El día viernes 18 de julio los patios del teatro Mori de Bellavista con casi un centenar de espectadores, presenció el estreno de la obra “Gaviota” una adaptación del clásico de Antón Chéjov interpretado bajo un nuevo código, esta apropiación artística propuso la improvisación muy bien guiada, esta casi contradicción es un esfuerzo del director Octavio Navarrete por tensionar al público desde lo emocional, vital y político.
Es una constante suponer que los recursos creativos para relevar al teatro como uno de los motores de la proliferación de arte y de artistas se está agotando. Y cada vez aparecen más iniciativas ligadas a lo llamado teatro experimental. También pasó lo mismo con las obras de teatro físico o musicales con mucha danza moderna y uso de pantallas gigantes para modernizar la tabla.
En esta obra podemos ver que la imaginación no siempre recurre a mayores recursos que renueven una experiencia teatral innovadora. Las grandes actuaciones audaces y cercanas nos permiten creer que se trata de una obra de teatro que provoca sobre todo a los espectadores a un proceso de sorpresa constante.
En el juego de espejos que comienza desde la necesidad de anotar tu nombre y dejarlo en la solapa que permite interactuar con los actores durante la obra o la cantidad de diálogos al unísono que confunden de buena forma la presentación de un tabloide invertido. Comienzan por el final o terminan con el principio, no lo sabremos, pero si podemos advertir un cambio de narrativa en la decadencia del dramaturgo que es Kostia y su familia que no se encuentra en la obra, sino que en el absurdo.
Lugar donde todos parece que andamos rondando, pero no llega nunca. Inspirada más en la provocación de Antón Chejov, que en el guion original. Los alrededores del bar eran recorridos por el elenco de la compañía la Disvariada, disvariando y con el teatro Mori de Bellavista como no escenario.