La maldición de los sombreritos
Caminan por el sendero
todos los días a las cinco de la tarde.
Dejan huellas en la tierra
pasos de pies grandes y pequeños.
Los pasos son lerdos como
hormigas que hilan una sábana.
Cuando el viento
levanta sus vestidos
los sombreros vuelan
se enredan en las espigas de maíz.
Los rostros miran hacia el norte
se clavan en la mirada curiosa, luego
giran hacia el sur
y buscan los sombreros.
Los colocan en sus cabezas
como piezas de encastre y
siguen por la quebrada.
El sendero que al principio
iluminaba una enredadera y un molino
se extingue como una luz de noche.
La neblina se lleva a los perdidos
Es un cuadro donde el tiempo se extiende.
Detrás de su misterio siempre
alguien camina.
Los sonidos desaparecen
la velocidad de los autos es baja.
Es un hombre que viene de un pueblo
se para en medio de la ruta y retrocede hacia los yuyos.
Pasan días hasta que su foto
aparece en los diarios.
Pero nunca nadie vio su rostro.
Hasta que su ropa se deja ver
en el arroyo de un campo.
Sus familiares dicen: “Ahora
podremos dormir en paz.”
El farol
I
Son ventanas
como un perro rodeado de los días.
Es como si fueran una procesión sin nombre
y el cuerpo no entendiera
de la perfección del tiempo.
-Cuerpo y tiempo descoordinados-
y las ventanas
que mueven sus cortinas
como una invitación al vacío.
II
Lo que el balcón oculta
los ojos callan
un hecho es una marca
mientras otros mastican los alimentos del día
él vuelve a salir de la habitación
y se tira del balcón por undécima vez.
La mesa está rodeada de adornos.
Como una imagen
arrugada que se repite en tramos.
Las miradas aguardan
lo que el polvo olvida.
III
La angustia es el primer
sonido de la mañana
de quién está despierto
y siente el calor húmedo
el sol pegado en las sombras.
Algo así es la cárcel
o un manicomio.
IV
El cuadro está
en tu casa abandonada
vos en un rincón
esperás otra cáscara
para calmar el espanto
en los días domingos
no hay espejos
el moho cubre las ventanas.
V
Salen del pasillo a jugar
y suben a la terraza
con los pies sucios
los mocos pegados en la cara
vos estás en la cama
¿quién mueve los ojos
sin poder sentir la nieve en las pestañas?
VI
Año bisiesto
el ojo lleva lo que la mosca muerde
Hay una araña de cemento en el techo,
el viento que entra
por un agujero de la pared
se evapora entre partículas tóxicas.
VII
Las ventanas están selladas
las puertas desaparecen
¿Quién entra en la sombra,
se acuesta a tu lado
y te roza la pierna?
Mientras el perro
ladra atado
en tu mente.
VIII
En los balcones de tu recuerdo hay:
ropa atada en las paredes,
colores desteñidos,
cáscaras en los pisos.
En el balcón seis:
los amantes desnudos
son una metáfora
de lo que es real
con sus bocas llenas de gusanos.
IX
El farol de tu recuerdo
camina por el pasillo
que conduce a la casa de tu infancia
La luz muestra:
una mesa rodeada de extraños,
una rata en la cocina
con cientos de crías.
Luego la luz
se dirige a tu cuarto
sin puerta.
X
Cuando la luz se mueve
se ven: las patas de una mesa
rodillas que se rozan
una mano en otra rodilla
un pozo en el piso.
Un cura arrodillado..
Nave lateral
Las puertas no me dejan descubrir quién soy.
Son seis, las he visto desde las escaleras,
se abren en diferentes horarios.
Salen: un hombre gris
y una mujer con un piloto transparente.
Ellos dicen que un niño llamado Noah
vestido con buzo y pantalón azul
los mira con ojos de uva negra.
Cuentan que su rostro es perfecto
y juega a atrapar hormigas
o hace chocolatada con barro.
Además corre por el pasadizo
y a veces olvida un muñeco que tiene
una capa verde.
También abre canillas y el agua
se mezcla con las pisadas de los caminantes.
Veo desde aquí cómo la noche cierra el pasillo
y las puertas desaparecen.
Igual que Noah.
Noche I
Antes de dormir doy vueltas por el patio
veo las estrellas
la luna que cae fragmentada en todos los techos
cuando cierro los ojos
un drogadicto se tira de un balcón
veo la mañana de la niebla
las casas sin ventanas
niños que duermen al lado de precipicios.
Suárez Silvana Paola es poeta y vive en Villa Mercedes, San Luis.