Poemas. Teresa Calderón (4ta entrega)

 

Cuarta Estación: Encuentro con mi madre

En la bóveda acuosa
se buscaban las mitades
de mi información genética.

Un óvulo pequeño
rendido al apremio del espermio
esperaba la noche más oscura
el silencio que precede al milagro.
Fecundada la célula se abrió como una flor
y empecé a volverme pelo uñas piel
sensaciones y pestañas.

Una masa flotante
se mordía el pulgar en las noches de insomnio
acercándose a la apariencia humana.

¿Qué ráfaga de miedo me atravesó el cerebro
cuando empezó la expulsión del paraíso?

¿Quién me dio el aliento para iniciar la travesía
desde el túnel abierto
entre las piernas sangrantes de mi madre?

¿Cómo me hice gelatina y sustancia
gemido entre este mundo y el otro?

Desnuda y llorando dónde vine a parar
con la piel amoratada la soga al cuello
y esta marca oscura sobre la frente.

Desnuda y llorando
mi primera madrugada los ojos ciegos
el faro y una luna abierta en el cielo.

Regresaré como esa flor
deshecha bajo tierra
a la ciudad que me obligó a partir
desnuda y llorando dando tumbos
alargada en raíces para volver a nacer.

 

Quinta Estación: Simón de Cirene me ayuda a llevar la cruz

La arbitrariedad del signo lingüístico.
La arbitrariedad de la muerte.
¿A qué sistema de signos
es posible acudir para el consuelo?

 

Séptima Estación: Caigo por segunda vez

Vio el universo desplomarse anoche
a sus espaldas
y abrirse absoluto hacia delante
un agujero negro.

La mitad de una vida que ya no existe
le hizo señas
a la otra mitad que tampoco existe
y juntas sus mitades se burlaron de ella.

Puesta entonces en medio del camino
se derrumba
pedazo de tierra va tierra en la tierra girando.

Nadie sabe qué espera en qué futuro
si hay futuro
cenizas sombra y sólo sombra
sobre figuras de barro
grano de arena polvo en el polvo
derramándose
desde hace cuatro mil millones de años.

 

Décima Estación: Me despojan de mis vestiduras

¿Qué hacer con este cuerpo ahora
derrotado como está
por la vida y por la muerte?

 

Duodécima Estación: Muero en la cruz

Hay en otra parte un país
donde la muerte
es asunto delicado
pero nunca una cuestión
del otro mundo.

 

+

Estuve borracho muchos años, después me morí. (Francis Scott Fitzgerald).

 

+

Dejen el mundo mejor de cómo lo encontraron. (Lord Robert Baden-Powell).

 

+

Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga. (Johann Sebastian Bach).

 

+

Desapareció en combate, apareció aquí. (coronel Francis Chartres).

 

+

ALTAZOR CANTO IV

Aquí yace Carlota ojos marítimos.
Se le rompió un satélite.
Aquí yace Matías en su corazón dos escualos se batían.
Aquí yace Marcelo mar y cielo en el mismo violoncelo.
Aquí yace Susana cansada de pelear contra el olvido.
Aquí yace Teresa ésa es la tierra que araron sus ojos hoy ocupada por su cuerpo.

Aquí yace Angélica anclada en el puerto de sus brazos.
Aquí yace Rosario río de rosas hasta el infinito.
Aquí yace Raimundo raíces del mundo son sus venas.
Aquí yace Clarisa clara risa enclaustrada en la luz.
Aquí yace Alejandro antro alejado ala adentro.
Aquí yace Gabriela rotos los diques sube en las savias hasta el sueño esperando la resurrección.
Aquí yace Altazor azor fulminado por la altura.
Aquí yace Vicente antipoeta y mago.

 

ESLABONES MAPUNDUNGUS

 

Nuestros hombres y mujeres de la tierra
nuestros mapuches
nuestros valientes del sur del continente
los que dieron guerra al español entrometido
esos que no pudieron seguir más allá del Bío-Bío
entre el Bío-Bío y el Toltén los acorralaron.

Aprendieron que hombre y caballo no eran una sola especie
ni venían como dioses esperados,
que dormían comían asesinaban como cualquier humano
no lograrían cambiarles los tesoros por piedras de colores
su tesoro era la tierra natal, la inmensidad, la luz del sol
las estrellas y el Canelo Sagrado.

Y para despedir a los que tenían que partir al otro mundo
desplegaban rituales magníficos llenos de dolor.

Los proto mapuche legaron urnas de diferentes tamaños
donde ponían los restos de sus difuntos.
Si casi nada quedó es la codicia española por el oro
que destruía todo a su paso.

Cementerios sagrados montados sobre los cerros
recibían al antepasado.

Nuestros hombres y mujeres de la tierra
nuestros padres y madres
idos.

Y ya casi nada quedó
del rito, del amor, de los cuerpos:
La codicia del conquistador por el oro
que destruía todo a su paso,
quizás unas pocas palabras
esas con las que ahora escribimos
estos eslabones, estos epitafios entrelazados
con la muerte enamorada de la nada.

De Eslabones

 

*
Agitaste mi vientre
como huracanes
entre mis piernas
a 300 kilómetros
por minuto.

 

*
Sola en la multitud de la especie
abre sus piernas de par en par
y nacen todos los brillos del agua.
Esos muslos
no podrán
en este mundo
cerrarse.

