Poesía. Melissa Alvarado Sierra

 

Crónica de una guayaba

La guayaba sobre la mesa fue muy dulce.
Ahora es otra cosa.
Un fruto hinchado,
palpitando lento en la luz vieja de la cocina.
Una mosca escribe su ruta sobre la herida,
donde la carne —ámbar, vencida— respira aún.
Las semillas se agrupan como constelaciones diminutas,
cuerpos enterrados que aún brillan en la podredumbre.
Se deshace.
Como las islas tras el paso de algo
que no se ve pero deja ruina.
Como el cuerpo durante la fiebre.
Ese olor ofrece su memoria al aire
llenando la cocina
con el vapor ácido de lo perdido.
Y sin embargo,
la fruta insiste.
No toda podredumbre es final.
Algunas fermentan el futuro.
Algunas devuelven al suelo
la poca dulzura que sobrevivió.

 

El biólogo marino

Estaba perdido y lejos del mar cuando se
detuvo entre las raíces húmedas del bosque,
allí donde los hongos brotaban felices.
Esos mismos, los pequeños y poderosos.
No sabía que esas curiosas esporas
ya lo cubrían casi entero,
que su carne pronto sería
un nuevo campo de estudio.
Primero la piel se cantó cremosa,
luego los músculos se asaron
con el crujido del sol.
El viento, que traía algo de sal del mar
lo arrastró hacia las raíces más profundas,
allí donde nace todo.
Entonces se hizo parte del suelo,
banquete para todo lo que vivía,
un biólogo marino derretido,
devorado en silencio.
Un hombre que desintegró y reintegró
en la profundidad del bosque tropical.
Ya no estaba perdido.

 

Sayón

Cargo azucenas en mis manos,
me rodeo de frutas frescas —
papaya abierta,
guineos dormidos en racimo.
Y mientras tanto,
la lluvia grita en la ventana.
Un coco partido,
una hamaca cansada,
el machete oxidado en el rincón.
El mango maduro,
la flor del plátano,
me devuelven otra versión de mí:
soleada, azucarada, intacta.
Y todo este tiempo,
el viento husmea en el techo de zinc,
como si buscara algo que se le escapó.
Cuento las guayabas.
Huelo el café recién tostado.
Siento la vida tibia en mis manos.
Y mientras tanto,
el sayón, descalzo,
entrando por la puerta
como quien ya vivía aquí.

 

Melissa Alvarado Sierra es una escritora puertorriqueña. Su obra ha aparecido en The Caribbean Writer, Santa Rabia Poetry, Puerto Rico Review, Revista Kametsa, Orion, Atticus Review, Catapult y The New York Times, entre otros. Es autora de La narrativa activista de Rosario Ferré (McGraw-Hill España, 2020) y coeditora de la revista literaria bilingüe rhizomag. Posee una maestría en literatura de la Universitat de Barcelona, un MFA en escritura de Mountainview, y cursa un doctorado en literatura caribeña en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. También fue becaria del Book Project en Lighthouse Writers Workshop. Actualmente escribe su primer poemario y una novela autobiográfica.

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