Escena principal
Escaneo la sala
enorme contra mi expectativa.
¡Tanto espacio
vacío en una guardia!
No encuentro su cara.
Una señora
insiste contra mis ojos.
Por unos segundos
intento comprender por qué
me escruta hasta que reconozco
años después
esa viejita
enflaquecida es el rostro de mi madre.
***
La puerta prohíbe su entrada
los menores no pueden
entonces entra cortito
porque lo breve de un beso.
Pero hay también la sorpresa
de encontrarse ahora el niño
con un rostro
familiar desconocido
el temor agazapado
listo para saltar.
***
Afuera sonríe confiado
la maleza resguarda su mirada
en ese pasillo vacío de voces
se cuelan los rayos
demasiado cálidos para septiembre
se deja proteger
el sol
la distancia
los brazos enredados que avanzan.
Exteriores 2
En el grupo el hombre
se recuesta sobre palabras
cálidas le soplan
los surcos repletos ahora
de humo el rostro.
La carcajada circula en la ronda
diseña una trama de raíces
se anudan sólidas hasta alcanzar
el cantero apenas vivo.
¡Qué sorpresa!
Si no fuera por ellos. De ratos
eso es todo. El resto
andá a saber.
***
Demorada otra vez
la visita se me hace tarde.
Dilato el tiempo
porque difícil entrar a los ojos
inquisidores del pabellón.
Mejor estoy sobre
el pasto un rato más
alzo una piedra chiquita
la lanzo al viento que acaricia
abro una herida escarbando la tierra apenas
la piedrita descansa
ahora cubierta de polvo
sobre el fondo
caliente
ella
en lugar de
***
Aunque el patio no lo sepa
juega con sus amigos
el chico y trasviste
otras escenas
Galopan en bandada al ritmo
de voces tan estridentes
que chocan
se hacen eco contra el pabellón.
La risa del niño
empuja la brisa de la tarde
le hace cosquillas.
Formas de estar en un pasillo
Toma 2
“Los minutos de espera tirarás piedras al charco, cada vez más turbio”
Jana Putrle Srdić
Lo observo
un poco a la distancia
las piernas abiertas
justo en el medio
entre los muros
bañados de sol
sus ojos
comidos por la nada de un pasillo
vacío este silencio y la quietud
una amenaza
que late entre nosotros.
***
El banco amurado
lo sostiene
maternal la madera barnizada
acaricia su pierna roza el suelo.
Los ojos del chico
se entrecierran
empujados por el peso de una ficción.
Retoza vuelto cachorro
cobijado por el bosque.
***
Apenas traspasa la frontera
el brillo en sus ojos narra:
almuerzo
puré
agua opaca
el amor de asistir en lo más primitivo: el alimento
El hombre ocupa todo
el pasillo con su cuerpo
expandido y fantasmal.
Un hospital es una selva
un hospital es una selva en la que brotan pabellones
y se alzan
más y más
arriba
tan alto que los pierdo de vista
si sigo las escaleras encuentro
una habitación azul, vacía
una cocina en la que mi abuela golpea la tele para que arranque
dos reflectores que me dejan ciega antes de que la luz
se convierta en estrellitas de fuego sobre mis pupilas
la ambulancia me sigue mientras subo
galopa sobre los neumáticos
escalón a escalón dispara
un ico caballito en continuado
hipnótico como un mantra
desde la terraza
el mundo retrocede, se maqueta
el aire se vuelve silencio
y un pájaro de alas transparentes
me viene a buscar
Cecilia Serpa es argentina y vive en Buenos Aires. Es lingüista, egresada de la carrera de Letras (UBA). Como docente e investigadora, se ocupa de la lectura, la escritura y su enseñanza. Los poemas de esta selección forman parte del libro inédito Apuntes para una película. Actualmente, gracias a la colaboración de FotoCreativaBA, esta obra se halla en una fase exploratoria para cruzar poesía y fotografía. La autora ha publicado previamente Una brasa robada al fogón (Tren instantáneo, 2023) y A veces, los animales (Clara Beter, 2024).