RAPA NUI DE VISU
LAS DIUCAS
Días a paso de barro filtrados
entre las llamadas incombustibles de las diucas,
a lo largo del arrecife granulado
se va su trino al fondo piedrín
rayano en el olvido de los moáis
para reposadamente deslumbrar
la escarpadura infrecuente de alguna mirada.
A través de nubes voceras el sol
manda risotadas caligrafiando sombras:
¡el que tuvo, retuvo! – orgullosas parecen testificar
las bahías riscosas – ¡Hanga Roa!
ensortijada con el paramento de lozanos hibiscos
y allende ajardinadas celosías
es el gris apizarrado de las diucas
el auspicio inopinado del interlunio,
un golpe menestral
sobre el verdeceledón de una isla arpillera.
LOS PERROS
A los pies de los bancos de piedra
buscando descansar o sólo dejar de existir
allá por donde el mar nunca se calla
los perros descafeínan la malicia
celada en cada cruce de caminos.
Desbravado el aullido,
es su mirada… y así, desde el silencio más tierno
gritan los nervios de bóvedas eternas
y cada día la encauzan
hacia la explanada utópica de la saciedad.
Delante de los quioscos de música y aire
cómo se quedan siempre con el hambre
abarrancados entre turbadas orillas.
De largo, leviatanes intocables,
los moáis el horizonte uranio amedrentan
comulgando con la bondad de los perros,
con su alma regada en la fornitura crepuscular.
LOS HIBISCOS
Callejas
y confluencias.
Aceras ausentes
y a galope tendido plomadas de polvo.
Aislantes contra la fiebre dispar del descuido
los ojos a la virulé de los moáis.
De estampía, el tintín ubicuo de las diucas,
el cielo-papel de plata
y delante… ¡el paseo sonriente de los hibiscos!
Solitarios entre rejillas y cascos fuertes,
en grupos contra el recelo veleidoso
de un abrazo en torno a tanta belleza
y su remota dicha.
Tejidos de carama blanca como el pequeño cántaro de un poeta,
de cutis ruboroso por el tresillo solar,
en jarras los tallos, su díscolo largor
sobre los mansos vallados de la última luz.
LAS OLAS…
…rompiéndose rompen el respiro.
Rapaces todo lo devoran
hasta la ira, hasta las lágrimas.
Mantas de espuma miman el deseo
de acercarse hasta donde se puedan atar
en la juntura de los tozales
las miradas indivisibles de ayer-de hoy-de mañana.
Sobre la túnica vegetal de la isla
el ritmo recesivo de las olas escoltando
agujerean el aire salado las diucas:
¡y se aprende a resistir el impulso de la ida!
Epítrope de los tiempos, los moáis
escarolan el lienzo rebelde del mar
atrapando en su fingida dureza
el arresto extremoso de las esencias oceánidas
que todo lo devoran
hasta las lágrimas, hasta el olvido…
LOS MOÁIS
Sus ojos hacia confines que tan lejos se ahondan.
Quizás hacia el alma flébil de los bosques
que un día se encarrujó azarada
por ver disipadas sus raíces.
Con las olas se aquerencian en la noche
porfiando el aúllo de los perros,
hay lunas detrás y delante,
claveles coronados que someramente redolan las radas.
¿Y quién más podría hablar con ellos?
¿Qué otros guerreros llevarían el yelmo picado por los vientos?
Volcánico, el polvo confunde al arremeter
contra los periplos que en tempo agreste van y vienen
por la incidencia del sol, del eborario atardecer.
Y más tarde, por esa soledad esférica del mar,
de un altramuz en la espaldera de matas y piedras.
Y mucho más tarde, bruñidos los confines de los ojos,
por el abrazo de las nieblas…
LAS CUEVAS…
…donde fonógrafo del pasado es la brisa,
los aretes rojigualdos de los lupinos menea
y constriñe los pasos a moderar la ingenuidad de las huellas.
¡Ana!, contemplativa voz que desvelan
los glosarios de madera sigilosos
y las cuevas con un oasis de lava y plátanos se atavían.
Y tocan condolidas
la vibración de un subitáneo y gigantesco tambor,
el eco se aúpa al altozano de los moáis
para esconderse allí, en las orejas de soplillo,
pebeteros de conjuros y derrotas.
Visura del abismo, una fragata se ha convertido
en la rampante pirata del mar
y sobre las honduras húmedas sobrevuela
probando el humazo de los hornos de piedra.
En juego irreal, por los tubos de magma se compenetran
luz y lluvia y por un segundo las cuevas clarean sus almas…
LA ISLA…
… te pito o te henua
y la toba porosa de ceniza comprimida
es lo que los vientos infinitos van a recordar
mientras pendularmente lento los moáis se apagarán.
Se amarillearán aún los recodos de Hanga Piko,
por Kari-Kari, ignífero desfiladero, una sombra
aún delatará el alma de la manutara
y en la caldera Rano Kau se dibujará
el mapa de unas luces. Nubes castas
serán los pukaos encapotando las lágrimas de coral
sobre el techo silenciario de las cuevas.
Campanas en lo hondo del mar, olvidado
el dueto de las tahongas, luctuosa fantasía
entre las casas de lajas acorazonada,
soliviada entre los pechos de los hibiscos,
entre los latidos de Rano Raraku sepultada
y los moáis sin rezongar se irán, atrás cantando las diucas…
Ioana Cecovniuc: docente universitaria en el marco del Lectorado Rumano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile (Santiago de Chile). Ha publicado poesía en las revistas de arte y literatura Crisopeya (Colombia), Alborismos/Antología Los Herederos del Parnaso 2022 (Venezuela), Diversidad literaria (España), Yoveraqué (Perú). Igualmente, traducciones de poemas del español al inglés en Crisopeya (Colombia) y del español al rumano en Via Rumania Cultura (Rumanía). Premio internacional y diploma de honor en el XI°/XV° Concurso Natalicio de la poetisa nacional Ermelinda Díaz, Quilpué, Chile (2021/2025).

Es una luminosa invitación, mediante bellas y enigmáticas imágenes poéticas, para explorar Rapa Nui, la volcánica Isla en la Polinesia, que atrae visitantes y poetas de la magnitud de Ioana Cecovniuc.
Poezii frumoase!