“Las cosas tal y como son»
Dijo Rodolfo Edwards: Un antiguo refrán rezaba: “al pan, pan, y al vino, vino”, no dejando lugar a la vacilación hermenéutica. Paola Escobar construye sus poemas con un procedimiento similar: llama a las cosas por su nombre, tal y como son, prescindiendo del truco de la metáfora, en pos de la honestidad de la transparencia. Con una lupa de gran aumento, Escobar logra percibir hasta las moléculas esparcidas por el aire, percibe el aura de los elementos que nos rodean (¿amenazan?) en el trajín cotidiano, armando coreografías inquietantes.
Dijo Diego L. García: Las cosas no son los eventos de una existencia habitualmente apresurada; son el tiempo que nos toma detenernos en dos palomas sobre un cable, las flores de las tipas, el calor agrio de enero, un peine en el piso de un vagón. En ese “es posible ver” hay una clave. La interferencia del sujeto en la escena es lo que habilita las posibilidades. ¿De qué? De que haya un latido, una presencia comunicante, una correspondencia (en el sentido que le diera Baudelaire).
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31/12
siempre tan ventosa esta vereda
dice una señora a otra
en la puerta del caserón
cuelgan luces de colores
titilan
se aferran unas a otras
como un amuleto
se funden
en un abrazo eléctrico con la casa
que un poco trémula
contiene a sus humanos
en la calle vacía
sólo quedamos
los árboles danzarines y yo
los vientos crujientes
me dicen
todo va a estar de maravillas
Las minucias del tiempo
no importa
si llueve como torrentes
si el cielo tira para abajo
mucha agua junta
no importa
si hay de esos soles
que abren sin pruritos ni tapujos
la tierra en dos o más partes
en estas veredas
los árboles tienen una cualidad
que los hace permanecer
iguales a sí mismos
un talante
que trasciende
las minucias del tiempo
La hora dorada
ésta es la hora dorada
me decías
bordeábamos las vías a pie
de la mano
junto a las tipas y los eucaliptos
ésta es la hora dorada
cuando el atardecer se desmaya
un manto tejido
con puntitos brillantes
arropa los follajes
ésta es la hora dorada
durante unos momentos
me dejo consumir
amorosamente
Ovejas
¿por qué no viniste a mi vagón?
no
no nos han presentado formalmente
ni de elegante sport
no hemos estrechado manos
ni hemos compartido lecho
¿y qué?
camino al tren
pronto a zarpar de Retiro
dejé miguitas de pan
espanté a las palomas
—siempre tengo un gato en mi bolsillo—
hoy no llevo perfume
quise facilitarte las cosas
te esperé en el tercer vagón
conté ovejas ruludas que saltan cercos
los relojes me ponen nerviosa
vos no viniste
¿qué hago con tantas ovejas
apiñadas entre los pasajeros?
Epifanía
escucho un tema de Peter Frampton
sentada en el subte
pienso en mi hermano
digo lo tengo que perdonar
porque él no sabía
lo que me estaba haciendo
y todo eso se me ocurre
mirando un peine azul
sucio
tirado en el piso del vagón
Algo de estoico tienen los árboles
pierden sus hojas sin quererlo
las renuevan sin desearlo
viven indefinidamente
una tortura
por cierto
con un poco de suerte
se dejan trepar
por una niña que advierte
cuán estoicos
son los árboles
Moléculas
excusas para verte otra vez:
devolvernos las cosas prestadas
excepto los intangibles
como un roce voluntario e intencional
con el propósito de que pongas
los ojos en blanco
o el caminito de moléculas
que vas dejando atrás
después de cebar un mate
Cuando hierve el agua para el té
algunas palabras que salen de la boca
son monstruos marinos
fagocitan bichos invisibles
algas minúsculas
botellas olvidadas con mensajes adentro
degluten llaves y candados
diarios y zapatos viejos caídos a las olas
algunas palabras que salen de la boca
pegotean el aire que nos permite respirar
la distancia necesaria entre nosotros
algunas palabras que salen de la boca
se evaporan
con el pitido de la pava
cuando hierve el agua para el té
¿Dónde vive su verdad?
en el tren
leo a un poeta peruano
le preguntan
cuál es el secreto del poema
dónde vive su verdad
cada vez que llego a la respuesta
me distraen
los caramelos y los chicos de adelante
me despistan
el policía y su arma
el cielo que se desploma
sobre los árboles
Paola Escobar (Buenos Aires, 1971). Es Antropóloga social. Publicó Piso trece (Barnacle, 2023), Las cosas tal y como son (Barnacle, 2022) e integra las antologías «El silencio organizado: poesía argentina contemporánea y sus consecuencias prácticas» (Colección Sur, La Habana, Cuba, 2024) y «Búsquedas: antología de escritores de San Isidro» (2011). Casi todas las mañanas escucha la canción “Mr. Blue Sky” de Electric Light Orchestra.