Extremos
Te miro desde el otro extremo,
de la calle
es una idea furtiva, lasciva, desgarra mi carne
la hace trizas sobre el pavimento
pero, tú no me miras
siempre es el mismo círculo,
la misma incidencia, la misma desgracia en dos piernas
tanto la zona erógena de aquello, que no puede ser, y me toman de la mano
quieren una eternidad,
de alguna forma no estoy libre
no quiero sonar estúpido, patético, posiblemente desgraciado,
pero si, solo quiero saber qué en algún lado del extremo que separa la vida, me encontraras.
el tiempo es frágil, y debo seguir caminando
encendiendo otro cigarrillo, para ubicarte entre las expectativas de una mirada huidiza
pero, no me miras
a veces, solo tengo un dolor en el pecho,
trato de ubicar un método, una operación o un canal que acerque ambas manos a tu cara
sabes, quiero contarte mi vida
quiero conocer las caricias, que te prometieron, que te dieron y que quizás te están dando
por qué, siempre es a alguien más a quien le toca la gracia divina de tener suerte
temo por qué los años siguen pasando,
ya estoy notablemente cansado
y tengo ademanes de un tiempo, que ya pasó factura en cada pisada que doy
rezo a un dios,
que no es influencer,
que no tiene redes sociales
qué me dio un tiempo más, para no arrepentirme de la vida
pero, siempre hice lo contrario.
solo soy una mano que cae,
una duda que frena el paso
una pregunta que no debe ser formulada
un niño suicida con fósforos en la cabeza
que se inventa el idilio de una tormenta corta
para que simplemente,
me dejes,
me repudies
solo quiero,
tantas cosas
que posiblemente la lista sea larga, o continua
vivo en el tercer cuarto de arriba
en la habitación del pánico
abrazando un libro lleno de poemas mal escritos, sin risa, sin rima
sin nada más que sangre y tripas.
ni contarte del corazón,
que ya ese tiene un reloj detenido en el número 3
marco 888, a ver si la humanidad atiende
no quiero perder el tiempo, forzando una mala cara
voy a ganar, aunque sea, unas 5 veces, este año
pese a que seguirá matándome con el poema,
y seguirás,
sin mirarme
por qué un académico anarquista, que no le gusta la gente, no es popular
por qué un intelectual anarquista, solo tiene el deber de morirse de hambre
mientras, en la calle siguen los niños haciendo tik toks
para qué, me sienta más viejo
más solo
y con otro poema, pegado al pliego del bolsillo,
rasgando un trago que desorbita el ritmo
consecuente de un suicidio.
La tristeza
es una puerta cerrada.
nada de lo que pasa en medio,
sucede por una intención real,
solo se golpea a la puerta,
nadie habla,
nadie opina,
nadie se hace marmota en una dicha postergada.
Es lamentable,
mirar cómo pasan los años
y la delicada ruina de una tarde,
se hubiese acabado por un tan simple, dejarlo ir
no querer este espacio,
es beatificar la cárcel en la que se ha convertido, la vida
vida de rechazo,
vida de aceptación al punto máximo de ausencia,
vida qué apagó el fuego
es la delgada línea,
que presta dos o tres causas mal encaradas
dos piezas de cariño,
que no es nuestro,
por qué no sabe,
que todo está mal
lo bueno, nunca está por llegar
nadie quiere exponerte a la luz
o quizás, todos los quieren hacer
aunque nadie tiene presión por el vacío
solo,
solo es lo único que queda luego de partir,
deja el espacio conectado a la raíz
mira a tu alrededor,
las cosas suceden de distinta manera
para alguien más, todo funciona
pero, no te lastimes
no es tu culpa
es solo qué,
cambiaste un cuarto por otro
a dos piernas,
por otra desgracia
a fin de cuentas,
es un suicidio vivir así
déjalo ir,
deja que todo se calme en estas aguas
la lluvia seguirá cayendo en todas partes,
a nadie le interesará,
la tristeza es la puerta/ y sabes cómo termina.
Frandys Oropeza (1988). Coro, Edo Falcón. Escritor FreeLancer, poeta y ensayista. Licenciado en educación, en lengua, literatura y latín. Técnico superior universitario en artes audiovisuales. Docente universitario en el área de artes audiovisuales de la UNEFM, ex-coordinador del PNF de artes audiovisuales. Tallerista de escritura creativa y guion cinematográfico.