Poemas. Pablo Cabrera Ferralis

 

LOCOMOTORAS

A la hora de la muerte del sol,
cuando la respiración se prolonga
y ralentiza su ritmo.
Cuando las mejillas y párpados
abandonan la tensión de la atención
sabiendo que pronto
yacerán sin tarea
y caigo.
Caigo con el peso del horizonte
o de un pecho lleno
para salir ligero de aquí
y llegar al lugar certero.

Y cierro mis ojos,
pero siguen abiertos;
bajo mis párpados corren
locomotoras rojas
que se estrellan
contra batallones de láminas
de cristal cromado,
cromado de imágenes de palabras
y frases que hablan de paisajes
y de proyectos inconclusos,
de dudas y resoluciones
resueltas, revueltas.

Me giro y respiro y apuradas corren
locomotoras de cristal
esta vez se estrellan
contra estrellas
cromadas por batallones rojos
iluminados por el brillo de sus esquirlas voladoras
que mientras giran suspenden el tiempo
y arrojan fragmentos incompletos
con vestigios de espinas metálicas
rizadas como los cuernos
de los desiertos que flotan sobre el mar
con árboles invertidos y corazones indelebles.

Y me vuelvo a girar.
Feroces corren más
locomotoras de estrellas
que se estrellan con cristales
de batallones cromados
embistiendo con su vapor voraz
y desapareciendo
en medio del silencio
que predice un accidente.
Un foco alógeno se prende
o es el destello del disparo de una foto
que se asoma sobre mi hombro.

Y son todas las personas
y todas las palabras
y todas las personas que no conozco
y todas las que voy a conocer;
desfilan como piezas de ajedrez
con cabelleras rosa y crema de afeitar
sobre la cara de algún Antonio
detrás de una nariz hermosa
poemas escritos con grafito blando.
Me vuelvo a girar, abro los ojos para descansar,
me recuesto sobre la espalda:
hace horas que intento dormir.

 

POESÍA CIRUGÍA

¿Qué es la poesía?

Ha sido una navaja
afilada por el viento
que ha cortado precisa
la vieja piel de mi tiempo,
ha reabierto cicatrices
por apuro mal cerradas
para limpiarlas nuevas
y por dentro suturarlas.
Viejas heridas finalmente
por nuevas palabras fueron
cosidas con el hilo firme
del dolor sentido de nuevo.
A veces sentir dos veces
sufrir lo pueden llamar;
a veces sentir dos veces
también le llaman sanar.

 

METALES MOJADOS

Me confunde el olor
de metales mojados
la sangre de mi lengua
brota por un costado

de acción involuntaria
no pura casualidad
es también un ataque
de absoluta realidad

ataque de conciencia
de plena humanidad
es morder la propia boca
con desmesura y vanidad

logramos herirnos
sufrir y sangrar
obra del propio colmillo
por honesto masticar

la saliva ensangrentada
a despertar ayuda
todos bajo la piel
sabemos a carne cruda

en silencio y con disimulo
algunos se avergüenzan
para mostrar al mundo
sólo inconsistencia

ya dejan de ser decisiones
somos caníbales culposos
como estas reflexiones
de metales mojados de gozo.

 

A VECES LOS MOMENTOS SE ALEJAN

Sólo a veces los anhelos extintos
se transforman en latitudes diametrales.
Los momentos que hace tanto.
Los momentos que me siguen dando.
Los momentos que quién sabe cuándo:
¿podremos soltar la vara y caminar
estoicos, absolutos en hondo respiro?

Sólo a veces los charcos remanentes
de la memoria lograron permanecer espejados.
Porque a veces también te querré.
Porque a veces incluso te abandoné.
Porque a veces exigente te pregunté:
¿podrán los tristes agujeros del cielo iluminar algo
más que mis mejillas húmedas de un estoico ayer?

Sólo a veces el recorte de los avellanos
sobre el cielo significa llegar a casa.
En esos rincones se aleja.
En esos rincones se hace vieja.
En esos rincones, moraleja:
¿pudieron quizás esas lloviznas matutinas amainar
el recuerdo de aquellos aromas anteriores a la soledad?

 

TRILOGÍA PARA UN AMIGO MUERTO
I. TRAGAR

Trago saliva
como quien traga un puñado
de piedras pómez.
Volcánicas, rugosas, porosas,
que acumulan,
que acumulan todo
el agua, toda el agua
toda el agua de mi cuerpo;
toda el agua de mi cuerpo
se ha concentrado en mi garganta
y me he quedado seco,
seco de humanidad,
por dentro seco.
Secó hasta la humedad
que cabe en mi suspiro.
Aspereza y garganta,
mi amigo ha muerto
y no logro soltarlo,
ni soltar el aliento
para volver a tragar.

 

Pablo Cabrera Ferralis (Santiago de Chile, 1983) es un arquitecto, artista y poeta chileno radicado en Alemania desde el 2016. Ha trabajado en disciplinas como la pintura, el dibujo y el collage, y paralelamente ha desarrollado su trabajo poético escribiendo y participando activamente de micrófonos abierto en Berlín como Pasajero del muro y Sarao poético. Ha publicado artículos y cuentos en Ladoberlín.com y revista Desbandada, poemas en diversas antologías como Antología hispanopoética en el exilio, libro Miradas (Buch:Buch, Berlín), antología de poesía Autores II (Autores, Madrid); en revistas literarias como Madera Berlín, revista Guacamayo, revista Trépano y el libro Soplo de vida (Ojos de Sol, Madrid), donde realizó el trabajo de ilustración. El 2023 publica tres ensayos sobre Berlín en el libro Trayectorias (Fac.Arq. UDD) y Graffiti interno eterno: una serie fotográfica en el libro de artes visuales Semáforos en verde (Buch:buch, Berlín). El 2024 participa de Barrio|Berlín: festival de literatura contemporánea de América Latina en Alemania; publica tres poemas en la revista peruana Santa Rabia Poetry y una serie de collages en la revista estadounidense PoetryXcollage/Kolaj Mag. Su último trabajo es la publicación su primer poemario: Navaja afilada por el viento, editado por Valparaíso Ediciones.

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