por qué matar la poesía
porque era mentira que nos salvaba
hizo su propio negocio
y quedamos solos
recogiendo los ríos en baldes
fue como esas criaturas que aparecen antes
de la muerte
y sonríen su belleza que
no olvidaremos ni al otro lado
todos sepultamos algún poeta
vivo o muerto lo sepultamos a la memoria
no sea la culpa la que nos mire la sangre
en esta noche foránea
fueron amigos del mar y no al revés
los peces siempre les fueron negados
como la durabilidad de sus castillos
de arena, hueso y botellas
la poesía fue también
trabajo esclavo
revolución que no trajo harina
a los hogares quebrados
amor
no
correspondido
la poesía huyó históricamente de su caza
nos miró trenzar los sesos por una palabra
y calló
como la iglesia ante el holocausto
la poesía
ausentada en los salones por demasiada luz
-su piel es delicada-
y en los bares de mala muerte por
demasiado músculo
nada nada la satisfizo
aun así idolatramos
su aire refinado y enfermizo
como resaca de buen alcohol
HAY QUE MATAR A QUIEN NOS MATA
este genocidio no lo reconoce la humanidad
porque para las leyes naturales
esta es una discusión mística
como las religiones y fondo del vaso
pero
puedo decir
yo vi sus ojos sonriendo melindrosos
ante el everest de mi angustia
no vi su mano ni sus labios
aplacarme la fiebre
yo vi sus ojos sonriendo
ante mi prostitución de invalidez
yo vi sus ojos sonriendo
ante mi cuerpo derruido en la negrura
no romanticemos a la dama antigua
que nos excitó el sexo desde la adolescencia
nunca una mano vimos de ella piensen
piensen con el estómago
que no miente
y admitan su perversidad
su absolutismo
su innoble paga
este este será mi testimonio
me vio morir les digo
y no hizo gesto siquiera
sólo sus ojos sonreían
y lo hacían tanto que creí
en mi resurrección en su reino
y dejé ir mi vino
por la ducha cual ofrenda
a la tierra y su amnesia
los deslindes
de los géneros literarios
siempre serán más
o menos
inútiles
la narrativa bien pudiera ser un cuadro de millet
y la poesía
la poesía un cuadro de van gogh
la deformación ocular
movimiento de las hojas una tarde sin viento
un lente para mirar lo que no es
mire usted
el sembrador de millet v/s el sembrador de van gogh
el realismo de millet no estaba hecho de realidad
como los chupetines de frutilla no están
es decir
bah
el romanticismo de millet sombreaba todo lo pastel
su máximo realismo era su romanticismo
su romanticismo era
yo diría que no hay copia posible de la siesta
pero tampoco del sembrador de millet
van gogh admiraba tanto a millet que
en su intento de emularlo deformaba
finalmente todos intentamos
millet parecerse a la definición del sol sobre la siembra
hora de siesta
van gogh parecerse a la definición de millet sobre el sol sobre la siembra
todo esto es tan inútil
es que el paisaje personal se nos antoja demasiado
y abriendo los ojos no pintamos
sólo
sólo
sólo
tergi
versamos
solos
solos
solos
pedimos modelo vivo
una roca que baile en esta noche sin fiesta
un arbusto que se cruce de piernas y apretando apretando
vacíe su corazón
decálogo para matar la poesía o modos de quemar una librería
1 La espera hace al paciente. El papel inicia al delincuente. Eso equivale a decir que el delincuente es fuego y crimen, como el paciente es poeta.
2 Yo nunca pasé por esa calle.
3 Miraba un documental sobre el origen de la abrochadora.
4 ¿La fabulosa trivialidad hace un poema?
Invierta la pregunta, quizá halle respuesta.
5 Un decálogo es un catálogo decadente.
6 La poesía es el arte de la deformación.
¿Muere si quemo los campos de girasoles de Van Gogh?
No.
7 Si digo muera la poesía contemporánea y me suicido, ¿muere la poesía?
(Sticker ojos en blanco).
8 Si escribo “Poesía Social”, ¿nombro una sociedad?
No, redundás.
9 ¿Muere la poesía si quemo una librería?
No.
¿Y si las quemo todas?
No.
10 La poesía no está en las librerías.
La poesía no está en las librerías.
Melissa Carrasco. Poeta. Performer. Tallerista. Editora de Fractura Ediciones. Profesora en Lengua y Literatura. Licenciada en Educación. Ha publicado: Las Plantas (2016, edición de autora y 2020 por Dendro Ediciones, Perú), La teta negada (2019, Ediciones Culturales Mendoza, y 2020 por Fractura Ediciones), La última cena de los desempleados (2020, Histeria Editorial, Valparaíso, Chile), Por qué matar la poesía (2024, Ediciones en Danza, Buenos Aires) y en variadas antologías. Trabaja en el movimiento cultural Indeseables/ Poesía Itinerante y participa de Colectiva PAP. Colabora desde la gestión cultural en la Asamblea de Trabajadorxs de la literatura – Mza.