Poesía. Beatrix Margarita

 

Me gustaría que no me importara[1]

 

Me cansa ser feminista, me hastía el feminismo

a veces me gustaría que no me importara

ser más liviana frente al vivir y el devenir

dejar de sentir el peso de la existencia

 

¿Por qué me tiene que importar tanto?

La pasamos mal, poner el problema, ser el problema

dar las batallas poniendo el pecho a las balas

¿A quién le importa? ¿Importa?

 

El capitalismo no se rompe, se desdobla leí por ahí

entonces ¿para qué sirve el feminismo?

Para que una marca haga sus poleras con consignas vacías

para que una elite higienizada se apropie de lo que le conviene

u otras compañeras te miren feo por ser contradictoria.

 

Pero me gusta la contradicción, me gusta fallar

un pañuelo verde o una bandera morada no salvarán al mundo

porque la decadencia es la realidad ¿por qué me tiene que importar?

si el dolor de vivir en la incomodidad se paga con terapia.

 

Leer y leer a la avanzada intelectual de izquierda feminista

me hace más triste, más angustiada y más atrapada.

Ver cómo se dicen unas a otras como dardos

“¿cómo no pensó en eso?” “¿cómo osa decir esto desde su privilegio?”.

Como si todas estuviéramos blanqueadas y limpias

desde la superioridad moral del feminismo

ese alto pedestal del cual cuesta bajar,

porque desde lo alto se pierde la perspectiva

y se vuelve igual de ciega frente a lo que busca destruir

 

Me cansa ser feminista, me hastía el feminismo

esa yuta interna que se instala y que hace más densos los días

porque me dan ganas de tirarlo todo y volverme insensible

dejar que me importe y lanzarme a los brazos de la maquinaria

 

Abrazar el exitismo, el arribismo, el materialismo

que me da el haber pasado por una universidad de elite

someterme a la eficiencia, la eficacia y los objetivos

que cualquier gran corporativo me impone y yo le siga sin chistar

¿Todo sería más fácil, más sencillo, si solo me importara yo?

 

Pero no puedo, y me da rabia no poder soltarlo

porque me importa aunque no quiera

porque lo siento en mi carne todos los días

cuando duele la injusticia violenta y descarnada

Porque ¿es posible vivir sin sentido?

no tengo respuesta y odio no tenerla

no sé de dónde viene ese impulso animal

que me empuja a luchar por lxs que la sufren como yo

 

Porque la vida es una mierda injusta

porque miles quedan fuera del juego

con la herida de la alita rota que nos cortaron

desde que pusimos un pie en esta tierra sin pedirlo.

 

Y porque no puedo quedarme de brazos cruzados

viendo cómo nos aniquilan por dentro y por fuera

empujándonos a ese lugar individualista y violento

donde no hay lugar para tener colores distintos.

 

Porque nos da miedo la diferencia

porque esa herida sangra con más fuerza

a pesar de los vanos esfuerzos

porque nos hacen creer que está todo perdido

 

¿Pero qué gracia tiene no dar la pelea?

a la mierda los feminismos de libro

viva la contradicción de las que se tiran mierda unas a otras

tratando de buscar el lugar correcto para dar la pelea

 

Y porque no puedo no sentir

y porque no puedo hacerla sola

Y no me interesa ningún pedestal

más que el deseo de que nadie quede fuera

o encontrar nuestro sentido en esta angustia

 

Porque, compañera, esa incomodidad no va a pasar

esa rabia es la llama para ponernos de carne de cañón

y recibir esos latigazos que nos ponen la piel dura

pero que esas cicatrices no nos vuelvan amargas y oscuras

 

Y es que hoy es un privilegio sentir

y sentimos más allá de nosotras

tejiendo y cortando redes con otrxs

que el disfrute y la alegría alimenten las batallas

que no nos quiten el amor en esta lucha, compañerx

 

Me cansa ser feminista, me hastía el feminismo

a veces me gustaría que no me importara

pero es hasta ahora la única forma que me hace sentido

y me obliga a poner las manitos en la tierra

y ver posibilidades donde no vemos salida

 

No hay que obligar a nadie, soltemos esa ilusión

y porque a esta altura ya no hay nada que perder

solo la vida y ni eso ya tiene importancia

solo la de caminar juntas un rato, reírnos, curarnos

y compartir esa rabia que nunca se va a aplacar

 

Y si amo todo eso, es porque amo vivir así

con rabia, con miedo, con angustia e incomodidad

porque al final el amor es la única certeza

por la que valen todas las batallas

aunque me canse ser feminista

 

 

Rota[2]

Me gusta la palabra rota

porque es ambigua y hermosa.

