Tomarse las molestias
Fingía cortar cerezos silvestres en el patio
al cortar pensaba en mis angustias
quería reconocer las vueltas divididas
del derecho y el revés
que es el dolor
Ahí estaba yo
con un hondo pesar
lágrimas en el cerebro que no llegaban a los ojos
hablándole al aire de lo aterrada que estoy
tragando saliva amarga y pidiendo piedad
preocupada de pérdidas que aún no tengo
y empieza el lloriqueo
Converso con mi vecina
su madre postrada hace años ella
cuidadora y madre soltera
con ojos vidriosos y sonrisa en labios
me dice
son cosas que pasan
Ay, el lloriqueo
En la micro a las veintitrés horas
sube una señorita de delantal verde pelo
blanco y arrugadas las manos
por la rampla pasa el carrito de supermercado
dulces y golosinas
va de regreso a su casa
apenas caminaba
Ay, el lloriqueo
ni los cocodrilos se atrevieron a tanto
Cristina Pino Castillo. Psicóloga y escritora. Actualmente se desempeña como psicóloga clínica y profesora de talleres que vinculan la psicología a la escritura. A su vez, ha escrito cuentos publicados de forma autogestionada, publicada en antologías de poemas en Santiago y Barcelona.