Mi madre coleccionaba rocas Mi madre coleccionaba rocas a un costado de la ventana mi madre coleccionaba rocas y así rendía culto a su memoria de amapola doblaba calcetines entre esquejes de rosal preparaba la comida caldo de postergación cuatro cucharones de paciencia una pisca de sueños dormidos un puñado de resignación cocinar a fuego lento una fiebre domestica de rabia y silencio mi madre coleccionaba rocas para recordar que un día quiso ser amapola Sentencia de Mar Cómo hablaré del fuego si la sangre me atormenta cometa roto en el cielo de Calisto acuarela azul derramada tantas noches pez volador mutilado y sin certezas algo se ha roto en las cuerdas de mi credo algo no cuadra en la mañana que me espera cómo hablaré del fuego si yo era zarza ardiente brújula osada en la ruta del silencio costra la espera mordiéndome la sombra sentencia de mar que guardan las ausencias Jugar a vivir Será que se nace con la muerte en los ojos Un rosario de días con las cuencas rotas Un puñado de tierra como promesa en los bolsillos Y un dibujo del mar en un panfleto Humedad Esta casa me viste de noche y silencio he de volver a dormir para tu abrazo ceniza en la carne ausente estremece el grito de la humedad sin flor entre las piernas cuántas noches se puede velar a un muerto dónde no hay dios ni cuerpo bruma desidia y sangre ruge el deseo desolado distancia que arde
Camila Caro Pinilla (Seudónimo Camila Luna). Profundamente Cronopia, alma musical y voladora, con 33 vueltas al astro mayor. Intento poco riguroso de poeta, mamá feminista y enfermera de la Pontificia Universidad Católica, dedicada al área crítica del adulto. Inquieta aprendiz de la palabra, escribe desde la adolescencia, comienza a compartir sus poemas recién en agosto de 2023 en Mapocho poesía SLAM, declamando en distintas lecturas desde esa fecha. Publicada en Revista Entre paréntesis y Revista Hambre. Editada en letra 5. Caótica, rebelde, eternamente soñadora, amante permanente del mar y coleccionista itinerante de atardeceres.