De algo que no funciona, imperfecta

o porque es paria que nadie quiere.

 

Mi mamá me dice cabra rota

cuando hablo con garabatos en la mesa

o cuando se me sale la población

entre tanto arribismo exitista.

 

Me miro rota y resquebrajada,

formada por miles de pedacitos

que se rompen una y otra vez

y que no sirve para lo que fue.

 

Porque intento pegar sin fin,

recogiendo cada pieza inconexa,

cosiendo a mano, dañando mis dedos

cuando no sé ni enhebrar la aguja.

 

Que duela ser incompleta

como manera incesante y constante

de despedazarse a cada instante

y rearmarse en otras formas.

 

Inútiles, deformes, sin sentido

de colores, grises y descascaradas

brillantes, opacas, con hoyos

de un corazón y la razón

de ser quebrada y armada.

 

Me gusta ser rota y deforme,

hablar con malas palabras

porque expresan lo que siento.

Que se note mi colegio con número

como afirmación que nadie necesita.

 

Me gusta estar quebrada,

que duela, que clave, que ahogue.

Que el proceso de reconstrucción

me invite al olvido y al miedo.

 

Y me obligo a aprender a coser,

con hilos, a máquina o a mano.

sangrando de mis heridas

para que quede más bonito

con más colores e imperfecciones.

 

Porque siempre será distinto

más intenso, con más lágrimas

con más risas, con más caricias,

con más garabatos y gritos.

Estar rota y quebrada

para renacer una y otra vez.

 

 

Ansiedark de agüita de calzón[3]   

 

I

¿Cómo recuperar el derecho al olvido?

¿Cómo detener la espera constante?

¿Qué hacer con la ansiedark de la esperanza?

 

El tarot me lo dijo claro:

Carta 1: atravesada por miles de cuchillos

Carta 2: un corazón atravesado por tres cuchillos

Carta 3: colgada boca abajo

¿Puedo sacar otra carta?

 

Los registros akáshicos lo dijeron fuerte:

Era lo que tenía que pasar,

era tu alma gemela, pero no se podía

no correspondía en esta vida.

Recoge los pedazos y sigue

¿Puedo preguntar de nuevo?

 

Las regresiones lo mostraron claro:

Te lo encontraste en más de una vida.

Fue un monje, un niño, tu madre,

tienen un viaje que recorrer

pero no en esta vida, no ahora.

¿Puedo volver quince minutos más?

 

Para que tú existas, debe haber un afuera

y yo soy toda adentro, oscura, contradictoria.

 

Miel, canela, rosas en una olla,

cinco hojas de laurel con tu nombre,

palo santo y sahumerio para olvidarte,

un pendejo amarrado a una lana roja,

agüita de calzón, bien tibia, bien dulce

para ahogarte con mi pena.

 

Luna nueva, luna roja, agua de luz

para olvidarte/amarrarte/flagelarte.

 

II

Tanta audacia para aparecer en mis sueños,

hacerte presente para enojarte conmigo,

para mostrarte incapaz como siempre

y para dejar esa sensación agria de nuevo.

 

Yo no sé nada del amor

salvo que me provoca correr.

¿Tiene que doler el amor?

¿Tiene que doler para sentir que fue real?

 

Una vez leí que enamorarse

es salir del yo, como un embrujo.

Perderse en el otro, a veces sin límites,

perdiendo potencia como una estrella agónica.

¿Cómo tan fácil si somos brujas?

 

Para que tú existas debe haber un afuera

y yo soy toda adentro, oscura, sin fondo.

Mis batallas son agónicos sollozos

aferrada al miedo constante de tu partida.

 

Qué efectiva la culpa

como mecanismo de control.

Qué brillante artilugio el deseo

para hacernos bailar como marionetas.

 

Tanto feminismo y video de TikTok

para hacerte volver, ojearte y olvidarte.

Tan difícil zurcir el corazón roto de una rota

cuando ni siquiera puedo enhebrar la aguja.

 

No me quites mi derecho al olvido

ni la memoria para cerrarte mis sueños.

Que el incienso nocturno te espante

del yo engañado, del yo embrujado.

 

 

Me dejaste en visto[4]

 

Dejar de recibir tus mensajes.

