MATAR COMO FRACASO
Matar. Matar como fracaso, como imposibilidad, como una respuesta aterradora ante la impotencia del dolor. Matar como resultado frustrante de la falla en la dominación.
Alia Trabucco Zerán, describe en su libro, construido como ensayo de carácter biográfico, los crímenes emblemáticos cometidos por Corina Rojas, Rosa Faúndez, Carolina Geel y Teresa Alfaro. Cuatro mujeres chilenas que, durante el siglo XX, inhuman lo imperativo “apartándose” de la norma.
Mujeres que recorren el juicio social desde un acto transgresor, transitando de lo privado a lo público como fractura. Un evento canónico que atenta contra lo estereotipado.
La autora examina el quehacer criminal bajo un ejercicio investigativo que, similar a una ruta de pesquisas forenses, sistematiza en “Un muerto para el corazón”, “Bajo el imperio de la cólera”, “Acercarse al silencio” y “Una parte de la familia”, no tan solo el trayecto biográfico de las homicidas y respectivos crímenes, describe, además, la respuesta social de lo público frente a hechos que fragmentaron el espacio doméstico.
En el caso de Corina Rojas, quien apuñala a su marido dándole muerte, existe un agravante tan o aún más quebrantador que su crimen, el adulterio. “No soy una criminal, pero sí una desgraciada que, sugestionada por un amor maldito, me llevó al precipicio” (36), habría dicho la homicida durante el juicio. Condenada al paredón, como relata Alia Trabucco, para, posteriormente, ser indultada, Rojas, “la hiena de instintos amorales”, desestabiliza, en 1916, el tradicional rol de obediencia.
Rosa Faúndez, estrangula y descuartiza a su pareja, dejando los restos por Santiago y su río como escenarios de un hecho catastrófico. Suplementera, pobre, invisible. Autora confesa del crimen «Las cajitas de agua», Faúndez, socavó la identidad femenina de un incrédulo Chile de la época. “Las características del crimen y la forma experta en que se realizó la mutilación, no admiten, dentro de lo posible, que el hecho haya sido efectuado solamente por una persona, y por una mujer” (78), fue la respuesta de una opinión pública escéptica ante lo que fuese, hasta 1923, uno de los asesinatos más ensordecedores de un Chile sangriento.
María Carolina Geel, seudónimo de Georgina Elena Silva Jiménez, autora de El mundo dormido de Yenia (1946), Extraño estío (1947), Soñaba y amaba el adolescente Perces (1949), El pequeño arquitecto (1956) y Huida (1961), disparó, en 1955, contra su amante, Roberto Pumarino, en el ex Hotel Crillón, hoy, Palacio Larraín. Protagonista de un controversial juicio de carácter mediático, recluida en “El Pensionado” publicó “Cárcel de mujeres”, libro con el que como puñetazo de cordura describió el contexto carcelario legitimando su voz como escritora. Tras una sentencia de tres años y un día, para, posteriormente, ser indultada por el Presidente Carlos Ibáñez del Campo a través de una petición enviada desde Nueva York por la mismísima Premio Novel de Literatura Gabriela Mistral, María Carolina, continuó habitando el mutismo sin abandonar la ferocidad de su escritura.
María Teresa Alfaro protagonizó el caso “La asesina de las mamaderas envenenadas” y la exterminación de lo que representaba, tal y como lo indica Trabucco Zerán, el ideal de familia moderna. Empleada doméstica de Sergio España y Magaly Ramírez, asesinó, entre 1960 y 1962, a los tres pequeños hijos de la joven pareja y, en 1963, a la madre de Magaly, Ana Córdova de 52 años. «Una especie de dueña de casa», se declara la Teté entre devastadoras hipótesis de celos. La empleada, la nana, la paria que dormía en la pieza trasera de una casa en Buin, fue liberada tras 10 años de intachable conducta, después de una revertida sentencia de muerta.
Las Homicidas, un texto político que además de construir el recorrido de las asesinas, interpela, como huida perpetua, concepciones históricas sobre un marginado hecho que aterra: mujeres que matan. Alia Trabucco Zerán, desde una voz hambrienta, centra su escritura en «la representación de la mujer criminal y su avasallador poder normativo» (204), edificando una urdimbre de complejos diálogos e imágenes que exploran oscuros parajes. Representaciones que remueven la historia de un territorio dicotómico.
Las Homicidas, Alia Trabucco Zerán.
Penguin Random House Grupo Editorial, Lumen.
2019, 234 páginas.
Alia Trabucco Zerán (Santiago de Chile, 1983) estudió derecho en la Universidad de Chile, un magíster en escritura creativa en la Universidad de Nueva York y un doctorado en literatura en University College London. En 2015 publicó la novela La resta, en 2022 Limpia.