LAS COSAS SE CAEN
Un vaso de cristal
se escurre
de mis manos,
y se quiebra
sobre mis pies
que ya pisan,
adoloridos,
los restos de la ventana
que se desploma
al escuchar en las noticias
la nota
del avión que ha caído,
resbalando
frente a la casa,
mientras tu cuerpo se desploma
desde el balcón del segundo piso,
imitando al ave gigante,
como el vaso y la ventana.
Entre tanto, yo permanezco quieta,
inmóvil,
porque no puedo hacer nada,
nada
sin que mis pies
se corten.
LA INEVITABLE MUERTE DE MI MADRE
La inevitable muerte de mi madre se asoma
no se esconde, se huele, está cerca
se posa entre las plantas del patio,
entre la ropa tendida,
se camufla en las noches, rodea la casa,
nos acorrala.
¿Y yo qué puedo hacer?
nada
esperar
observar desde mi escondite en el cuerpo,
que desearía ofrecerle para que viva,
para evitar su partida.
¿Pero qué puedo hacer?
nada
esperar
la inevitable muerte de mi madre.
EL TRONCO
Este tronco, trozo de madera,
que el mar arrastró
hacia la orilla, hacia tu cuerpo;
está hueco, maltrecho.
Y tu silencio es un cuerpo arenoso.
Eres quien mira las olas,
quien admira el silencio.
Y no, no hay de qué hablar,
ni una sola palabra para decir,
pero ese es el tema de conversación.
Cuando el silencio habla,
cuando se convierte en el mar,
cuando el silencio eres tú.
TRES VECES MAMÁ
Mamá se queda en la sombra
ya no llora
se convierte en la noche
y esa noche es solo un silencio que
rodea la casa y los cuartos.
Mamá es un sendero
camina sola
no tiene corazón
porque el corazón de le detuvo
cuando el hijo creció.
Mamá es un recuerdo
no tiene olor
es solo polvo
de las cenizas de un cuerpo que
alguna vez le perteneció.
QUE MIEDO
Que miedo
envolver el alma
a la imagen y semejanza
del amante desesperado
propicio y alucinante.
Que miedo, que miedo.
Nacer, amar tanto
llorar
cortarse los dedos palpando
un cuerpo
y tener que curarse solo.
Confiar en la caída
como un suicida ciego.
TAN POCO CONOZCO
Yo no sé,
ignoro tanto,
de esta tierra y su misterio,
de este mundo, apenas un fragmento.
Solo distingo lo que me dices
los sitios que me mostraste
logro reconocer
las partes de mi cuerpo que tocaste
más nada más,
lo exterior es un enigma,
no me lo mostraste,
lo único que aprendí contigo
fue como amarte
y ahora que eso se ha ido,
me siento perdido,
analfabeto del corazón.
JUAN
Alguien grita mi nombre:
“Juan, Juan, despierta”,
la silueta se desvanece
en la neblina del sueño.
No distingo el rostro
de quien desesperadamente
me busca en la oscuridad.
“Juan, Juan, no te duermas”,
las olas del mar me envuelven,
empapan la ropa, susurran secretos.
“Juan, Juan, escucha mi voz”,
un perro ladra a lo lejos,
mis pies no responden,
el agua me arrastra:
“Juan, Juan ¿Cuál es tu nombre?”
Juan Ordoñez (Calima el Darién, Valle de Cauca, 2004). Estudiante de Lic. en Literatura en la Universidad del Valle. Colombia. Ha sido publicado en diversas antologías literarias por editoriales colombianas y en revistas literarias tanto nacionales como internacionales, tales como la Revista Ibídem (México), la Revista Kametsa (Perú) y la Revista Lexikalia (Colombia). Ganador del primer puesto en el 6° concurso de cuento corto de la Biblioteca Mario Carvajal/Biblioteca de la Universidad del Valle. Participante en el III Festival Internacional de Poesía Ergo. Es creador y director de la revista literaria digital Azul Oscuro. Al mismo tiempo es director del Colectivo artístico literario Oxímoron. Entre sus obras se encuentran las plaquettes literarias ‘La Curandera’ y ‘Este Insomnio’.