Reseña: Pulsión de tinta de Lorena Díaz Meza. Por Sebastián Novajas

 

PEQUEÑO MANUAL SOBRE LA TRISTEZA, EL RENCOR Y EL OFICIO PARA ESCRIBIR UN PAÍS HERIDO
Por Sebastián Novajas

 

La denuncia por medio del proceso mismo de la escritura y combinada con esa brevedad tan precisa y pulida que es propia del género hace que la obra de Lorena Díaz Meza no pase desapercibida (tampoco subestimada). Por otra parte, el dejo de ironía que tienen muchos de los microcuentos hace que la crítica no solo sea eso, es decir, que no caiga en facilismos.
En un atrevimiento, este libro, se podría proponer como un potencial manual de escritura creativa para realizar un taller. No solo cada texto contiene una denuncia o desahogo por habitar en esta sociedad, también una enseñanza que perfectamente se podría aplicar a la propia escritura, por ejemplo, en ‹‹Rescatadora››:

Va por las calles recogiendo las palabras que se escapan de bocas ajenas. Hurga en los huecos de muros donde se apoyan los amantes por las noches. Rescata a aquellas que quedaron dando eco en los teléfonos públicos o en los andenes cuando el tren se va… (11).

Una recomendación que a cualquier aspirante de la escritura podría y debería seguir. Además, de esa desolación que en algún momento toda persona ha vivido en carne propia. La angustia de pasar desapercibido, es otra.
Pero no solo se queda en esto la obra, su lectura también evoca la aguja de cierto dolor. O citando el título de la obra: Una pulsión. Se puede notar con claridad en el siguiente microcuento ‹‹Dueña de casa››:

Se entrega en cada texto que escribe. Deja una parte de sí en las recetas de cocina, en las cartas, en los intentos de poesía, en las microficciones. Cuando muera, faltará solo una pieza para reconstruirla: aquella novela que nunca tuvo tiempo de escribir (12).

En primer lugar, una señal que la vocación puede más que el puro talento y segundo la frustración por no poder dedicarse con el anhelo y deseo que se quisiera. Sin citar a Virginia, pero si a la autora que expresa el mismo concepto de deseo y voluntad en otro de sus textos: ‹‹Mis otras I›› (69). Y, en segundo lugar, si lo llevamos a lo cotidiano, sin necesariamente ser artista, la frustración que implicar querer lograr algo y quedarse impotente ante las circunstancias.
El meter el dedo en la llaga no se queda ahí, sacar a flote la pobreza sin dejar indiferente a nadie, pero cuestionando de manera virulenta lo que se hace y se hará en tantas otras obras. El denunciar ese abandono de quienes viven con una indefensión a diario. Dentro o fuera de la casa. Me remito en este caso al ‹‹El huerto››:

La niña recoge libros viejos que encuentra en el vertedero y los lleva a casa. Entre los matorrales que colindan con su mediagua se ha hecho un huerto donde planta fragmentos de las obras encontradas… (17).

El empuje de la brevedad que transita por la soledad y la miseria hasta la inocencia. Al igual que este país que está hecho de retazos después de la dictadura y que el mismo libro plasma. ‹‹País herido›› (45). Sensaciones similares para quien intenta crear algo, ya sea en papel o en su cabeza y para quien la vida lo apalea de una u otra forma a diario. El desarraigo y la penuria. Claro uno podría continuar adjetivando, pero con leer cada texto entre lo cotidiano sumado con ese dejo de ironía como se mencionó con anterioridad. Provoca un efecto de ambigüedad que lo deja a uno en un: ¿Qué hago? Entre el movimiento pendular de la denuncia y el oficio de la escritura.
La pulsión de la injusticia y la vergüenza entrelazadas con la pulsión creativa. Por obra y gracia de las manos de la autora cada texto se mueve en dos niveles: el colectivo haciendo patente todo lo que le falta a este país y el individual con esas cargas y miserias que cada persona lleva y que debe mascar para callado. Este empuje (pulsión) cruza a todos los textos para comenzar a escribir.
Cada microcuento, contiene a su vez, un silencio encarnado que representa la injusticia, la vergüenza, la derrota; como podría ser el caso de ‹‹Fantasmas››:

Los cuentos que se niega a escribir lo persiguen a donde va, se cruzan en su camino y le escupen la calle por donde avanza, maldiciéndolo con rencor. Los cuentos que se niega a escribir son las almas en pena de las letras, a quienes los escritores le temen, incluso más que a la muerte (23).

¿Acaso hasta cierto punto no somos un alma en pena por alguna carencia o herida con la que cargamos a diario? El cuestionamiento por lo que a uno le toca. En definitiva, toda esta escritura se convierte en un ‹‹Ritual›› (86).

Datos
Pulsión de Tinta
Autora: Lorena Díaz Meza
Queltehue Ediciones, 2023, 100 páginas.

 

Lorena Díaz Meza (Santiago, Chile, 1985). Licenciada en Letras, Profesora de Lenguaje y Comunicación. Diplomada en Edición y publicación de textos (PUC) y en Edición LIJ (UDP). Ha publicado los libros de cuentos Existe (2004, Mago Editores) y Bajo llave (2011, Ediciones Sherezade y 2014, Editorial Micrópolis, Perú). Sangre en el ojo (2017, Ediciones Sherezade) y Piratas de ciudad (2020, Ediciones Sherezade) y la micronovela La herida abierta (2023, Editorial Asterión). Ha sido traducida al inglés, al francés y al griego. Es monitora de talleres literarios y directora de Ediciones Sherezade).

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