerdo como próxima luz.
Todo puede derivarme en esta hora
No tengo el sueño ni la pesadilla ni el cuaderno que recupere la última palabra,
©Karen Valladares
tomado del poemario Insomnio
“Concédeme esos cielos,
esos mundos dormidos, el peso del silencio, ese arco, ese abandono,
enciéndeme las manos, ahóndame la vida con la dádiva dulce que te pido”
Idea Vilariño
Dame la hoja caída del árbol
El silencio póstumo de las cigarras después de la lluvia
La neblina de una madrugada de invierno
El ardor del sol en pleno mediodía
El litoral del horizonte más lejano
El ritual de las palomillas debajo de una lámpara
Las manos cruzadas como símbolo de espera
El temblor del parpado como único misterio
La lluvia no importa en este preciso momento.
Dame:
La brevedad de la caricia ante un cuerpo desnudo imaginado.
El orgasmo partido en pedazos
el sabor de unos labios insípidos
lo agridulce de una espera
la tarde que sorprende a veces con algún color raro en el cielo.
Dame la silaba que falta en la palabra
El latir de la bestia
El corazón roto de una mujer despechada.
El llanto, el rostro humedecido, el labio tembloroso.
La página arrugada
El remedio casero para el olvido.
©Karen Valladares.
Lo que tengo es el ruido
“Y falta que uno se atreva a hacer ruido”
Lydia Daher
Lo que tengo es el ruido del fondo
Una canción vieja de los 60´s
Un vestido gris que apenas llega a la rodilla
Una luz pálida muy pálida que fallece cada vez que la miro
El viento que entra por una rejilla y que a nadie le importa.
Sospecho el llanto y limpio el rostro con un paño
Pienso en el en sus grandes ojos cafés
Y eso jamás fue mío.
Lo que tengo es el ruido de fondo
La circunferencia de mis manos vacías
Y la planicie de mi cuerpo ahora que te has ido.
Voy muriendo
Como gaviota sin mar
Como mar sin orilla donde estallar.
Siempre es lo mismo,
Decir tu nombre, dejarlo deslizarse hasta la última línea de mi pelvis
La cama vacía, esperando nada, esperando lo absurdo, otro silencio.
Lo que tengo es el ruido del fondo
Una canción vieja de los 60´s
Un montón de páginas en blanco, muchas cosas por decirte
El murmullo de una canción que he pensado en dedicarte
El recuerdo de tu cuerpo sobre el mío
Nada ahora en mis labios,
En mis manos,
En mis ojos.
Lo que tengo es el ruido del fondo
Una canción vieja de los 60´s
Y un recuerdo que florece mi boca cuando lo digo.
©Karen Valladares
Karen Valladares (Honduras, 1984). Escritora, editora, abogada, con maestría en Dirección empresarial, directora del círculo de lectura Reloj de Arena, directora de los talleres de escritura, Reloj de arena, asesora de bienes raíces, asesora académica. Su obra actual: Ciudad inversa, publicado en Chile 2015, Decir tu nombre, Nicaragua, 2019, Toca tu cuerpo, Costa Rica, 2019, El puente que todavía nos sostiene, 2020 y Canto a la neblina, El Salvador 2021