por Andrea Marone
Leonor y Benicio —dos voces de una complicidad en fuga— son los protagonistas de esta textualidad afectiva que, a la manera de cartas, propone construir un diálogo en verso. Los temas que enhebran la correspondencia ensayan derivas filosóficas del cotidiano que, revestido de nostalgia, busca construir un saber sensible en la oposición entre un joven existencialismo y un humanismo de la madurez. «Esperar acariciar al mundo / y que ya no muerda», escribe Benicio. «No quisiera usted / estropear una hermosa vida», responde Leonor.
En el presente está la casa de Benicio, su vínculo inmaterial con los objetos, sus afirmaciones espesas: «Dios debe ser un depresivo / que dejó todo a medio hacer». Para hacer contrapeso, la voz de Leonor es sabia y propone la ligereza: «Tenga presente que ni la poesía ni su vida es para / pensar / es para no pensar».
Contrastan y, sin embargo, lo que sostiene y propone es el afecto, que desde la ternura puede provocarle arcadas al mundo. La búsqueda de un ángel, de un motor que los haga vibrar, se desdibuja en el horizonte. Las voces conversan en un registro que combina la certeza de la rispidez de la vida con pinceladas de una exactitud fulminante: «Tiene al sol en la llama de una vela / no pida más».
DE LA SEPULTURA DEL ÁNGEL
Querido:
Que no haya nada
más que esta prostitución de los días
encima de todos esos cuerpos desconocidos.
Que no haya nada si así ha de ser
apenas una esquirla
con un poco de miseria y gracia.
Leonor:
No.
Que lo haya todo en un vacío
en su más auténtica conservación
¡Lo merezco, creo merecerlo!
por acariciar al ángel
que por puro espanto esta mañana, asesiné.
Si usted lo viera aún conserva sus alas.
Si se acercara y olvidara los harapos
que cubren su estómago desfollado
aún lo creería con vida.
Prometo darle sepultura
/no sin antes haber deseado/
abrir sus tejidos y escarbar en su pecho
buscando mi corazón muerto.
Querido:
Reconózcalo
su ángel se ha suicidado
y el único crimen que ha cometido fue desenterrarlo.
Pablo Andrés Rial (1984) es un poeta, escritor y dramaturgo argentino. Su vida transcurre en la ciudad de Longchamps, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Ha publicado tres poemarios: La casa de barro (Arroyo Ediciones, Santa Fé. Argentina), Aves desplumadas (Ópera Editorial, Brasil) y Forzado a Viajar (Paserios Ediciones, México). Actualmente se desempeña como colaborador en revistas culturales de México, España y Argentina haciendo reseñas de libros y entrevistas.