Reseña. Tocar el agua de Catalina Tamar. Por Sebastián Novajas

 

EL FLUJO DE LO MÍNIMO

 

En un mundo cada vez más aciago, el acto del brotar de esta agua que se aspira a tocar con las yemas de los dedos pareciera un alivio. Sin embargo, la obra de Catalina Tamar, no solo se trata de la fluidez del agua (es cuestión de ver la estructura de cada poema), también hace nacer una lengua pájara que ayuda a transitar la vida en medio de un derrotero que trae tanta desorientación y desaliento. El poemario muestra dos formas de habitar el mundo y que a su vez se representan en el acto del movimiento. Huir de esa zona llamada vida doméstica que pareciera no dar respuestas a todo lo que pasa como flashes y buscar otra forma de estar, aunque fuese por unos instantes como en el siguiente poema: «El espacio vacío que deja el sonido del mar/ devela la muerte/ la ausencia en tu pupila/ me dice que ofrende los torrentes al caos/ romper con el pacto inicial/ de las habitantes del silencio/ brotar del sinrecuerdo/ huir al encuentro con tu mirada» (pág. 20). Los poemas no buscan llenar, buscan vaciar el pozo de nuestras noches y que tal vez se logre llenar con algo que dé sentido al caos circundante de este mundo.

Otros poemas conllevan un sabor cargado de resignación: «Lo que no se puede reparar/ termina/ descompuesto» (pág. 30). Esa sensación de abatimiento se repite y al igual que la lengua pájara que recorre todo el poemario. No todo se puede vivir con plenitud, y se debe asumir como tal. Decir que la lectura se trata de sobrevivir podría ser una salida fácil, pero el poemario ofrece más que eso, otra forma de vivir en estos versos con una herida abierta o a medio cerrar y, sobre todo, a vuelo de pájaro. «Pájara malherida/ emprende tu vuelo/ quema la ternura/ sin borrarla de tu pellejo/ ahoga tu danza/ libera las palabras/ sacrifica tu lenguaje/ vuelve al corazón» (pág. 33).

Estos textos también evocan esa fluidez, antes mencionada, del agua que avanza con el eco de ese rumor entre bosques y praderas hasta volverse silencio. Dicho de otra manera: «Siete cantos pájaro caben en una/ palabra un agua silenciosa repite/ a la orilla de tus manos/desciende» (pág. 36). Por otra parte, el poemario y sus poemas sin título son una corriente o una palabra convertida en pájaro que vuela sin la dependencia de lo épico para rozar el cielo o reflejarse en el agua.

Pero en este poemario no solo el agua fluye o la palabra transita entre las nubes a vuelo de pájara, también va marcando pequeños finales que aparentemente no duelen. En el siguiente poema algo se acaba, y algo renace: «Cenizas pájaro/ permean la posibilidad de la palabra/ las guardas dulcemente/ lugar refugio del silencio» (pág. 46). Entonces, la palabra deja de volar para convertirse en un nido, ese cobijo para unas almas cancinas. El movimiento y lo estático: el ciclo de la vida. Buscar el refugio para reposar mientras se oye el rumor del agua y luego retomar el vuelo. La lengua pájara va renovándose, recorriendo entre arces, buscando asentarse en lugares donde reponerse del desasosiego.

La vida también se ablanda, se silencia y se vuelve ceniza. Para luego ser otra cosa que trascienda el sentir: «Tus manos dibujan una grieta en las mías/ me entregas la certeza cariño duelo/ me guardo en una caja/ escucho el cantar de los pájaros/ no podemos hacer más que partir» (pág. 49). Pareciera que la autora en estos poemas se resignara sin más al paso del tiempo en última instancia, al paso de los hechos, a un influjo donde todo se convierte en el cauce de agua que desciende hacia el mar del recuerdo y la melancolía. Pero existe este ciclo y todo comienza de nuevo con el rumor de un río o el canto de la pájara al amanecer.

 

Tocar el agua

Catalina Tamar

Queltehue ediciones, 2025, 56 páginas.

 

Catalina Tamar (Santiago de Chile, 1998) es escritora y profesora de Lenguaje. Licenciada en Letras con mención en Lingüística y Literatura Hispánica por la Universidad Católica de Chile, ha desarrollado una carrera académica y literaria de gran promesa. Su primer libro, Tocar el agua, no solo marcó su debut en la escena literaria, sino que también fue galardonado con el prestigioso Premio Bolaño en la categoría de poesía año 2024. Con una voz única y una perspectiva fresca, Catalina Tamar se posiciona como una de las nuevas voces más interesantes de la literatura chilena contemporánea.

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