 

*
Hoy llegaste resplandeciente
sembrando mis entrañas.
Quiero brotar en ti
dijiste temblando.

 

*
Cuando lobo acecha
entro en celo
y me apresuro a beberte.

Mi boca gime
rendida ante la fuente de la vida
que recojo cantando llorando y riendo
durante un instante que es un siglo
lobo-bruja azul.

 

*
Me visitaron tus ojos.
Tengo hambre te dije.
Me regalaste tu cuerpo
Dios mío
y comulgué con ansias.

 

*
Una noche jugábamos bajo la sábana
en medio de un bosque
confundidos entre fiebres y fieras.
Susurrábamos para que nadie nos oyera
vendría el toro o el niño malo.
vendría el niño bueno.

Y vimos que todos llegaron
a dejar sus ofrendas
porque nos desordenábamos
debajo de una sábana
que era el bosque frondoso
donde hay que darse por perdido.

 

*
Sola y desnuda de todo
me vuelvo recuerdo
sur de otoño
trozo de mar
cuando la vida
ya empieza a apagarse.

 

*
Una cita con la piel viva
es lo que propongo.

Una cita sin vestidos ni ojos
una cita de manos traviesas.

Una cita con la ráfaga de tu cuerpo
que me envuelve
que arrulla
y me arrolla.

 

*
Salgo esta mañana de una jungla espesa
manoteando ramas secas adheridas a mi piel
mirando mis pies llenos del barro original
huyendo de las fieras que me miran
me rodean
me huelen
me pisan los talones
me amenazan
tienden trampas
se burlan de mí
y nada saco con hacerme la muerta
porque no estoy muerta
estoy soñando
y las bestias lo saben
como lo saben las hojas malignas
que me lanzan los esqueletos
y los desaparecidos
para siempre.

 

*
Lejos allá lejos
en la caracola de mi oreja
te escucho gemir
y susurrar con tu voz
de mares encrespados
bien muy bien así
y tantas otras cosas
que un desconocido pudor
me impide
por ahora.

 

*
Me perturba su fuerza cuando me abraza
es todo el mundo en un solo hombre.

Me habla desde el fondo de las palabras.
Creo que podría amarlo más que a mí misma
y que él podría amarse en mí más todavía.

Cuando me enredo en su piel
acaricio su pelo luminoso
como su desnudez
como él mismo
mientras me besa con una ternura ya olvidada
o perdida para siempre.

Por eso me gusta tanto
y tal vez por otras cosas
que iré descubriendo con el tiempo.
si lo hubiera.

 

*
Arde mi piel
En sueños te busco
y me abrazo al fantasma
que dejaste al partir.

 

*
Mientras yo hago cálculos
sobre el tamaño y la fuerza
de tus músculos
tu calculas el tiempo
que resta a ser libre
de mi almohada
y mis piernas.

 

*
Cabalgaré esta noche fría
en los confines de tu piel
y con cada golpe en mis entrañas
será tu nombre
la última palabra que pronuncie.

De Eros, poemas y otros lugares comunes

 

Teresa Calderón. Nació en La Serena el 30 de marzo de 1955. Se tituló como profesora de Castellano en la Pontificia Universidad Católica de Chile en 1981, donde también realizó estudios de Licenciatura en Estética. Poeta, cuentista y novelista, autora de textos escolares dirige talleres de creación literaria desde los años 80 hasta la actualidad. Ha dictado clases en Universidad Católica, Universidad de Chile, Andrés Bello, Miguel de Cervantes, Arcos y Uniacc.
Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, sueco, italiano, alemán y portugués, y ha sido compilada en más de 30 antologías. Entre sus publicaciones de poesía destacan: Causas perdidas (1984); Género femenino (1989); Imágenes rotas (1995); Aplausos para la memoria (1999); El poeta y otras maravillas (2000); Obra Poética (2003); y Elefante (2008). Es coautora con Lila Calderón y Thomas Harris de la antología Veinticinco años de poesía Chilena: 1970-1995, (Ed. Fondo de Cultura Económica, 1996).Coautora también de las 3 tomos antológicos de Poesía Chliena de la generación de 60 del 80 y del 97 publicadas por Editorial Catalonia.
Ha obtenido, entre otros, los siguientes premios: Primer Premio Concurso de Poesía El Mercurio (1988); Primer Lugar Concurso Poesía Ministerio de Educación (1989); Premio Pablo Neruda (1992). Recibió la Condecoración Ricardo Palma en Lima (2000) en la Universidad del mismo nombre, junto a seis poetas latinoamericanos de destacada trayectoria. En el año 2007 recibió el Premio Elena Caffarena otorgado por SERNAM a la escritora-artista destacada del año; Premio Altazor por Elefante (2009); Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2004); mejor novela editada: Amiga Mía.
En octubre de 1989 participó en Estocolmo, Suecia, en el Festival Internacional de Poesía: La reconstrucción del tiempo, organizado por el poeta Sergio Badilla y la escritora sueca Sun Axelsson, actividad que convocó a algunos de los poetas chilenos más connotados de los años 80. Ha sido invitada a Congresos Literarios y Ferias del libro en Chile, Argentina, España, Suecia, México, Estados Unidos, Colombia, Uruguay, Perú, Bolivia, Cuba, Alemania y Ecuador.

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