Que los míos no tuvieran respuesta.

Mi luna en capricornio me lo dijo,

pero siempre queda la ilusión.

 

Qué pesada se hace la elección

cuando te caen mal los hombres.

Ojalá fuera solo el patriarcado

o que de verdad les importara algo.

 

Te odio por ser tan perfecto.

Por mostrarme que podía ser distinto,

ver que la vara está muy baja en el sur

y que es fácil culpar al subdesarrollo.

 

Envidio tu vida pequeña burguesa

en mi ciudad favorita del mundo.

Admiro cómo bailas la soledad

disfrutando cada movimiento.

 

Te odio por ser más ordenado que yo

por ser más cuidadoso con el dinero que yo

por tener una casa propia antes que yo

por hacer más ejercicio que yo

por viajar más libre que yo

por ser tan amable y distante

y por hacerme sentir como una reina.

 

No te pude tomar en serio

ni cruzar la frontera real.

Lo intenté de todas las formas

pero la ilusión aturdió un poco

y apareció la niña temerosa.

 

Gracias a ti aprendí a nadar

porque mi ego no soportó la ayuda.

Gracias a ti alivié la soledad

y el tiempo fue menos pesado.

 

La distancia hace soltar rápido,

entender las señales es un don

o las no palabras enviadas

para continuar la búsqueda.

 

Fue innecesario despertar así,

con ese último mensaje en mi celular.

Me caes mal prusiano perfecto

con tu responsabilidad sexo afectiva.

Para qué romper el recuerdo agónico

del poder fugaz que vio esta reina.

 

Qué rabia no poder odiarte.

Qué rabia que tu bondad hiciera mi día gris.

Qué lástima que eres la mejor persona

de esa raza absurda y cruel.

 

Ojalá la primavera sudaca te coja y acoja,

sientas más colores y olores

y encuentres la soldado perfecta

para devenir el invierno de tu corazón

 

 

Consejos[5]

Los mejores consejos que me han dado,

de esos que uno se tatúa en la piel y no se olvidan,

me los dio mi mamita a los quince años.

 

El primero:

“Haz cualquier wea,

lo que quieras con tu vida,

pero no quedí embarazada,

no antes de salir del colegio.

Toma pastillas, por último,

porque ahí, una como mujer

se caga el resto de la vida.

Estudia, no más, dedícate a estudiar

que es lo único que te puedo dejar”.

 

El segundo:

“No confíes en los hombres, no sirve.

Mira a tu papá no más

las mujeres podemos solitas.

No se necesita a nadie al lado

para hacer las cosas que uno quiere”.

 

Mi mamá ha trabajado toda su vida

como vendedora de mall y de retail

con esos horarios que no dejan espacio al disfrute,

porque al capitalismo no le conviene

el amor de familia proletaria.

 

Desde que echó a mi papá por levantarle la mano

nunca volvió a tener pareja estable.

Eso fue cuando yo tenía 2 años, ahora tengo 35.

 

Gracias por tanta sabiduría mamita

Heredé de ti lo valiente y desconfiada.

 

El haber estudiado sin guagua

Hoy me paga la terapia.

Te amo mucho

 

[1] De Varios autores. Enjambre. Antología poética colectiva. Editorial Moda y Pueblo. 2022

[2] De Beatrix Margarita, Me da miedo mirar el cielo, Editorial Letras Nómadas, 2024.

[3] De Beatrix Margarita, Me da miedo mirar el cielo, Editorial Letras Nómadas, 2024.

[4] De Beatrix Margarita, Me da miedo mirar el cielo, Editorial Letras Nómadas, 2024.

[5] De Beatrix Margarita, Me da miedo mirar el cielo, Editorial Letras Nómadas, 2024.

 

Beatrix Margarita Leal (Lo Hermida, Santiago, 1988) es investigadora para el diseño, docente universitaria, licenciada en Historia, Magíster en Comunicación, Magíster en diseño avanzado PUC, poeta, música y pintora amateur. Fue bajista de la banda punk rock Portaligas. Participó de la Antología Colectiva Enjambre (2021) de la editorial Moda y Pueblo y del compilado Cultura Prisionera (2024) de la editorial Santiago-Ander. Publicó el poemario Me da miedo mirar el cielo (2024) de la editorial Letras Nómadas. Es parte de Núcleo Adela, donde trabaja temas sobre diseño, género y feminismos.

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