Nota: De Poemario Elefante
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Un elefante vive 80 años.
En su memoria genética conserva el instructivo
para seguir la huella de la muerte
lejos muy lejos
donde nadie llorará lágrimas de cocodrilo
ni de elefante.
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Un elefante
lleva luto por sus parientes
presenta reacciones dramáticas
ante el cadáver de otro elefante.
Respeta huesos y restos
de otros ejemplares de su especie.
Un elefante no necesita patio 29
Cuando reconoce un cadáver de elefante.
regresa sistemáticamente
a investigar los huesos y colmillos
regados por el camino.
Un elefante siempre visita
los huesos de sus parientes.
*
Un elefante
se retira a la selva
resuelto a encontrarse consigo mismo
a solas
sin un dios me lo dio, dios me lo quitó
y sin el acompañamiento
del duque de Borja (Borgia)
cuando Felipe II le puso el encargo
de presidir el funeral de una reina
(una de las 4 mujeres que el rey más amó).
Entonces él, un duque enamorado de su reina,
vio en el camino
cómo se descomponía la belleza en el ataúd.
Por eso dijo:
“nunca más servir a señores que son de este mundo”.
Tomó el hábito, dejó atrás al galán,
y se convirtió en san Francisco de Borja.
*
Un elefante entra corriendo a una aldehuela de Kenya.
Las calles son estrechas y las casas frágiles.
Un cuerpo de elefante es torpe y es pesado.
La carrera de elefante arrasa con las casas y las cosas.
A eso el hombre lo llama barbarie, devastación,
lo llama violencia, agresión de bestia, lo llama.
No lo llama dolor de animal herido.
No lo llama horror de animal desamparado.
No lo llama animal perdido tras la manada.
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Tras la muerte de una elefanta
la familia abandona el lugar.
Una semana después,
a 20 kilómetros de distancia,
regresa
sin desviarse nunca
del camino amarillo.
Junto a los huesos muertos,
se detienen
saben quién es ella
tocan, palpan con su trompa.
La suya es una pérdida enorme.
Los elefantes
encuentran en el camino
los restos
de otros ejemplares de su especie,
se quedan muy quietos.
La manada, tensa y silenciosa,
se acerca a los huesos
los tocan con gran delicadeza
a menudo en el cráneo y los colmillos.
Allí se quedan durante horas.
*
Un elefante reconoce
un cadáver familiar.
Es capaz de entender
el concepto de la muerte.
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Los elefantes
no olvidan ni perdonan,
comen pasas.
Con ellos
ni perdón
ni olvido.
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Un elefante sufre estrés postraumático,
ese mismo que en los seres humanos
provoca depresión,
pesadillas y ansiedad.
Su familia lo acaricia con la trompa
y lo calma:
“no llores elefantito mío
que la luna te va a oír”.
*
Los elefantes
visitan a sus enfermos
como manda el cristianismo,
siente algo parecido a la compasión.
Se ayudan se acompañan
cuando están enfermos
y se rinden homenaje
cuando alguno fallece.
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Una elefanta que agoniza
es una elefanta protagonista.
Entonces recibe asistencia
de alguna hembra de otra familia,
intenta ayudarla a incorporarse
varias veces con sus colmillos.
La elefanta muere
y allí mismo
recibió las condolencias de otras familias.
Muestran dolor por el cadáver,
lo huelen lo tocan
con sus colmillos y patas.
Es genuino interés por sus enfermos
agonizantes o ya muertos,
aun sin tener un vínculo directo.
Aquí cabe entonces
Seguir los consejos de Cortázar
el elefante argentino:
Conducta en los velorios.
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En Uganda, es cada vez es mayor el número de elefantes
que está bloqueando rutas,
destruyendo asentamientos y atacando viviendas,
aparentemente sin motivación alguna.
Tras extensas investigaciones,
los biólogos concluyeron
que a diferencia de lo que se creía en un principio,
los elefantes tienen la habilidad
de recordar momentos traumáticos y vengarse,
tomar represalias contra el hombre,
por la destrucción de generaciones de paquidermos adultos.
en las décadas de 1970 y 1980.
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Rebelión de elefantes en la India
Los elefantes salvajes
en el estado oriental indio de Chattisgarh:
salen de la selva para ganarle terreno a la civilización.
La pérdida de espacio en su hábitat natural
ha hecho que los elefantes salvajes pierdan el miedo
y se aventuren a visitar la civilización,
donde destruyen todo lo que se cruza en su camino.
