El eterno tránsito de identidades
no alcanza un solo cuerpo
ni una sola voz
porque a veces hablo la lengua del trueno
y otras, calo como agua negra entre las raíces
nieto de canales
bisnieto de lo que no se escribe
tataranieta de la nebulosa
que es un chiñeto que suele posarse
en mi cabeza, mostrándome su fuerza
de los temporales por dentro
de los naufragios sin testigos
y el esqueleto de la chalupa
desde el vestigio de lo desconocido.
Mi forma cambia con la marea
a veces soy el que va,
otras, la que vuelve,
algunas, mermando la nada
en las procesiones del inconsciente
donde una que sabe de la profecía del fuego antiguo,
una grieta por donde se cuela el pewma;
dicen antiguas que hay quienes nacen con epu pullu…
yo que mi lengua domesticada se rebele a la corona, del trauma del último
reducto español, de los vicios como oráculos torcidos,
de las noches en que bebí las lágrimas de buitres
y recé a dioses sin templo.
Me formé entre puertas que eran cortinas desteñidas
y altares manchados de vómito y plegarias de amor
la muda que igual cantó
el error repetido como mantra
Sí, hay saberes que solo llegan
cuando se ha sangrado en silencio
cuando se baila descalza sin dolor
en la ruina sagrada que es la vida.
La Condená nace en 2021 en la plaza de Castro, Chiloé, durante una acción ritual que marcó su irrupción como figura disidente, vieja y sacrílega. Desde entonces, ha habitado fiestas alternativas en Chiloé y Santiago, y fue parte del Festival de Artes Disidentes FADI 2021 en Ancud. Cuerpo andrajoso y queer, encarna memorias de mujeres perseguidas, saberes prohibidos y espiritualidades mestizas que desafían el orden colonial y patriarcal. No es personaje ni ficción, sino entidad viva que actúa desde lo marginal, lo espectral y lo indomesticable. Su existencia se ha expandido también a través de la literatura, donde su voz emerge como escritura encarnada y revuelta simbólica.