Poesía. Ioana Cecovniuc

 

RAPA NUI DE VISU

 

LAS DIUCAS

Días a paso de barro filtrados

entre las llamadas incombustibles de las diucas,

a lo largo del arrecife granulado

se va su trino al fondo piedrín

rayano en el olvido de los moáis

para reposadamente deslumbrar

la escarpadura infrecuente de alguna mirada.

A través de nubes voceras el sol

manda risotadas caligrafiando sombras:

¡el que tuvo, retuvo! – orgullosas parecen testificar

las bahías riscosas – ¡Hanga Roa!

ensortijada con el paramento de lozanos hibiscos

y allende ajardinadas celosías

es el gris apizarrado de las diucas

el auspicio inopinado del interlunio,

un golpe menestral

sobre el verdeceledón de una isla arpillera.

 

 

LOS PERROS

A los pies de los bancos de piedra

buscando descansar o sólo dejar de existir

allá por donde el mar nunca se calla

los perros descafeínan la malicia

celada en cada cruce de caminos.

Desbravado el aullido,

es su mirada… y así, desde el silencio más tierno

gritan los nervios de bóvedas eternas

y cada día la encauzan

hacia la explanada utópica de la saciedad.

Delante de los quioscos de música y aire

cómo se quedan siempre con el hambre

abarrancados entre turbadas orillas.

De largo, leviatanes intocables,

los moáis el horizonte uranio amedrentan

comulgando con la bondad de los perros,

con su alma regada en la fornitura crepuscular.

 

 

LOS HIBISCOS

Callejas

y confluencias.

Aceras ausentes

y a galope tendido plomadas de polvo.

Aislantes contra la fiebre dispar del descuido

los ojos a la virulé de los moáis.

De estampía, el tintín ubicuo de las diucas,

el cielo-papel de plata

y delante… ¡el paseo sonriente de los hibiscos!

Solitarios entre rejillas y cascos fuertes,

en grupos contra el recelo veleidoso

de un abrazo en torno a tanta belleza

y su remota dicha.

Tejidos de carama blanca como el pequeño cántaro de un poeta,

de cutis ruboroso por el tresillo solar,

en jarras los tallos, su díscolo largor

sobre los mansos vallados de la última luz.

 

 

LAS OLAS…

…rompiéndose rompen el respiro.

Rapaces todo lo devoran

hasta la ira, hasta las lágrimas.

Mantas de espuma miman el deseo

de acercarse hasta donde se puedan atar

en la juntura de los tozales

las miradas indivisibles de ayer-de hoy-de mañana.

Sobre la túnica vegetal de la isla

el ritmo recesivo de las olas escoltando

agujerean el aire salado las diucas:

¡y se aprende a resistir el impulso de la ida!

Epítrope de los tiempos, los moáis

escarolan el lienzo rebelde del mar

atrapando en su fingida dureza

el arresto extremoso de las esencias oceánidas

que todo lo devoran

hasta las lágrimas, hasta el olvido…

 

 

LOS MOÁIS

Sus ojos hacia confines que tan lejos se ahondan.

Quizás hacia el alma flébil de los bosques

que un día se encarrujó azarada

por ver disipadas sus raíces.

Con las olas se aquerencian en la noche

porfiando el aúllo de los perros,

hay lunas detrás y delante,

claveles coronados que someramente redolan las radas.

¿Y quién más podría hablar con ellos?

¿Qué otros guerreros llevarían el yelmo picado por los vientos?

Volcánico, el polvo confunde al arremeter

contra los periplos que en tempo agreste van y vienen

por la incidencia del sol, del eborario atardecer.

Y más tarde, por esa soledad esférica del mar,

de un altramuz en la espaldera de matas y piedras.

Y mucho más tarde, bruñidos los confines de los ojos,

por el abrazo de las nieblas…

 

 

LAS CUEVAS…

…donde fonógrafo del pasado es la brisa,

los aretes rojigualdos de los lupinos menea

y constriñe los pasos a moderar la ingenuidad de las huellas.

¡Ana!, contemplativa voz que desvelan

los glosarios de madera sigilosos

y las cuevas con un oasis de lava y plátanos se atavían.

Y tocan condolidas

la vibración de un subitáneo y gigantesco tambor,

el eco se aúpa al altozano de los moáis

para esconderse allí, en las orejas de soplillo,

pebeteros de conjuros y derrotas.

Visura del abismo, una fragata se ha convertido

en la rampante pirata del mar

y sobre las honduras húmedas sobrevuela

probando el humazo de los hornos de piedra.

En juego irreal, por los tubos de magma se compenetran

luz y lluvia y por un segundo las cuevas clarean sus almas…

 

 

LA ISLA…

te pito o te henua

y la toba porosa de ceniza comprimida

es lo que los vientos infinitos van a recordar

mientras pendularmente lento los moáis se apagarán.

Se amarillearán aún los recodos de Hanga Piko,

por Kari-Kari, ignífero desfiladero, una sombra

aún delatará el alma de la manutara

y en la caldera Rano Kau se dibujará

el mapa de unas luces. Nubes castas

serán los pukaos encapotando las lágrimas de coral

sobre el techo silenciario de las cuevas.

Campanas en lo hondo del mar, olvidado

el dueto de las tahongas, luctuosa fantasía

entre las casas de lajas acorazonada,

soliviada entre los pechos de los hibiscos,

entre los latidos de Rano Raraku sepultada

y los moáis sin rezongar se irán, atrás cantando las diucas…

 

Ioana Cecovniuc: docente universitaria en el marco del Lectorado Rumano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile (Santiago de Chile). Ha publicado poesía en las revistas de arte y literatura Crisopeya (Colombia), Alborismos/Antología Los Herederos del Parnaso 2022 (Venezuela), Diversidad literaria (España), Yoveraqué (Perú). Igualmente, traducciones de poemas del español al inglés en Crisopeya (Colombia) y del español al rumano en Via Rumania Cultura (Rumanía). Premio internacional y diploma de honor en el XI°/XV° Concurso Natalicio de la poetisa nacional Ermelinda Díaz, Quilpué, Chile (2021/2025).

Una respuesta a “Poesía. Ioana Cecovniuc”

  1. Es una luminosa invitación, mediante bellas y enigmáticas imágenes poéticas, para explorar Rapa Nui, la volcánica Isla en la Polinesia, que atrae visitantes y poetas de la magnitud de Ioana Cecovniuc.
    Poezii frumoase!

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