Descripción innecesaria
Soy también
todas mis pérdidas
lo que he llorado azorado,
miserables sanguijuelas en mi pecho,
bocas que dejé sangrando y suplicando,
lo que me destruye de adentro hacia afuera,
vigilias sin fin que pase en negación y negociación,
odio a los espejos, astillas de vidrio en mis nudillos,
desvencijados tramos de escaleras sombrías,
poemas al vació que ya no pude escribir,
aquello que tan firmemente negaba,
pérdidas que no puedo disipar,
torbellinos de ira y pena,
incendios provocados,
pero dejo el resto,
no importa.
Ojo de vidrio
No todas las cartas llegan cuando deben de hacerlo,
algunas fingimos no conocerlas,
y de otras no alcanzamos a saber jamás
las posdatas son el aullido de un lobo bajo la luna,
mano enguantada apretando un gatillo,
jazzista tocando en el chatarrero.
Los carteros son mensajeros ocultos de la muerte.
¿Cómo me arrastro ante una ausencia
a la cual no puedo llamar mía?
¿Dónde me escondo cuando no soy del mundo ni del cielo vacío de dioses?
¿Hay algún lugar para ocultar los sentimientos que no admitiré haber albergado?
¿Dónde está la lengua de obsidiana que beberá mi sangre?
¿La danza de guerra que nos prometieron?
¿El miedo de los cobardes?
¿La indecisión de los enemigos?
¿Las molotov y los Kalashnikov?
La muerte es aburrida,
previsible, moda monótona.
Es una niña con leucemia
esperando un oso de peluche,
el paquete de pollo Kentucky
comprado por un niño obeso.
Las cartas que no leí, porque jamás escribiste,
son un ojo de vidrio que nada observa.
No quiero ausencia
sino la furia que se asoma por mi garganta,
quiero ver un ángel rebelde aborreciendo sus alas
y arrancárselas
porque ha olvidado como entonar sus alabanzas.
En realidad, tú y yo siempre sabremos
que los finales son una mentira,
Lágrima de un genio lobotomizado,
delirium tremens que muere en una alcantarilla,
escalera que no conduce a ningún sitio.
De Delirios Nihilistas
Discreto encanto
Está en el piso, inmovilizado,
tu rodilla descansa en su esternón
y has reducido su rostro
a una desolación de gemidos
y la parodia de un cuadro cubista
teñido en rojos, morados y azules.
Inspirado por el discreto encanto de la violencia
declamas unos versos de Shakespeare,
esperando una respuesta que no llega
(no solo disfrutarías aún más el momento
sino estarías delante de un mejor enemigo
si lograse contestar tu cita de Julio Cesar
con algún fragmento de El rey Lear)
por un momento te preguntas
si realmente consideraste que él te respondiera,
lo observas con una especie de indiferencia
como esperando la ausencia de respuestas,
lo sabes, pero no entiendes por qué,
lo sigues golpeando, quizás sin entusiasmo
pero resuelto a terminar el trabajo, él ya perdió
y también se lo pierde
el bardo no es para cualquiera.
La brecha entre pensamiento y ser
Hay toda una línea
de oscurantista filosofía idealista
que parte desde Platón
para concluir con Heidegger,
que reduce al pensamiento
como un mero reflejo del ser,
después de leer a Marx comprendiste
que la noción de pensamiento (la conciencia)
y el instante inherente al proceso del ser
(nuestra posición en del sistema productivo)
es praxis colectiva, un monumento que explota
el proceso que existe en la realidad social.
El hacerte consciente
de tu papel en la línea productiva
(y su potencial revolucionario)
te cambia, te cambia siendo tú mismo,
te fuerza a tomar partido, a trazar una línea,
es el proceso que te transforma,
de ser un apático asalariado
(aburrido estrato en la estructura social)
para convertirte en un proletario,
con conciencia de clase,
mejor dicho: en un sujeto revolucionario.
Es inútil hablar de eso
Ella estaba enferma de soledad
y tu bajo desquiciada presión,
cosas estúpidas habían sucedido
y ni siquiera lo disfrutaste, se suponía
que no cometerías el mismo error de nuevo.
Acercarse a alguien roto
nunca termina bien,
pero no acercarse
termina peor.
Memorias problemáticas
Bajo el colchón guardas un cuaderno
lleno de canciones fragmentadas,
fanfics inconclusos,
notas de suicidio,
voluntarios olvidos,
tatuajes desvanecientes,
corazones mal dibujados,
nombres tachados,
delirios nihilistas,
manifiestos revolucionarios,
versos de amor,
paginas arrancadas,
despedidas que aún duelen,
manchas de sangre y ginebra.
Ese cuaderno sabe demasiadas cosas,
solo que aún no sabes
cómo sentirte al respecto.
De Conversaciones de odio
Aníbal Malaparte fue traído al mundo en contra de su voluntad el primero de mayo de 1992 y ha pasado la mayor parte de su vida en Xalapa, Veracruz (Xalapunk o Xalapanico para los amigos), adepto a la trova, jazz, noise y grunge, es practicante de artes marciales e historiador egresado de la Universidad Veracruzana, titulado con la tesis Banderas de fuego, pechos de luz. Voluntarios mexicanos antifascistas en la Guerra Civil Española. Colaborador o fundador de diversas tertulias literarias tales como Adictxs a la Poesía, Vérsame Mucho, Conspiración Poética, entre otras. Ha participado también en diversos encuentros literarios nacionales e internacionales como el Encuentro Babel, Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo, la Fiesta Itinerante del Libro Alternativo y el Festival Internacional Arte Ahora. Es autor de los siguientes poemarios Escribe poesía, construye bombas caseras (2019), Conversaciones de odio (2020), Delirios nihilistas (2020) y La asamblea de los fantasmas (2023). Adepto a las causas perdidas desde 2008, siendo un adolescente tiene la manía de desafiar al destino es siendo militante de diversas organizaciones antifascistas, zapatistas y marxistas-leninistas. Enlaces de interés: @malaparteanibal