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Elefante de guerra
un arma importante,
aunque no demasiado frecuente,
en la historia militar de la Antigüedad.
Los utilizaban normalmente en las cargas,
para pisotear a grupos de enemigos y romper sus líneas.
Se usaban sólo los machos, más rápidos y agresivos
que no rehuían el enfrentamiento con otros elefantes.
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La especie utilizada fue el elefante de la selva,
concretamente el norteafricano,
que terminaría por extinguirse
a causa de su sobreexplotación.
El elefante de la sabana africana,
mayor que el de la selva,
era mucho más difícil de adiestrar,
y nunca fue ampliamente utilizado.
Los elefantes que emplearon los egipcios
en la batalla de Raphia en 217 adC
eran menores que sus contrincantes asiáticos
y, sin embargo, les dieron la victoria.
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En Persa la palabra alfil significa elefante.
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En la India y el Tibet es el animal soporte del mundo.
Todo el universo descansa sobre un lomo de elefante.
Plinio y Eliano:
“Cuando brilla la Luna nueva, los elefantes, según lo que oigo decir, provistos de alguna inteligencia natural y misteriosa, llevan ramas recién arrancadas de los bosques donde pastan, las elevan y, volviendo sus ojos al cielo, las agitan suavemente como si dirigieran una plegaria a la Diosa, a fin de volvérsela propicia y benévola”
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Elefante es también el nombre de Shiva
en sus funciones de soberanía.
Como Indra es también la divinidad de la tormenta,
el elefante lleva sobre su cabeza una piedra preciosa,
que tiene el fulgor del rayo.
El elefante es también
símbolo del conocimiento
y evoca la imagen de Gasnesha.
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El cementerio de los elefantes queda en el corazón del elefante.
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Un elefante conserva
en su memoria genética conserva
el instructivo
para seguir la huella de la muerte
lejos muy lejos
donde nadie llorará lágrimas de cocodrilo
ni de elefante.
*
Es simple
se recuesta
en ese lugar remoto
sobre los restos de sus parientes de ruta
y cierra los ojos
para abrirlos en el cielo de los elefantes.
Teresa Calderón. Nació en La Serena el 30 de marzo de 1955. Se tituló como profesora de Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Chile en 1981, donde también realizó estudios de Licenciatura en Estética. Poeta, cuentista y novelista, autora de textos escolares dirige talleres de creación literaria desde los años 80 hasta la actualidad. Ha dictado clases en Universidad Católica, Universidad de Chile, Andrés Bello, Miguel de Cervantes, Arcos y Uniacc.
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, sueco, italiano, alemán y portugués, y ha sido compilada en más de 30 antologías. Entre sus publicaciones de poesía destacan: Causas perdidas (1984); Género femenino (1989); Imágenes rotas (1995); Aplausos para la memoria (1999); El poeta y otras maravillas (2000); Obra Poética (2003); y Elefante (2008). Es coautora con Lila Calderón y Thomas Harris de la antología Veinticinco años de poesía Chilena: 1970-1995, (Ed. Fondo de Cultura Económica, 1996).Coautora también de las 3 tomos antológicos de Poesía Chliena de la generación de 60 del 80 y del 97 publicadas por Editorial Catalonia.
Ha obtenido, entre otros, los siguientes premios: Primer Premio Concurso de Poesía El Mercurio (1988); Primer Lugar Concurso Poesía Ministerio de Educación (1989); Premio Pablo Neruda (1992). Recibió la Condecoración Ricardo Palma en Lima (2000) en la Universidad del mismo nombre, junto a seis poetas latinoamericanos de destacada trayectoria. En el año 2007 recibió el Premio Elena Caffarena otorgado por SERNAM a la escritora-artista destacada del año; Premio Altazor por Elefante (2009); Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2004); mejor novela editada: Amiga Mía.
En octubre de 1989 participó en Estocolmo, Suecia, en el Festival Internacional de Poesía: La reconstrucción del tiempo, organizado por el poeta Sergio Badilla y la escritora sueca Sun Axelsson, actividad que convocó a algunos de los poetas chilenos más connotados de los años 80. Ha sido invitada a Congresos Literarios y Ferias del libro en Chile, Argentina, España, Suecia, México, Estados Unidos, Colombia, Uruguay, Perú, Bolivia, Cuba, Alemania y Ecuador.